Hace días leí un artículo en el
diario mexicano El Economista titulado "El secretario del año" que me
llamó mucho la atención porque en el mismo se hace una apología muy pobre del
actual secretario de relaciones exteriores, José Antonio Meade, para luego
lanzarlo como muy probable sucesor en PEMEX. Como toda apología, el artículo se
da a la tarea de fundar sus elogios y caras esperanzas citando algunos de los
"méritos" de Meade al frente de esa cartera y algo más.
Los supuestos méritos de Meade en
el artículo se adelantan básicamente en tres vertientes: Importantes aportes en
las negociaciones de la reforma energética en el exterior; intrusión de
multitud de áreas a todo lo largo y ancho del gobierno de EPN hasta lograr avasallar
a los responsables de las mismas al imperativo de su "lógica" y su voluntad;
portentosos logros diplomáticos. Como verá a continuación el lector, se trata de
razones pueriles, por no decir absurdas.
A menos que el petróleo haya
dejado de ser un recurso muy valioso para las transnacionales y de alto valor
estratégico para EUA en su esfuerzo de salvamento de su propia decadencia
imparable, y a menos que México haya dejado por fin su condición imperada o
sometida en la relación asimétrica que mantiene con EUA desde el siglo XIX,
todos sabemos que el programa de negociaciones de la reforma energética en el
exterior fue una serie de citas o encuentros para que los políticos mexicanos recibieran
instrucciones imperativas de Obama y las transnacionales sobre cómo y cuándo
entregarles la renta petrolera de los mexicanos. Si el periódico El Economista
cree que esto de recibir instrucciones imperativas de agentes externos al país
para determinar la vida de los mexicanos es una habilidad diplomática que
implica algún mérito para nombrar a Meade como el secretario del año, entonces el
Tigre de Santa Julia es el más santo de los oblatos beatíficos. Tan absurdo lo
uno como lo otro.
Argumentar que las habilidades de
Meade para meter al saco del vasallato a multitud de encargados de carteras en
el gobierno de EPN le dan el mérito para ser nombrado secretario del año, nos
pone en condición de estar juzgando a Meade, no desde la óptica de una
democracia y de un gobierno moderno, sino desde la óptica de un gobierno al
estilo de las monarquías despóticas orientales. Cierto, porque solo desde la
óptica del despotismo se puede juzgar que un secretario es el más eficaz porque
ha logrado someter a vasallato a la mayor cantidad de encargados de cartera en
el gobierno. Juro por Dios que ni el mismo Confucio estaría de acuerdo con El
Economista. De pasada, quiero decir que el artículo de El Economista debió ser
muy indignante para la multitud de funcionarios que se asumen ahí como
sometidos a la "lógica" y la voluntad de Meade. Desde luego que no
debe ser muy grato aquello de ser expuesto como vasallo de un ingenuo y bisoño
en la política como Meade. Eso calienta, señores, ¡ y gacho !
¿Alguien puede creer que el
payaso Brozo sea un maestro de virtud? Y si esto no se puede creer, tampoco se
puede creer que el haber logrado la posibilidad, y solo la posibilidad, de que
el Papa venga a México en el 2015 sea un logro determinante para el futuro de
la nación. Y si la posible visita del Papa a México es un evento inútil para el
futuro de la nación, ¿dónde está el mérito de Meade para ser alzado por ello al
nivel de secretario del año? ¿Y Turquía? ¿Turquía es por ventura un nuevo El
Dorado? Lo pregunto porque el simple hecho de que Meade haya logrado la visita
de EPN a ese país no es mérito para ser nombrado secretario del año, como
pretende El Economista. Digo, ni siquiera nos trajeron unos pinches turcos estilo
Monterrey.
Lo cierto es que el desempeño de
Meade en la cancillería ha sido, no mala, sino pésima, deplorable. Y para muestra
basta el botón del asunto Siria, donde Meade dio muestra fehaciente de ser un
hombre: Muy Ignorante, temeroso, bisoño políticamente, apocado, mediocre, acartonado,
sin personalidad y, sobre todo, sin dignidad como político. Y sobre la falta de
dignidad política no puede caber la menor duda toda vez que Meade se mostró en
este asunto felizmente sometido a la voluntad arbitraria de EUA y pese a que la
mayoría de países en el mundo guardaba una postura en contrario a EUA, y si favorable
a Siria y a la razón. En breve, en este caso Meade demostró que es un títere
del Departamento de Estado de los EUA. Y a menos que El Economista crea que ser
un títere sin dignidad en la política es una gran virtud, es claro que Meade
tiene méritos, sí, pero solo para ser dado de baja en el servicio público, con
deshonor y frente a la tropa.
Pero lo más grave del artículo de
Meade es que va en contra de lo que los hechos nos dejan en evidencia palmaria
a todos y hasta el momento en la política de este país: Que si alguien debiera
ser nombrado secretario del año es Luis Videgaray Caso, el encargado de la
cartera tesorera. En efecto, no puede caber la menor duda de que el mejor
secretario del régimen de EPN hasta el momento es ese hombre: Luis Videgaray
Caso. Él es el dueño indisputable de la palma y la gloria, sobre todo por su
aporte notable en lo que toca al diseño y gestión de las reformas de este
régimen que se anotan por el momento como un triunfo provisional del mismo. Y esto
es tan evidente en los hechos que hasta un alienígena que arribara a la Tierra
en este momento concluiría lo mismo si se le pusiera al tanto de los hechos
consumados y con independencia de si son buenos o malos, o una mezcla de las
dos cosas.
Aclaro que afirmo lo anterior
juzgando los resultados de los secretarios del régimen exclusivamente desde la
perspectiva de los fines del mismo régimen, lo cual significa implícitamente
que estoy haciendo una suspensión de mis juicios respecto a si los fines de
este régimen promueven el bienestar de la sociedad o solo el bienestar de los
políticos que lo gestionan. Aunque la deliberación sobre esto no es mi asunto
en este artículo, solo comentaré lo siguiente.
Algunos podrán ver en el éxito de
Videgaray un logro supremo que abona en el bienestar y felicidad de la
sociedad. Como muchos saben, mi opinión en esta parcela va en contrario: Creo
que las reformas de este régimen solo son una fase más en la prosecución del
saqueo a la nación. En este sentido, veo el éxito de Videgaray como un triunfo
de la audacia a secas, pero no de la razón objetiva y la moral. Con esto quiero
decir que Videgaray tuvo la suficiente carga de audacia para poner en acto una
política general que va en contra de la suprema voluntad de la sociedad a la
que en teoría se debe y en favor de la voluntad de EUA y del capital privado
local y foráneo. Y por supuesto que esta notable carga de audacia en Videgaray
postula la existencia en él de una portentosa dosis de egoísmo y la consecuente
falta de responsabilidad moral para con su sociedad.
Es inevitable que la enorme cuota
de absurdidad del artículo de El Economista nos haga sospechar sobre la
legitimidad del mismo. A duras penas se puede creer que el autor del artículo
crea en sus propias razones pueriles. Y si no hay verdad aquí, ¿qué pasa?
Bueno, hay varias alternativas para explicar este artículo. Citaré solo tres. El
lector elija la que más le guste.
Uno se ve tentado a pensar que el
artículo fue encargo del mismo Meade. Si es el caso, luego Meade está en una de
dos situaciones: O se está promoviendo para asegurarse de ser tomado en cuenta
en los cambios por venir, o ya siente pasos, ya siente que lo quieren pintar de
colores. En cualquier escenario Meade nos dejaría ver su grande ingenuidad en
la política porque solo estaría poniendo la guillotina en su cuello por propia
mano. ¿Acaso Meade cree que los grillos priistas, zorros como son en la
astucia, no se darán cuenta de que se está promoviendo solo? ¿Cómo le habrá
parecido esto al dueño de la corona en esta competencia? ¿Ya pensó Meade en las
consecuencias de jugar las cartas de esta manera? ¿Conoce bien sus
fuerzas?...No se vaya a convertir esto en un tiro en los pies.
¿Y qué tal si el artículo fue un
buscapiés para Meade? Es posible. Tal vez alguien mandó hacer este artículo
para chamaquearse a Meade, caso en el cual la prudencia indica que este hombre
debiera apurarse en aclarar las cosas en el siguiente tenor: No tengo los
méritos para ser el secretario del año.
¿Y qué tal si a Meade se lo están
tomando en calidad de chivo expiatorio del régimen? Es muy posible. Y tiene
mucho sentido esto cuando recordamos que la reforma energética tiene el grave
problema de contar con la oposición de la enorme mayoría de la sociedad civil.
Le aseguro que, por este dato indeclinable, inocultable, a Videgaray no le
interesa en absoluto aparecer en este momento como el campeón de las reformas
del PRI. Eso lo focalizaría como el objeto del repudio generalizado. Videgaray es
un tipo astuto, lo ha demostrado, y le aseguro que, por el momento, a él solo
le interesa ser reconocido como el campeón de las reformas en del Departamento
de Estado de los EUA y en las juntas de accionistas de las transnacionales, que
es donde se decidió por anticipado el resultado de las elecciones
presidenciales en México en el 2012, y donde probablemente se decidirá anticipadamente
el resultado de las elecciones del 2108. Y mientras tanto, que Meade y otros
ingenuos carguen con los platos rotos.
Buen día.
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