Enrique Krauze publicó en tiempos
recientes dos artículos que están muy vinculados entre sí: La reforma
energética del PRI. Uno de ellos, el más temprano, en el periódico Reforma y titulado
"El trauma nacionalista" ( Ver enlace 1 al pie de página ); el otro,
el más reciente, en el periódico The New York Times y titulado "Mexico's
Theology of Oil" (Ver enlace 2 al pie de página ) Aclaro que respecto al
primer artículo le dejo enlace al blog de la redacción de Letras Libres donde
también se publica porque no tengo suscripción al periódico Reforma. Espero que
los lectores comprendan esta limitación que está conectada a mi realidad: Soy
parte de ese amplio grupo social que Pau, la hija de EPN, definió
magistralmente de la siguiente forma: La bola de pendejos que forman parte de
la prole...jejejejejejejejeje.
Bien, lo importante es que en dichos
artículos Krauze hace una defensa heroica de la reforma energética adelantando
varios argumentos muy interesantes, y a los cuales presentaré objeciones en
este escrito. Empezaré por el artículo del New York Times porque me parece el
más sustancial, y luego cerraré con el artículo del periódico Reforma.
Petróleo y competencia:
Krauze afirma que los opositores
a la reforma energética no tienen argumentos económicos sólidos. Y nos dice lo
siguiente para tratar de resaltar las inconsecuencias de los opositores a la
reforma energética.
Uno de los beneficios de la reforma
energética es que, al abrir las puertas a la inversión privada, se impulsará la
competencia en el sector. Aunque Krauze no lo dice, deja a la imaginación del
lector el trabajo de añadir los beneficios para el consumidor que tradicionalmente
se derivan de la existencia de la competencia en los mercados: Precios determinados
por las fuerzas impersonales del mercado, más calidad, más innovación, más etcétera.
Así, el resultado que Krauze espera lograr en sus lectores es el siguiente:
- Diablos - se dirá el lector -.
Si la reforma energética traerá tantos beneficios por la competencia, es
absolutamente idiota oponerse a ella. ¡ Que viva el reformista EPN !
Vamos, seriedad, señores. Lo
cierto es que, en esto, Krauze se está ciñendo al pizarrón del salón de clases,
al libro de texto de microeconomía. En otras palabras, está hablando
dogmáticamente porque no está contrastando la realidad empírica con los modelos
teóricos para tratar de identificar qué tipo de empresas operan en la industria
global del petróleo. Es por esto que intentaré volver a Krauze a la realidad
informándole lo siguiente: Las transnacionales del petróleo se desempeñan en
mercados altamente concentrados donde las empresas tienen un considerable poder
de mercado que les permite anular la competencia y fijar precios unilateralmente.
Esto implica comportamientos monopólicos que se traducen en grandes y muy
injustas transferencias de excedentes de ingresos y riqueza desde los
consumidores a las empresas del ramo. Siendo las cosas así, hay que decirle a
Krauze lo mismo que él le dice a los opositores a la reforma energética: Las
consecuencias altamente probables contra el bienestar de los consumidores que
se derivan del carácter monopólico de las transnacionales del petróleo es un
asunto que Krauze podrá someter a discusión, con muy alto riesgo de perder,
pero que nunca podrá negar en redondo. Pero si Krauze no puede negar en redondo
la alta posibilidad de que las transnacionales arriben a México a desatar sus
conductas monopólicas en detrimento de los consumidores mexicanos, debemos
preguntar algo: ¿Cómo afirma Krauze que la llegada de las transnacionales a
PEMEX redundará en más competencia y, por ende, más bienestar para el
consumidor mexicano?
La respuesta a todo esto es muy
simple: Hablar de los beneficios de la competencia es muy bonito y muy
persuasivo para todo auditorio. A decir verdad, no hay quién diablos se resista
a votar por los encantos de la competencia. Krauze, como los demás que son
favorables a la privatización del petróleo, saben eso. Y como lo saben, es por
ello que acuden a este discurso no obstante que está construido en el aire, sin
conexión con la realidad. En suma, es solo un esfuerzo por persuadir a los
mexicanos ordinarios con sueños, con quimeras de bienestar.
La falacia de causalidad:
Enseguida Krauze trata de
mostrarnos otro supuesto absurdo en un posicionamiento más entre los opositores
a la reforma energética: Dicen los opositores a la reforma energética - nos
dice Krauze - que no es necesaria la apertura de PEMEX a la inversión privada
puesto que el Estado puede seguir desarrollando por su propia cuenta a la
industria, incluyendo las aguas profundas del Golfo de México y el shale, y siempre
y cuando se le otorgue autonomía y capacidad financiera para ese efecto. Y dicho
esto, Krauze atraviesa una réplica aparentemente demoledora: El Estado ha multiplicado
su inversión en PEMEX en los últimos 10 años de manera notable - nos dice
Krauze -, yendo desde $ 4 billones a $ 25 billones, y no ha obtenido resultados.
Y con esto Krauze cree poner en evidencia el error de los opositores de la
reforma, puesto que él cree que ya ha demostrado la ineficacia del Estado en la
materia.
Este asunto es muy importante
porque el argumento de Krauze es el mismo que han venido usando EPN y demás adherentes
de la privatización del petróleo en favor de las transnacionales, y ahora
Krauze lo hace propio. Pero el problema es que este argumento comete una falta
que se llama: Falacia de causalidad, y que consiste en el error - o truco, en
caso de ser mentira deliberada - de suponer que un fenómeno es causa de otro
solo porque los dos han sucedido simultáneamente o uno después del otro. Es así
que, para Krauze, sucede lo siguiente: Como PEMEX incrementó sus inversiones en
nuevos desarrollos, y como no hubo resultados, entonces se concluye que PEMEX
es ineficiente. Pero demostremos el truco.
Lo que no sabe Krauze es que este
problema de magros resultados en PEMEX no tiene relación alguna con el
desempeño de dicha empresa porque simple y sencillamente no es un problema
exclusivo de ella. En dos artículos que publiqué en este diario ( Ver enlaces 3
y 4 al pie de página ) vimos que, en el periodo que va de 2004 a 2012 - tiempo
que empata con el período que señala Krauze -, los gastos totales de la
industria global del petróleo en nuevos proyectos saltaron de 300 billones de
dólares a 600 billones de dólares. Sin embargo, este incremento del 100 % en el
gasto total en nuevos proyectos no se ha reflejado en algún aumento
significativo en la oferta global en el mismo periodo ya que la misma se ha
mantenido plana o en un plateau dentro de una banda de variación muy estrecha
del 5 %. Desde aquí, es evidente que, pese a los esfuerzos financieros
mayúsculos de las empresas del ramo a nivel mundial en nuevos proyectos, la oferta
ya no puede crecer de manera significativa por un problema de escasez creciente
del recurso y que nada tiene que ver con el desempeño de las empresas por sí
mismas. En efecto, así como PEMEX ha obtenido resultados magros con sus
inversiones, así también ha sucedido con el resto de las empresas en el mismo
período. Todo esto tiene relación con el hecho de que el mundo ya pasó el peak
oil o pico de producción de petróleo convencional entre los años 2005-2006, lo
cual ha sido ya reconocido por las mismas agencias de energía del mundo
occidental. Y si México ha hecho esfuerzos financieros notables sin resultados,
no es sino porque es uno de los países más adelantados en la decadencia - desde
2004 -.
Supongo que ya queda clara la
falacia: Afirman una causa aparente pero falsa - la supuesta ineficiencia del
Estado para operar a PEMEX - para tratar de explicar un efecto determinado - resultados
magros del Estado en PEMEX pese a una cuantiosa inversión -. Podríamos pensar
que esta falacia es un error. Sin embargo, como yo conozco lo mañoso que son
los grillos, prefiero suponer que es una gran mentira diseñada para engañar a
los mexicanos. Y esto tiene sentido porque se ajusta perfectamente bien a la
tradicional estratagema de los timadores priistas y panistas: "Hacernos
creer que el Estado es siempre ineficiente para luego proceder a la siguiente tajada de privatizaciones".
El boom petrolero de EPN: Una
maldita burbuja especulativa.
Nos bastan los datos del apartado
anterior para que guardemos una muy excesiva cautela sobre las promesas
optimistas de EPN en torno a llevar a México a un nuevo boom petrolero de darse
la apertura de PEMEX a la inversión privada. Se trata de una burbuja de
optimismo para persuadirnos con el anzuelo de la bonanza petrolera al estilo del
legendario Jolopo. Si nos atenemos a los datos duros - ver
apartado anterior, por ejemplo -, la realidad solo nos permite proyectar el
siguiente escenario de máxima verosimilitud a futuro para México de darse la
reforma energética: Las transnacionales mermarán de manera significativa la
renta petrolera de los mexicanos e invertirán ese mismo dinero para obtener
magros resultados en producción....¿Tiene sentido apostarle a este mal negocio,
tal vez el peor en lo que va de historia moderna en México?
El boom petrolero de EUA: Otra
maldita burbuja especulativa.
Enseguida Krauze nos dice que EUA
puede ser autosuficiente en materia de energía gracias al boom en ese país derivado
del Golfo de México y el shale. En un artículo anterior en este diario (Ver enlace
5 al pie de página ) demostramos con datos duros lo siguiente en torno al shale
oil: No es la revolución energética que anuncian las agencias financieras
internacionales; es un boom petrolero muy efímero en cantidad y tiempo; ni con
ayuda del boom en el Golfo de México anula el peak oil, de tal manera que no
resuelve el problema de la creciente escasez del recurso, y sí solo lo atenúa
por unos años. Vimos también que ni el shale oil ni el Golfo de México
permitirán que EUA sea autosuficiente y exportador en materia petrolera. Fue
así que nos quedó claro que la ola de optimismo del shale oil es una mentirosa
pieza de propaganda, lo que conocemos como una vulgar burbuja especulativa, y
que tiene su eje de gravedad en Wall Street, los bancos globales, las transnacionales
y los medios afines a esos agentes - Wall Street Journal, The Economist,
Financial Times -. Finalmente, vimos ahí que dicha burbuja ha sido utilizada
muy convenientemente por EPN y asociados para tratar de persuadir a los
mexicanos a fin de que lleguen a la siguiente conclusión
"pragmática":
- Debemos abrir las puertas a las
trasnacionales para acabar con el petróleo antes de que EUA sea independiente
en materia petrolera. Si no hacemos esto ahora, en el futuro nuestro petróleo
valdrá precio cero porque no tendrá comprador: EUA.
Debemos informar a Krauze que
puede estar tranquilo porque es casi imposible que EUA logre algún día ser
independiente en materia petrolera. EUA ha sido importador de petróleo desde
principios del siglo XX porque sus necesidades de petróleo siempre exceden a su
dotación nacional. Pero además, e independientemente de que EUA logre o no
logre la quimera de la independencia petrolera, Krauze debe estar en calma toda
vez que el petróleo mexicano valdrá cada vez más a medida que el recurso sea
cada vez más escaso por una sencilla razón: Nuestro petróleo tiene enormes
ventajas de calidad y costo con respecto a los combustibles no convencionales y
sintéticos que hoy por hoy produce EUA para salvar su seria crisis petrolera. Le
aseguro a Krauze que nuestro petróleo mexicanos siempre valdrá oro para el
desesperado EUA porque sus ventajas de costo y calidad equivalen a crecimiento
económico más barato.
Escepticismo y privatización:
Krauze se muestra considerado con
los opositores a la reforma energética al reconocer que su resistencia es en
parte comprensible porque se funda en un escepticismo derivado de una mala
experiencia histórica. Una de las causas que Krauze cita para explicar el
escepticismo de los mexicanos es el controversial resultado de las
privatizaciones desde Carlos Salinas, porque hay la percepción de que los
regímenes políticos han beneficiado a los amigos con este proceso de manera
lucrativa y con resultados perjudiciales para los consumidores. Con todo,
Krauze nos dice que este temor manifiesto en la retórica de los opositores a la
reforma energética es infundado porque ésta no implica privatización alguna del
petróleo. Bien, pero aquí hay un interesante truco retórico que se han
inventado los gringos, en el cual han entrenado a los priistas para mentir y
pasar la reforma energética, y que Krauze ahora adopta como propio. Vea.
A saber, los que nos oponemos a
la reforma energética no lo hacemos porque nuestro interés sea poseer y
atesorar la cosa material llamada petróleo. El petróleo en sí mismo, como cosa,
no nos interesa porque no creemos que sea un objeto dotado de virtudes
sobrenaturales, mágicas o sentimentales - fetichismo -, y sabemos que no se
come y que no satisface nuestras necesidades inmediatas. Así, pues, los
partidarios de la privatización energética deben tener muy claro que valoramos
el petróleo, no como cosa material, sino como mercancía. En efecto, ponemos
nuestro querer en la propiedad del petróleo como mercancía porque es ahí, en
esa dimensión económica del petróleo, donde accedemos al concepto económico que
nos interesa: Ganancia neta en dinero. Y es que es este concepto el que, ahora
sí, nos da poder de compra para acceder a los bienes y servicios necesarios
para nuestro fin en este asunto: Una vida digna.
Así, es claro que la reforma
energética nos pone en la siguiente condición a los mexicanos: Nos deja la
propiedad exclusiva del petróleo como cosa material, la dimensión que no nos
interesa, pero nos expropiará una parte significativa del petróleo como
mercancía, que es la dimensión que sí nos interesa, puesto que se expropiará por
decreto una gran parte de la ganancia del petróleo en favor de las
transnacionales. A todas luces esto es una privatización del petróleo, así los
privatizadores tiren de coces.
Supongo que al lector ya le queda
claro el truco retórico de los partidarios de la privatización en este punto. Y
créame que el propósito de este truco retórico - expropiar al petróleo como
mercancía - encaja perfectamente bien en los intereses de las transnacionales
del ramo. Basta recordar que, para un empresario capitalista, toda mercancía es
un medio para un fin ulterior llamado: Ganancia neta. Y el petróleo no escapa a
esta realidad empresarial. Los grandes propietarios de las transnacionales no
buscan acumular la cosa llamada petróleo en el banco, y menos usarla. A saber,
no se bañan con petróleo ni comen petróleo...¿o si?...Lo que le interesa a esos
magnates es acceder a la variable ganancia de la mercancía petróleo.
Cuando Krauze afirma en esta
parte, al estilo priista, que no se privatiza el petróleo, se refiere a la cosa
material llamada petróleo, no a la mercancía petróleo. Con ello, nos obliga a
concluir una de dos cosas: O Krauze, como EPN y demás partidarios de la
privatización del petróleo, son fetichistas, o ellos creen que los mexicanos
somos fetichistas. En cualquier caso, ya demostramos el truco en este juego
retórico.
Escepticismo y corrupción:
Krauze nos da otras dos causas
para explicar el escepticismo de los opositores a la reforma energética:
Primera, la conducta de las compañías petroleras antes de la expropiación
petrolera toda vez que se convirtieron en un Estado dentro del Estado para
pasar por alto el artículo 27 de la constitución y esquilmar la riqueza
petrolera del país. Y segunda, la corrupción durante el último boom petrolero,
que hace referencia casi exclusivamente al caso Jolopo.
Aquí Krauze no es muy preciso en
sus comentarios. Pero me parece que se endereza a decir que los opositores de
la reforma energética no deben ceder a estos resquemores. Según Krauze, el
riesgo de que estos vicios del pasado se vuelvan a repetir pueden ser atenuados
o minimizados si los mismos opositores se aplican a vigilar de cerca para que
gobierno y transnacionales se ajusten a las reglas del juego limpio o "correcto"
en la materia en caso de que la reforma pase. Sin embargo, creo que hasta el
hombre más hosco de entendederas sabe por experiencia que las dos partes
implicadas, tanto clase política oficialista como transnacionales, son inmunes
por completo a los exorcismos y al agua bendita del deber ser. Supongo que al
lector le queda claro que no es preciso decir más nada sobre la inmoralidad de
la clase política toda vez que ahí ya todo está demostrado de manera palmaria
como mal consumado. Sobre la inmoralidad de las "beatíficas"
transnacionales a la hora de aplicarse a su negocio del crudo, le recomiendo
lea dos apuntes seriados que publiqué en este diario en torno a la historia de
PDVSA - la estatal del petróleo en Venezuela - desde los gobiernos neoliberaes
de los corruptazos Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera hasta el chavismo
corriente ( Ver enlaces 6 y 7 al pie de página ) Ahí podrá constatar con datos
duros que las transnacionales del petróleo siguen siendo las mismas que conoció
don Lázaro Cárdenas antes de la expropiación del petróleo, de tal forma que se pone
en claro que el oficio de las transnacionales del petróleo sigue siendo el
saqueo de todo país productor de petróleo que les abra las puertas y en
connivencia con los políticos nativos. Y fue precisamente por ello titulé esos
apuntes como: "Luis Giusti y PDVSA: Una lección para México".
Si la reforma energética pasa, ¿cree
Krauze que nuestro país pueda tener la suerte de ver a un político con el
talento sobresaliente de un Hugo Chávez o un Lázaro Cárdenas que pueda frenar y
expulsar a las transnacionales cuando éstas ya hayan intrusionado a PEMEX y
avanzado mucho tramo en su muy probable tarea de saqueo total?...Mire, sinceramente,
creo que las palabras de Krauze en este apartado están sobrecargadas de mucha
ingenuidad.
La tendencia privatizadora:
En su artículo en el Reforma
Krauze hace una crítica del nacionalismo en el contexto de la pugna en torno a
la reforma energética. Nos dice que, de ser derrotada la reforma por la prevalencia
del nacionalismo, en el corto plazo las transnacionales seguirán tan tranquilas
como siempre perforando pozos en el resto de países que las acogen y que México
será visto por la opinión internacional como un país indiferente a las
realidades del siglo XXI. Supongo que con esto Krauze ha querido decir que el
mundo seguirá en su tendencia privatizadora en la industria petrolera mientras
México persistirá clavado en el caduco estatismo.
Demuestro el error de Krauze en
este apartado recordando las declaraciones de Paolo Scaroni, presidente de la
petrolera ENI de Italia, durante el XI Foro Internacional de la Energía que
tuvo verificativo en la ciudad de Roma. ( Ver enlace 8 al pie de página ) En
esa ocasión Scaroni declaró que las transnacionales del petróleo están
perdiendo de forma creciente su control sobre las reservas y la producción de
crudo y que ello está revirtiendo en su contra la relación con las empresas
estatales del sector. Según Scaroni, esto se debe a la creciente estatización
de las reservas y de la producción de hidrocarburos en el tiempo por actos de
nacionalización en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina o
Argelia, por citar algunos casos. Pero Scaroni va más lejos y da cifras de
tendencias para soportar lo dicho. En este sentido, nos dice que en la década
de 1970 las transnacionales controlaban cerca del 75 % de las reservas de crudo
conocidas en el mundo y el 80 % de la producción. Sin embargo, hoy en día las
transnacionales solo controlan el 6 % de las reservas de crudo y el 20 % por
ciento de las de gas. En cuanto a producción, Scaroni precisó que las
transnacionales solo tienen el control del 24 % del crudo y el 35 % del gas, en
tanto que el resto de la participación en ambos productos va quedando cada vez
más en manos de las compañías estatales. Pero lo más importante es que Scaroni
señala que las tendencias históricas indican que el control gubernamental sobre
los hidrocarburos crece y se acerca ya peligrosamente - peligroso para ellas,
las transnacionales - a la "barrera crítica del 90 %", lo cual
repercute en una disminución de la rentabilidad de las transnacionales.
Se concluye lo siguiente, y que echa
por tierra lo afirmado por Krauze: Si los mexicanos rechazan la reforma energética
solo se estarán refrendando como la sempiterna vanguardia de esta moderna
tendencia estatizadora del siglo XXI. Si acceden a la reforma energética,
estarán retrocediendo al pasado, al siglo XX.
La gran crisis:
Para Krauze, la derrota de la
reforma energética puede implicar para México un crisis monumental en el
mediano plazo por la probabilidad de que PEMEX no pueda sacar petróleo del
Golfo. Le recordamos a Krauze que ya vimos antes que, pase lo que pase, pase o
no pase la reforma energética, la decadencia de producción de petróleo en México
es irreversible en la tendencia de largo plazo, de tal forma que la gran crisis
energética es inevitable para nosotros. Tal vez la reforma energética pudiera
generar un boom ocasional y efímero y atenuar la decadencia por unos años, tal
como se pronostica sucederá en EUA con el Golfo y el shale; pero a la vuelta de
unos años la tendencia decadente se impondrá de nuevo. De eso puede estar
completamente seguro Krauze.
EPN y el derroche petrolero:
Otro costo que Krauze pronostica
para México en caso de que el nacionalismo se imponga a la reforma energética y
ésta no sea aprobada, es que la opinión internacional pensará de México como un
país ajeno a la racionalidad económica.
Es claro que México ya está en
decadencia imparable en la producción de petróleo. Además, como hemos visto
arriba - gastos de empresas petroleras y PEMEX y oferta global -, los datos de
los últimos años no permiten tener muchas esperanzas de que esto se mejore. En
situaciones así, la racionalidad económica prescribe frenar completamente el
derroche del petróleo restante, maximizar su ganancia neta y enderezar esas
ganancias primordialmente al desarrollo de un plan de contingencia a largo
plazo - ver diagnóstico Hirsch para EUA en 2005 - a fin de amortiguar el golpe
de la crisis que vendrá. Parte importante de esto es el desarrollo de nuevas
fuentes de energía que al menos se acerquen al poder energético del petróleo,
que no las hay de momento a escala comercial. Pero esto no se resuelve con
pequeños programitas aislados para el fomento de energías alternas que solo
sirven para tapar el ojo al macho, sino con un programa colosal de
investigación y desarrollo que puede requerir la mayor parte de las ganancias
del resto de petróleo.
No obstante lo anterior, resulta
que la reforma energética de EPN es el derroche completo por dos causas:
Primera, porque promueve una política volumétrica, que no es sino maximizar
producción sin cuidar precio, y que beneficia principalmente a los países
desarrollados. Segunda, porque desviará parte significativa de la renta
petrolera a ganancias de las transnacionales para echar a andar esa política
volumétrica.
Contrariamente a lo que piensa
Krauze, la reforma energética de EPN es una completa irracionalidad económica:
Derroche energético al por mayor en plena decadencia energética.
¿Y es necesario este derroche
energético al que aspira EPN con su reforma?:
Dice EPN que sí, que es inevitable
porque es preciso reactivar el crecimiento económico y, según él, esto solo
puede lograrse estimulando a la inversión privada. De ahí es que él afirma que
si no aprobamos la reforma energética para abrir las puertas a la inversión
privada, nos hundimos.
Más mentiras. En mi anterior
artículo en este diario, titulado "A EPN: Cómo crecer sin explotar y
expropiar a los mexicanos" ( Ver enlace 9 al pie de página ), adelanté una
idea alternativa de crecimiento. Se trata de partir del principio de restituir
el poder de compra escamoteado al salario de los trabajadores desde 1976 por
parte del capital privado sin que éste transfiera esa restitución a precios
incrementados. Esto dispararía un círculo virtuoso para el crecimiento: Se
estimula el gasto de las familias, luego se alienta al mercado interno, luego
la inversión, luego la producción, luego el empleo y el crecimiento. Y como se
habría instalado la justicia económica por principio - restitución del poder de
compra escamoteado a los trabajadores desde 1976 -, la derrama del crecimiento
es justa y ya no habría cuellos de botella que impidan la replicación del
crecimiento.
Dijimos en ese escrito que esta
propuesta goza de las siguientes ventajas con respecto al modelo de crecimiento
de EPN: Tiene más potencial para impulsar el crecimiento en términos
cuantitativos - el gasto de las familias es con mucho la parte más importante del
PIB y lo que hay que restituir en justicia al salario es un porcentaje bastante
significativo -; nos hace más independientes del exterior; no implica más
sacrificios para los mexicanos; instala la justicia en las relaciones
económicas de los mexicanos; nos libera de la "necesidad" de
privatizar la renta petrolera y evita el derroche energético consecuente.
Entre el hecho consumado y el
deber ser:
Lo único que puede evitar el
poner en marcha la estrategia de crecimiento por la vía del gasto de las familias
- ver apartado anterior - sería la resistencia de los grupos de capital privado
a restituir el poder de compra que han robado a los trabajadores desde 1976. Con
todo, la razón nos indica con el deber ser que la injusticia en las relaciones
económicas de los mexicanos tiene que resolverse pese a la resistencia de los
grupos de capital privado. No resolverla es aceptar el hecho consumado sin
escrúpulos y esto es obrar contra la razón. No obstante esto, sabemos que EPN y
el PRI asumen esa injusticia económica como hecho consumado, porque no la
resuelven y no quieren resolverla, y de ahí proponen luego un modelo de
crecimiento fincado en la injusticia y para la injusticia. ¿No son, pues, EPN y
su partido la irracionalidad misma?
Teología y nacionalismo:
Dice Krauze en su artículo del
New York Times lo siguiente: En casi todos los países el petróleo es asunto
económico-práctico. Solo en México es asunto de teología secular.
Me parece un desacierto de Krauze
el que piense así. Toda teología, independientemente de su matiz doctrinario,
incluido el secular, tiene por objeto exclusivo a Dios, su existencia,
naturaleza y atributos, así como su relación con el mundo. Y lo cierto es que en
México nadie ha metido a Dios en este asunto. Pienso que tal vez Krauze utilizó
esta expresión para referirse con ironía a su creencia de que los que nos
oponemos a la reforma energética lo hacemos postulando un carácter sagrado en
el petróleo. Sin embargo, ya le demostramos a Krauze en este artículo que
nuestra resistencia a la reforma energética no está aferrada a fuerzas
sobrenaturales, fetiches, prejuicios, sino a un saber teórico-práctico en la
materia y a un querer fundado en el deber ser. Y le aseguro a Krauze que aun
los más hoscos de entendederas de entre aquellos que nos oponemos a la reforma
energética llegamos a las mismas conclusiones que los más versados con puros
golpes de intuición o saber práctico. Que él, Krauze, no quiera ver lo que
nosotros vemos, es porque tiene muchos errores de apreciación tal como ya
demostramos en este escrito.
Estoy de acuerdo en mucho de lo
que dice Krauze sobre el nacionalismo. Sin embargo, creo que no hay que ser tan
rígidos o dogmáticos con este asunto. Orwell no siempre tuvo la razón y el
nacionalismo no siempre es malo. En los asuntos prácticos, como es la política,
la validez de una idea se juzga desde dos criterios: Verdad y utilidad. El
plano de la verdad determina si una idea refleja la realidad, en tanto que el
de la utilidad determina si la idea sirve al logro de un determinado propósito
práctico a nivel individual o social. Sabemos, además, que en estas cosas hay
preponderancia del criterio de utilidad, de tal forma que una idea puede ser tenida
por válida si es útil y no obstante que no sea del todo verdadera. En estos
casos actuamos en el "como si" - como si el mundo fuera según postula
la idea -. De esta forma, si una idea es útil para que una sociedad promueva la
vida y su felicidad, luego la idea debe ser tenida por válida para esa
sociedad. Ahora bien, la relación de México con EUA siempre ha sido
problemática, sufriente, donde impera una actitud intrusiva de los yanquis con
nosotros, y creo que el mismo Krause reconoce esto de alguna forma. Y si algo
nos ha mantenido a salvo de ser completamente absorbidos por los gringos en esa
relación ha sido la idea de nacionalismo, la cual nos impulsa a oponer
resistencia a esa absorción. Así que si me atengo a los hechos y a la utilidad
de mi sociedad, no a lo que me diga Orwell, no puedo sino concluir que la idea
de nacionalismo es válida porque nos ha resultado tremendamente útil para
mantener algo de nuestra soberanía.
Habría mucho por decir respecto
al criterio de verdad en la idea del nacionalismo. En mi opinión, la considero
cierta, verdadera. Creo que la única forma en que podría ser descartada como
falsa sería asumiendo que EUA y los grandes capitales globales se han tornado
milagrosamente de diablos en beatíficos hijos de la...pero son quimeras. A
poner los pies en la cruda realidad.
Lamento mucho que Krauze se haya
referido a nosotros, a la mayoría de mexicanos, tal como lo hizo: Teológicos,
míticos. De golpe nos puso a los ojos de los gringos y del resto del mundo como
una multitud de entes animados atrapados en un primitivo pensamiento prelógico,
mitológico. Pero más lamento esto porque Krauze ha hecho esto injustamente. En
efecto, es injusto porque califica de prejuiciosos y equivocados a quienes se
oponen a la reforma energética, cuando él es el de los errores y los prejuicios.
Buen día.
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