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By Gage Skidmore |
Parece que el frente pro latino ha asumido de una manera un
poco fantasiosa e hipócrita el escándalo sobre la cuestión racial que ha
desatado Donald Trump. Contrariamente a lo que ellos pretenden difundir, Trump
no inventó el racismo, no es el único racista en EUA, y no está dando un curso
introductorio al racismo a sus
compatriotas. En efecto, parece que han olvidado que la genuina tradición norteamericana enfatiza mucho la importancia de la variable raza y sus prejuicios derivados en la forma de racismo puro, hasta el grado que podría afirmarse que el norteamericano promedio siempre muestra alguna conducta racista en algún grado. A raíz de esto, no se atreven o no atinan a comprender que Trump está realizando un ejercicio electoral de siquiatría aplicada: la explotación con fines particulares - en este caso ganar una elección presidencial - de un cúmulo de prejuicios racistas que gozan de amplia difusión y aceptación en el electorado. En llano, la verdad es que Donald Trump sólo le está diciendo a los electores norteamericanos lo que quieren escuchar en la cuestión racial, y pese a que muchos de esos electores no se atrevan a reconocer públicamente su adhesión al discurso racista. Y desde luego que no hay que pasar por alto que las acciones de Donald Trump en esta parte son bastante reprochables en virtud de que está acudiendo a un maquiavelismo vulgar que promueve prejuicios muy peligrosos y abyectos.
compatriotas. En efecto, parece que han olvidado que la genuina tradición norteamericana enfatiza mucho la importancia de la variable raza y sus prejuicios derivados en la forma de racismo puro, hasta el grado que podría afirmarse que el norteamericano promedio siempre muestra alguna conducta racista en algún grado. A raíz de esto, no se atreven o no atinan a comprender que Trump está realizando un ejercicio electoral de siquiatría aplicada: la explotación con fines particulares - en este caso ganar una elección presidencial - de un cúmulo de prejuicios racistas que gozan de amplia difusión y aceptación en el electorado. En llano, la verdad es que Donald Trump sólo le está diciendo a los electores norteamericanos lo que quieren escuchar en la cuestión racial, y pese a que muchos de esos electores no se atrevan a reconocer públicamente su adhesión al discurso racista. Y desde luego que no hay que pasar por alto que las acciones de Donald Trump en esta parte son bastante reprochables en virtud de que está acudiendo a un maquiavelismo vulgar que promueve prejuicios muy peligrosos y abyectos.
Como consecuencia de esa falta de sinceridad, ese frente pro
latino no se ha enterado de que su misma actividad de protesta, una vez inserta
en la pervertida lógica del racismo, está sirviendo como fuerza impulsora y
replicante del mismo espíritu racista en muchos norteamericanos. Así opera la
lógica del racismo: toda protesta o rebelión de aquella que es considerada la
antirraza parásita sólo sirve de combustible emocional al espíritu racista. De
cierto que en una sociedad con un arraigado y fuerte sentido aristocrático y
racista, como es el caso de EUA, ni los ciudadanos más razonables aprobarán que
los individuos de la que es considerada por ellos como la plebe o la antirraza,
critiquen o agredan a un ciudadano o a los miembros más notables de su
aristocracia, y así la razón les asista en su crítica o agresión. Aquí los
"valores" racistas siempre preceden a la verdad en el plano de esa
pervertida lógica. Y no debe mover a escándalo cuando hablamos de plebe o
antirraza, porque lo cierto es que el norteamericano racista así concibe a los
latinos inmigrantes.
El frente pro latino incurre en un anacronismo que lo ha
desconectado de la realidad actual de EUA hasta llevarlo a asumir posturas un
tanto inconsecuentes. El problema es que se asumen en un campo donde se postula
una idea de EUA que ya no existe desde muchos años atrás: el EUA del sueño
americano. De ahí es que con frecuencia cometen el error de apostrofar en sus
argumentos de protesta y defensa la idea de un EUA cómo la tierra de las
grandes y muchas oportunidades. Pero nada más falso que esto. Contrariamente a
lo que ellos creen, sabemos que el EUA de hoy, el actual, el real, es un país
que atraviesa por una prolongada fase de crisis y decadencia que no parece
tener fin. Podría citarle aquí una multitud de variables críticas como
indicadores de esa situación de crisis y decadencia - una deuda impagable, un
sistema de bienestar al punto de la quiebra, 120 millones de individuos
recibiendo alguna ayuda pública, una población sin ahorros y sin poder de
compra, etc. -, pero me basta con decirle algo como lo siguiente.
EUA, como otros países, formó mucho tiempo atrás una reserva
estratégica de petróleo. Está constituida por petróleo de alta calidad y muy
bajo costo que data de los tiempos en que este país alcanzó su pico petrolero a
principios de los años 70 del siglo XX. Es una reserva pensada para enfrentar
problemas de escasez de coyuntura o definitivos. Sin embargo, el gobierno de
ese país acaba de anunciar que venderá buena parte de esa reserva a fin de
poder cubrir sus compromisos de gastos de gobierno porque desde hace años atrás
se encuentra en déficit y no ha podido resolver este problema. El problema
mayor es que ha decidido hacer esto cuando los precios del petróleo están
alcanzando su nivel más bajo en muchos años, lo cual equivale a malbaratar una importante
reserva de riqueza con un alto sentido estratégico. Es evidente, pues, que se
trata de una acción desesperada por la indigencia económica que viene
arrastrando ese país desde muchos años atrás. Hacer esto es equivalente a la
acción desesperada de aquel sujeto que malarata el patrimonio familiar cuando
enfrenta problemas financieros que ya le parecen insalvables.
Ahora bien, esa crisis y decadencia en EUA se está reflejando
en una creciente cancelación de las posibilidades de trabajo para los latinos
inmigrantes en aquel país. Sabemos, por ejemplo, que la participación laboral
está en picada desde muchos meses atrás, y que la nómina agrícola va en picada
desde mediados de este año. De esta forma, en la mentalidad de los
norteamericanos los inmigrantes latinos han pasado de ser una solución a bajo
costo para las ocupaciones indeseables en el contexto del antiguo y ya extinto
EUA, a ser un costoso problema en el contexto actual de un EUA en crisis y
decadencia.
Es un hecho conocido que los latinos inmigrantes son cada vez
más un problema en la mentalidad de la clase trabajadora norteamericana porque,
en su opinión, están presionando el mercado de trabajo, lo cual se refleja en
menos oportunidades de empleo y más bajos salarios reales para los trabajadores
norteamericanos. A primera vista esto nos podría parecer un argumento absurdo
porque tendemos a pensar esta situación con el mismo sesgo del frente pro
latino, es decir, creyendo que todavía estamos en el viejo EUA del sueño
americano donde los norteamericanos se daban el lujo de despreciar ciertos
trabajos considerados indignos. Pero lo cierto es que se trata de un argumento
muy razonable porque sabemos que la situación actual de ese país es totalmente
diferente a la del viejo sueño americano. En efecto, hoy en día, y por efecto
de la crisis y decadencia, cada vez más norteamericanos están dispuestos a
tomar esos trabajos antes considerados indignos a cambio de un salario, o bien
a realizar por cuenta propia aquellas tareas que antes depositaban en manos de
los inmigrantes latinos a cambio de un pago exiguo. Y siendo así, es obvio que
los inmigrantes latinos se van convirtiendo, de una solución a bajo costo, en
un problema de muy alto costo.
En la mentalidad de muchos norteamericanos los inmigrantes latinos
también se están convirtiendo en un serio problema para el sistema de bienestar
del gobierno de aquel país, que ya está cerca de la quiebra financiera. Se
anuncia ya que para el año 2017 dicho sistema tendrá que ser declarado en
quiebra. Y nada más natural que se tienda a pensar que una de las formas de
resolver este problema es aliviando la carga de personas sobre el mismo sistema
de bienestar. Y como la cuerda se rompe siempre por lo más delgado…
En general, este anacronismo del frente pro latino los lleva
con frecuencia a asumir posturas un tanto inconsecuentes con la crítica
realidad de los EUA. Lo cierto es que ese país está muy lejos de ser lo que
ellos creen, porque ha pasado a ser la tierra de las oportunidades
decrecientes. Pero hay otros problemas con el frente pro latino que apuntan
hacia el campo moral.
Con sinceridad, yo no veo cómo se pueda controvertir
razonablemente en contra de los muchos norteamericanos que hoy en día se oponen
a la legalización de los inmigrantes latinos. Ni siquiera es necesario que
argumenten sobre los supuestos efectos depresivos de los inmigrantes latinos en
el mercado laboral y el sistema de bienestar por estos tiempos. Basta con que
apelen a juicios de propiedad y legalidad para ponernos fuera de combate en
esta discusión. Por desgracia, en este asunto estamos en la comprometida y
absurda situación de aquel sujeto que se opone a ser expulsado de una fiesta a
la cual no fue invitado. Y en esto no sirve de nada acudir al típico recurso de
recordar lo mucho que los inmigrantes latinos han aportado con su trabajo a
EUA, porque los norteamericanos antilatinos, fieles como son a su frío utilitarismo,
siempre podrán recordarnos puntualmente que es un trabajo sin méritos por
cuanto fue oportunamente retribuido con un salario.
Ahora bien, la sociedad de EUA está confrontando
políticamente el problema de los latinos inmigrantes desde que empezó su
proceso de crisis y decadencia años atrás. Sabemos que esto ha llevado a serios
desencuentros entre Obama y el Congreso de aquel país, y que han parado incluso
en las amenazas del presidente de tomar unilateralmente la decisión de
legalizar a los latinos inmigrantes. Y mientras esto ocurre allá, en el vecino
del norte, mientras ellos se pelean, resulta que los políticos de los países de
origen de esos latinos inmigrantes se rascan la panza limitándose a observar el
desarrollo del conflicto y siempre apostando a la posibilidad de que los
norteamericanos decidan por fin legalizar a toda esa multitud de sus coterráneos
expulsados y desarraigados a fin de librarse por fin de ellos. La gran ironía
en este punto es que la causa fundamental de ese problema en EUA está precisamente
en los políticos latinos por cuanto no han sido capaces de construir sistemas
económicos nativos que brinden suficientes oportunidades de empleo y con
salarios compensadores y decorosos a esos latinos inmigrantes. Y aunque EUA no
está libre de culpa en este asunto, debe reconocerse que sólo ha sido una causa
secundaria y consecuente del problema al haber ofrecido tradicionalmente una
demanda por esos latinos inmigrantes.
En lo que llevo de vida consciente no he escuchado jamás a
algún político mexicano que reconozca sin ambages las cosas tal como las apunté
en el párrafo anterior, es decir, que reconozca su culpabilidad por colaborar
en la construcción de un sistema económico nativo que ha llevado a millones de
compatriotas al extremo de asumir la condición de plebe insoportable o
antirraza parásita en EUA a cambio de una posibilidad de sobrevivir allá. Por
el contrario, lo que escucho de ellos es el frecuente regocijo por la subida de
las remesas o su preocupación por la caída en las mismas. Y por supuesto que, con
estas expresiones, me dejan claro que nadan de "muertito" frente al
problema y que desconocen que las remesas son una medida más de su incapacidad
culpable como políticos. Y esto no puede ser de otra forma si consideramos que
esas remesas son resultado de mexicanos que buscan la salvación de la ruina que
les promete su propio país y no una simple mejora económica.
Pero, por más que duela, hay que decir que los latinos
inmigrantes también tienen culpa en este problema porque han optado siempre por
aplacar la desesperación ante la potencial ruina a costa de su dignidad humana
y siempre desatendiendo la responsabilidad de corregir la causa esencial de su
problema: sus políticos ineficaces. Con sinceridad, no se puede concluir otra
cosa una vez que vemos esa férrea obstinación de muchos por persistir en EUA no
obstante el ser tratados por muchos norteamericanos como una plebe insoportable
o, en el peor de los casos, como una antirraza parásita.
En general, creo que esta parte de la batalla electoral en
torno a los inmigrantes ilegales ya la ganó Donald Trump gracias a tres
factores. En primer lugar, por la escasa o nula solidez en las posturas del
frente pro latino. En segundo lugar, porque Trump tuvo el descaro de decirle a
los norteamericanos lo que quieren escuchar en la cuestión racial, que es una
sinceridad nada elogiable dado el carácter abyecto del asunto. Y en tercer
lugar, porque Trump le está diciendo a la clase trabajadora norteamericana lo
que quiere escuchar en lo que atañe a los impactos negativos de los inmigrantes
latinos en el mercado laboral y el sistema de bienestar, y que, en mi opinión,
es acertado.
Tan ganada tiene esta batalla Donald Trump, que parece tener atrapado
al frente pro latino en una suerte de telaraña. Cada vez que el frente pro
latino se mueva en la telaraña para librarse de Trump, se verá más atrapado en
la misma - refuerza la adhesión a Trump -. Así que parece que en este punto lo
mejor para el frente pro latino es dejar de moverse y pasar a otros capítulos
de la vida política de EUA, si es que no quieren terminar engullidos por Donald
Trump.
Y eso es todo.
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