Es un hecho que el saldo del régimen de EPN hasta el momento
es negativo con respecto al cumplimiento de su programa de gobierno. Cierto que
se habrá cumplido una buena cantidad de metas en lo que toca a los medios
previstos en dicho programa - reformas -, pero en lo que atañe a los fines del
mismo - al menos en crecimiento - los resultados son algo peor que mediocres. No
paso a la dimensión bienestar porque el saldo ya se nos va a números negativos.
Añada a esto que el futuro no se ve promisorio para el régimen porque resulta que
la caída en los ingresos petroleros ha terminado por llevar al régimen a la
necesidad de someter a la sociedad civil a un régimen de austeridad durante los
siguientes dos años. En general, creo que en esto ya no hay espacio alguno para
las controversias o los esclarecimientos puesto que los hechos están consumados
en cifras y es tonto argumentar contra la realidad.
También validan lo anterior los más importantes medios
internacionales especializados en economía y finanzas porque apuntan por estos
tiempos a la coincidencia en una conclusión muy importante: las promesas
económicas de EPN se han venido abajo de manera estrepitosa. Por supuesto que
la posición de estos medios tienen especial interés como valor probatorio
porque fueron ellos precisamente los que se ocuparon en elogiar por sistema el
programa de gobierno de EPN en los últimos tiempos. A este respecto, por
ejemplo, nos dice lo siguiente el Financial Times:
"El gobierno todavía espera que el crecimiento económico
de 5% se pueda alcanzar en 2018, pero las promesas de Enrique Peña Nieto se han
venido abajo con un estruendo. Ahora, su nuevo y poco atractivo lema es: 'Hacer
más con menos'"
Cuando bien leído, salta a la vista que el asunto no es
menor. Digo esto porque si considera que las promesas de un régimen son
precisamente los fines de su programa de gobierno, entonces lo afirmado por
estos medios equivale prácticamente a la afirmación de que el programa de
gobierno de EPN se ha derrumbado estrepitosamente. Y tiene razón el Financial
Times en esa parte del lema porque ahora resulta que EPN, enfrentado al
derrumbe y a la austeridad, ha cambiado del optimista lema del "Mover a
México" al derrotista lema de "Hacer más con menos".
Pero creo que hay que corregir al Financial Times en varias
partes porque parece que se ha quedado corto en sus afirmaciones.
El primer error del Financial Times estriba en eso de dar por
bueno el nuevo lema derrotista que EPN ha elegido. Por lo menos no se dio a la
tarea de someterlo a crítica. Lo cierto es que si nos atenemos a ciertas cifras
importantes, nos daremos cuenta que la realidad del régimen de EPN sólo nos da,
cuando mucho, para el siguiente lema: "Hacer menos con más". Vea
enseguida el porqué le digo esto.
De acuerdo al mismo Financial Times, la economía mexicana ha
crecido en 1.8 por ciento en promedio anual durante el régimen de EPN, cuando
el crecimiento promedio anual en el país durante los últimos 25 años ha sido
del 2.1 por ciento. Esto ya de suyo pone al régimen de EPN como el más ineficaz
entre los mediocres si consideramos que un crecimiento promedio del 2.1 % no es
para celebrarlo con gran optimismo. Así que, en estricto sentido, podríamos
decir que el régimen de EPN es el que nos ha dado menos resultados en los
últimos 25 años. Sin embargo, como este régimen ha sido el más caro en los
últimos 25 años, según constan en datos, ya tenemos dos conclusiones:
Primera, en lo que va de estos dos años de gobierno el lema
del régimen de EPN jamás fue "Mover a México", sino "Hacer menos
con mucho más". ¿No acaso fue el que menos creció pese a gozar del mayor gasto?
Segunda, lo más probable es que el nuevo lema del régimen
será: "Hacer mucho menos con mucho más", supuesto el caso de que la
decadencia en la gestión del régimen continúe, como parece será. Además, y como
ya sabemos, es altamente probable que el régimen sacrifique con la austeridad a
la sociedad civil pero no a la burocracia de lujo. Digo, por lo menos las
visitas de la familia presidencial a la exclusiva zona de Beverly Hills no nos
da buena señal en torno a cierta intención por difundir la austeridad
republicana por la vía del ejemplo.
Ahora bien, lejos de lo que afirma el Financial Times, el
programa de EPN no se derrumbó ahora, en estos tiempos; la verdad es que ese programa
estuvo derrumbado desde el mismo momento en que fue concebido en la prejuiciosa
mente de sus autores. En efecto, ese programa siempre fue inviable o al menos siempre
fue muy remotamente probable en el contexto económico real de México y el
mundo. Eso siempre lo supimos quienes nos dimos tiempo para analizar las
propuestas y promesas de EPN con sentido crítico y realista; esfuerzo del cual
hay constancia en múltiples artículos que publiqué en este diario tiempo atrás.
Basta recordar algunas cosas que reflexionábamos a ese respecto.
Se afirmaba, por ejemplo, la exigencia de crecer de manera
sostenible para de paso combatir a la pobreza, pero no se tocaban las variables
relevantes para lograr eso, como puede ser el replanteamiento de las relaciones
trabajo-capital para la rápida reversión en el histórico deterioro del poder de
compra de los trabajadores mexicanos, sin lo cual el consumo es incapaz de dar
salida a una producción en crecimiento. Digo, supuesto el caso de que no
quieren persistir en eso de connvertir a México en una sociedad esclavos al
servicio de las maquiladoras. Lo cierto es que usted no puede anular la pobreza
con solo el crecimiento, y menos en una economía como la nuestra, que está
estructurada de tal manera que empobrece sistemáticamente a los trabajadores
transfiriendo ingreso y riqueza desde éstos al capital. Para lograr algo como
esto usted necesita antes diseñar una estructura económica que permita el sano
flujo del crecimiento hacia todas las partes de la sociedad civil, que es algo
que jamás el régimen de EPN ni siquiera se permitió intentar. En su lugar,
abundaron en el deterioro del bienestar de los trabajadores por decreto con la
reforma laboral y sembraron todas sus esperanzas en una reforma energética que,
por sí misma, es irrelevante en el propósito de generar un crecimiento
sostenido y significativo que anule la pobreza. Recordamos también que el
régimen se encargó de propagar con un tono muy populista que la reforma fiscal
implicaría por fin un castigo fiscal al capital, no obstante que era
absolutamente previsible que esto terminaría siendo un IVA camuflado a cargo de
los consumidores, que no son sino los trabajadores de este país.
Pero en todo esto hay una gran ironía porque resulta que esos
medios internacionales especializados en economía y finanzas que ahora castigan
al régimen de EPN con los diagnósticos más terribles por realistas, fueron
precisamente los que hasta hace poco tiempo atrás elogiaban sistemáticamente el
programa de gobierno de EPN. Se reconoce que en esto no hay una inconsecuencia
total puesto que no están cuestionando el programa en sí mismo, sino que no
están satisfechos con los resultados. Pero esto no los salva de cierta
inconsecuencia porque ya están encontrados con sus predicciones optimistas de
inicio, lo cual nos hace dudar de su calidad de análisis.
¿Son tan idiotas o dogmáticos los analistas de estos medios
especializados como para no haber caído en la cuenta del carácter inviable de
este programa desde el principio de todo el proceso?
Antes de intentar responder a esto quiero hacer unas
aclaraciones importantes a fin de evitar pretextos inútiles y absurdos en los
partidarios de EPN.
Hemos avanzado tanto en el reconocimiento de la limitaciones
de la razón - falible y limitada - y de nuestras limitaciones en el
conocimiento de la realidad, que nuestra moderna noción de ciencia ha abandonado
la relación causa-efecto del mecanicismo para optar por el probabilismo y por localizar
el criterio principal de la ciencia en la previsibilidad de los fenómenos a
partir de elementos objetivos de juicio. En la ciencia económica esto significa
que un verdadero economista, un economista científico, es aquel que es capaz de
acertar las más de las veces, con un error probable y un nivel de confianza, en
la predicción de eventos futuros a partir de datos objetivos y antecedentes.
Por supuesto que en esto los errores de la previsión se minimizan en la medida en
que el economista realice buenos análisis de las situaciones iniciales de tal
forma que considere en su ecuación al menos las variables significativas. En
virtud de lo anterior, no es aceptable jamás que un economista cometa errores
de predicción frecuentes y menos que esté acudiendo sistemáticamente al
pretexto de las variables endógenas y la incertidumbre para justificar sus
errores de análisis, que con frecuencia son sesgos derivados de preferencias
ideológicas o de criterios de utilidad en el negocio privado.
En el caso extremo de un entorno de alta incertidumbre como
el que vivimos desde el año 2009 a nivel global, el sentido de responsabilidad
obliga a un buen economista a siempre precaverse de advertir acerca de ese
factor de alta incertidumbre en sus previsiones. Sin embargo, si el lector
recuerda las cosas en este asunto del programa de EPN, podrá recordar que esos
medios internacionales, y los mismos economistas del régimen de EPN, jamás se
cuidaron de la incertidumbre. Por el contrario, durante casi dos años y hasta hace
poco, su discurso siempre estuvo colmado de total certeza.
- Si los mexicanos privatizan la renta petrolera les irá muy
bien, conocerán por fin las glorias del crecimiento y el desarrollo.
¿No era acaso éste el eje del discurso de completa certeza en
esos medios internacionales y en los economistas del régimen?
Sinceramente, ni creo que los analistas de esos medios
internacionales sean idiotas y ni creo que sean tan ciegos cuando están frente
a su tabernáculo - dogmas o mitología económica -. Y lo mismo aplico a los
economista del régimen. Creo que ellos sabían desde el principio que el
programa de EPN era muy remotamente probable, si no es que imposible. Pero si
se empeñaban en elogiar a este programa hasta dotarlo de la increíble certidumbre
total, no era sino porque su propósito real, pero oculto, era persuadir a los
ingenuos mexicanos de la necesidad de proceder a la reforma energética, misma
que siempre nos dibujaron como precondición irrevocable para la realización de
la mitología económica del régimen de EPN. Y si sólo hasta ahora esos analistas
de medios empiezan a ser críticos y realistas, más exactos y precavidos en sus
previsiones, no es sino porque ya lograron su propósito: privatizar la renta
petrolera de los mexicanos.
Y por supuesto que tiene mucho sentido ese giro de actitud de
los analistas de medios: si ya lograron el objetivo - expropiar la renta
petrolera - ya no es necesario sacrificar prestigio profesional apostando a la
realización de la mitología económica del régimen de EPN. Algo que sería
simplemente insólito. ¿O qué? ¿Se creía usted que a esos medios internacionales
les interesa el futuro de los mexicanos? Despierte, su interés era la renta
petrolera de los mexicanos.
La calidad de vida de una sociedad civil no está determinada
sólo por variables económicas. En esto entran en juego múltiples dimensiones de
la realidad social con sus variables respectivas. Así que un balance justo
sobre el régimen de EPN no se cierra con el crecimiento y las demás variables
de la macroeconomía. Pero si ampliamos el alcance del balance no hay buen
negocio por el régimen de EPN. Basta que el lector deslice al balance las
variables del gran escándalo nacional, como Tlatlaya, Ayotzinapa, Casa Blanca,
Malinalco y Aristegui y las que salgan al paso, para concluir que el saldo
provisional para el régimen de EPN es simplemente ruinoso. Hablamos de muy serias
y negativas afectaciones a esta pobre tentativa de democracia mexicana.
Como dije, tal vez el lema que mejor le ajusta a la realidad
del régimen de EPN de aquí en adelante es: "Hacer mucho menos con mucho
más".
Y eso es todo.
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