Ildefonso Guajardo Villarreal,
secretario de economía del régimen de EPN, lanzó recién un breve artículo en un
diario de circulación nacional titulado "Una historia que contar" (
Ver enlace 1 al pie de página ) En ese escrito, Ildefonso nos dice que EPN
desistió de ir al penúltimo foro de Davos porque prefirió esperar a la
concreción de su programa de reformas a efecto de poder acudir al siguiente
foro - el que recién ocurrió - para poder contar, no una historia proyectada a
futuro, sino una historia real: La historia del México de EPN, el ya reformado...aunque
con decretos autoritarios, a la fuerza.
Me interesó el artículo porque
ahí Ildefonso nos da en grandes pinceladas lo que es el "México
reformado" de EPN. A grandes rasgos, lo describe de la siguiente forma:
México posee de tiempo atrás
cualidades que lo hacen un lugar confiable para invertir: Estabilidad
macroeconómica, solidez política, bono demográfico, un capital humano capaz de
adaptarse al uso de tecnologías de punta, el compromiso irrestricto con el
libre comercio, mercado interno en crecimiento, y una estructura competitiva
orientada hacia los mercados de exportación. El programa de reformas de EPN
refuerza y lleva a plenitud estas cualidades sobre todo porque impulsa a la
competencia, lo cual consolidará más a México como un lugar atractivo para las
inversiones y como una vigorosa plataforma exportadora. En consecuencia, el
programa de reformas de EPN desencadenará el verdadero potencial de crecimiento
económico del país, lo cual traerá a su vez un futuro prometedor, incluyente y
próspero para todos los mexicanos.
El discurso de Ildefonso es casi
inobjetable. Dice muchas verdades. Cierto que los negocios, las inversiones, el
empleo, el consumo, la producción y la actividad económica general siempre
crecerán a medida que el Estado adecúe el entramado institucional a fin de
estimular al capital privado por la vía de las ganancias. Cierto también que es
muy posible que el programa reformatorio de EPN aliente la inversión, el empleo
y el crecimiento económico, porque no es sino un programa de aliento al capital
privado, un anzuelo de ganancias muy seductor para ese factor a fin de que nos
haga "el favor" de invertir más en el país y darnos más empleo a los
mexicanos. Pero dije que su discurso es "casi inobjetable" porque Ildefonso
hace una extrapolación a futuro muy temeraria que es falsa por imposible o por
lo menos muy remotamente posible; me refiero a esa afirmación que lanza en el
sentido de que el programa reformatorio de EPN se traducirá en un futuro
prometedor, incluyente y próspero para todos los mexicanos.
Esta afirmación de Ildefonso no
alcanza a ser cierta ni en el libro de texto de economía porque sabemos que siempre
es posible que el mecanismo de mercado pueda dar un resultado eficiente con un
estado de bienestar deplorable. Pero si en el libro de texto esto es así, en la
economía del mundo real el asunto es todavía más problemático. Así que no basta
que un país reporte intensa actividad económica y exportadora para desde ahí
afirmar, sin más, como hace Ildefonso, que ese país estará gozando de progreso
y bienestar general. Para poder afirmar la existencia de una relación de causalidad
efectiva que vaya del crecimiento al progreso y el bienestar general en el caso
de un país determinado, antes hay que demostrar objetivamente que existe una
estructura económica que sí permite la derrama de los beneficios del
crecimiento para todos. Así que para conocer el grado de verdad de la
afirmación de Ildefonso debemos indagar si nuestro país cuenta con una
estructura de relaciones económicas tal que sí permite la derrama de los
beneficios del crecimiento para todos. Esto es relativamente fácil de hacer
porque solo tenemos que voltear la mirada a la historia económica reciente,
como haremos enseguida.
Antes que nada, aclaremos que el
programa reformatorio de EPN no es sino la prosecución de una política
económica del PRIAN enfocada a estimular de manera preferencial al capital
privado que se viene presentando por lo menos desde mediados de los años 70,
que se intensifica en los años 80 con el arribo del neoliberalismo y su
programa de privatización creciente del Estado, y que se mantiene hasta nuestros
días. Sabemos que esa orientación privatizadora - o favorable a la
"competencia" - ha ido ganando terreno al paso del tiempo y parece
que alcanza ya su pináculo más logrado con el programa reformatorio de EPN.
Ahora bien, en varios artículos en este diario hemos hablado sobre el grave
problema de precarización de los salarios y de la clase trabajadora que se ha
verificado con esa política económica en favor del capital privado. Se trata de
un proceso de precarización que ha reportado por lo menos una pérdida del 75 %
del poder de compra del salario mínimo actual cuando comparado al de 1976. Hemos
dicho también lo siguiente en torno a esa precarización de los salarios y los
trabajadores: Que se debe a los decretos arbitrarios de la clase política prianista
en la materia en connivencia con los líderes charros y los organismos
empresariales; que se debe al efecto erosivo de la inflación real, que "curiosamente"
siempre supera a la inflación esperada en los decretos del PRIAN en la materia;
que este problema es más grave cuando consideramos que en la determinación por
decreto de los salarios nunca se toma en cuenta la productividad del trabajo;
que esta precarización es una transferencia ilegítima de riqueza desde el
trabajo hacia el capital privado y que, en esencia, es la causa fundamental de
la pobreza y la desigualdad económica en este país. Además, hemos dicho que
esto no se puede pasar por alto apelando a lo efímero por dos motivos: En
primer lugar, porque el salario mínimo es el eje de gravitación de todos los
contratos laborales en este país; y si el eje está precarizado, es forzoso que
también lo esté todo contrato en la materia. En segundo lugar, porque cerca de
20 millones de trabajadores no ganan más de dos salarios mínimos en este país;
y si usted le mete números a esa cifra, a razón de 2 ó 3 personas por
trabajador en esa parcela, llegará a una cifra que se acerca a la cantidad
multimillonaria de miserables reconocidos en este país.
Todo este proceso perverso contra
el trabajo es lo que ha llevado a México a dos resultados ya bien conocidos
porque es la realidad del día a día. Por un lado, la precarización del trabajo
ha deprimido el potencial del mercado interno porque no hay poder de compra en
el grueso de los consumidores, que son los trabajadores, y esto ha reducido las
oportunidades de inversión en esa parcela. No es sino por esto que el capital
privado se ha orientado con preferencia al mercado externo - las exportaciones
-, dejando el mercado interno para la producción de bienes y servicios para
pobres, para miserables, con escaso valor agregado. A su vez, este giro
preferente hacia el mercado externo se refuerza por la misma precarización del los
trabajadores mexicanos. En efecto, si los trabajadores mexicanos han sido
precarizados al grado de llevarnos a formar parte de un selecto club de países
conocidos como "los países de los microsalarios", es necesario que
México sea visto por el capital privado nacional e internacional como una
excelente oportunidad para explotar legalmente a los trabajadores y producir
con ventajas de costo para el mercado externo.
Por lo demás, es evidente que el
programa reformatorio de EPN solo viene a ahondar ese proceso de precarización
del trabajo. En su capítulo laboral, dicho programa reformatorio no contempla
en absoluto alguna medida, no ya para revertir esa precarización, sino al menos
para frenarla. Además, ya está demostrado en los hechos que lo que en teoría
era una reforma fiscal para castigar al capital privado, terminó convertida en
un IVA camuflado que castiga a los consumidores, que no son sino los
trabajadores ya muy precarizados - de esto ya hemos hablado en muchos artículos
antes en este diario -. En esencia, pues, el programa reformatorio de EPN está
diseñado para mandar el siguiente mensaje oculto al capital privado: Hemos
dispuesto las cosas de tal forma que está listo el escenario para seguir
precarizando y explotando a los trabajadores mexicanos a placer y a más y
mejor. Y es esta cruda realidad la que se oculta en la retórica ortodoxa de Ildefonso
cuando nos dice, por ejemplo, lo siguiente: Somos una vigorosa plataforma
exportadora; tenemos bono demográfico; nuestro trabajadores son muy adaptables...lo
cual no significa otra cosa que lo siguiente: Tenemos una masa de trabajadores
precarizada, muy barata y obediente, a su entera disposición. Como puede ver,
es un discurso muy propio de economistas escolásticos y ortodoxos, dogmáticos,
pero no de un político humanista, con visión amplia de la política.
Muy discutible todavía si el
programa reformatorio de EPN logrará estimular el crecimiento como dicen. No es
muy claro el asunto. Personalmente, creo que solo será un boom efímero
reforzado con el artificio tramposo del estimulo al crédito, y diseñado para
justificar la expropiación petrolera de EPN en favor de las trasnacionales. Sin
embargo, creo que con lo dicho hasta aquí ya demostramos que la afirmación de
Ildefonso en torno a que el programa de reformas de EPN se reflejará en
progreso y bienestar para todos es muy improbable, por no decir falsa por imposible
según son los hechos. Esto, porque está demostrado que nuestra estructura de
relaciones económicas está diseñada por decreto autoritario para derramar los
beneficios del crecimiento y el progreso en favor de los propietarios del
capital privado pero no así sobre los trabajadores. Los hechos refutan y echan
por tierra la afirmación de Ildefonso de manera palmaria.
Es evidente, pues, que EPN nos
cuenta solo la parte bonita de la historia, la parte que fue a contar a Davos,
la parte que nos cuenta en los medios mexicanos, tal como lo hizo Ildefonso en
el artículo citado. Es la historia del estímulo al capital privado que, en
teoría, ha de alentar el crecimiento. Pero es una historia bonita que remata en
una gran mentira en tanto afirma algo que no tiene correlato en los hechos: Ese
crecimiento - dicen ellos - será bienestar para todos. Y sabemos de la mentira porque
nos queda claro ya que dicho modelo prianista tiene una historia real que permanece
sin contar, y que es la parte horrible, inhumana: En el caso de México, toda
política en pro de los intereses del capital privado se traduce en más precarización
del trabajo, más concentración de la riqueza y el ingreso en favor de los
propietarios del capital, y la consecuente exacerbación de la desigualdad y la
injusticia en nuestra sociedad.
¿Son capaces de mentir los
prianistas en ese nivel?
Bastaría apelar a la sabiduría de
Santayana y Ortega y Gasset para darnos cuenta que la inveterada y demostrada
inclinación del PRIAN a mentir y saquear al país es motivo suficiente para
creer que son capaces de esas mentiras y mucho más. Pero no necesitamos apelar
a la historia completa y sus lecciones para deliberar esto. Nos basta recordar
que EPN y su partido ya mintieron en el caso de la reforma fiscal puesto que
ésta, de ser en teoría un castigo para el capital privado, resultó un IVA
camuflado a cargo de los trabajadores. ¿Quiere más evidencia fresca de la
inclinación del PRI a mentir y a saquear? Más no se puede.
Ahora bien: ¿Qué pensaría de mí
si yo le dijera a usted lo siguiente?: "Los nativos de la India colonial
de tiempos del imperio británico victoriano gozaban de un estupendo nivel de
progreso y bienestar general en virtud de que su país era la colonia con más
importancia económica y la plataforma exportadora del imperio británico."
De cierto que usted llegaría a
las siguientes conclusiones posibles: O Nolato está loco, o está mal informado,
o es un gran mentiroso. Esto, porque usted tiene a la mano una historia
documentada que nos describe detalladamente la cruda realidad económica,
política y social de los indios - o hindúes - de la época victoriana. Y esa
historia registrada y sí contada nos habla de que esa febril actividad
económica y exportadora de la India colonial se fundamentaba en unas relaciones
económicas que nos hablan de avasallamiento, precarización y explotación del
trabajo nativo, discriminación, y saqueo y despojo del capital privado británico;
es decir, de unas relaciones económicas instauradas por decreto arbitrario de
la Corona británica en connivencia con la Compañía de las Indias Orientales que
solo derramaban los beneficios del crecimiento y el progreso de la India sobre el
capital privado de los británicos y no así sobre los hindúes victorianos.
Y bien, aunque le parezca cómico,
cuando Ildefonso Guajardo y EPN nos dicen que su programa reformatorio se
traducirá en más progreso y bienestar para todos los mexicanos, están actuando
igual que yo en ese escenario imaginario. Y están actuando de esa forma porque ocultan
y dejan sin contar una historia real: La referente a la precarización de los
trabajadores mexicanos que subyace oculta en su modelo económico perverso y en
su discurso.
Yo ya le conté aquí a grandes
rasgos la historia real del modelo económico neoliberal de los prianistas, la
que ellos no cuentan, la que ocultan. Así que le pregunto: ¿Está dispuesto a
creer que el programa reformatorio de EPN se traducirá en progreso y bienestar
para todos?
Le recuerdo algo muy importante:
Solo el muy idiota argumenta contra los hechos. ¿Está dispuesto a parecer muy
idiota con tal de creer en EPN?
Buen día.
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