![]() |
Obama at American University, By Will White from Ridgefield, USA |
La crisis del 2008 en los EUA:
Hubo un momento en que el gobierno
de Bill Clinton optó por acudir a la empolvada Ley de Reinversión Comunitaria,
de 1977, para presionar a las entidades bancarias de EUA a fin de que
cumplieran con el ordenamiento de cubrir eficientemente las necesidades de
crédito de las comunidades donde estaban autorizados a operar, lo cual incluía
especialmente la necesidad de dar más préstamos hipotecarios a gente de bajos y
medianos ingresos, incluso si no cubrían los requisitos tradicionales para el
otorgamiento de este
tipo de créditos. El gobierno de Clinton llevó este asunto hasta sus últimas consecuencias al grado de imponer al sistema bancario cuotas de créditos hipotecarias a conceder, incluso por grupos étnicos y de ingresos, y donde se buscaba favorecer a las minorías étnicas y a los más pobres. Este nuevo sistema de trabajo con las entidades bancarias no acabó con Bill Clinton, prosiguió y se consolidó en el gobierno de Bush Jr. Evidentemente, esta política de los gobiernos de los EUA estaba apuntada a un fin no revelado: voto barato, o voto a cambio de créditos financieros para todos y sin límites. Pero esta laxitud normativa derivada de exigencias puramente políticas terminó por dar ocasión al surgimiento y consolidación de malas prácticas de negocios en el mercado. En efecto, a la larga ocurrió que los bancos ya tenían motivos suficientes para diseñar estrategias de negocios de ganancia rápida y fácil acudiendo al relajamiento total de sus viejas normas para el otorgamiento de créditos de todo tipo: créditos hipotecarios sin enganche, sin comprobantes de ingresos y etc.
tipo de créditos. El gobierno de Clinton llevó este asunto hasta sus últimas consecuencias al grado de imponer al sistema bancario cuotas de créditos hipotecarias a conceder, incluso por grupos étnicos y de ingresos, y donde se buscaba favorecer a las minorías étnicas y a los más pobres. Este nuevo sistema de trabajo con las entidades bancarias no acabó con Bill Clinton, prosiguió y se consolidó en el gobierno de Bush Jr. Evidentemente, esta política de los gobiernos de los EUA estaba apuntada a un fin no revelado: voto barato, o voto a cambio de créditos financieros para todos y sin límites. Pero esta laxitud normativa derivada de exigencias puramente políticas terminó por dar ocasión al surgimiento y consolidación de malas prácticas de negocios en el mercado. En efecto, a la larga ocurrió que los bancos ya tenían motivos suficientes para diseñar estrategias de negocios de ganancia rápida y fácil acudiendo al relajamiento total de sus viejas normas para el otorgamiento de créditos de todo tipo: créditos hipotecarios sin enganche, sin comprobantes de ingresos y etc.
Hasta antes de la crisis de 2008,
la Reserva Federal había mantenido las tasas de interés en niveles muy bajos
para estimular al consumo vía crédito y a la economía luego del golpe de la
burbuja especulativa del 2000, y donde un capítulo importante era precisamente el
estímulo a la adquisición de vivienda. Y vaya que esto también funcionó. Fueron
tiempos de un crecimiento consumo de los norteamericanos a niveles inusitados y
no obstante que el ingreso de los hogares permanecía estancado. Esto se reforzó
por el efecto China: entrada masiva a EUA de mercancías chinas a muy bajo precio
y la compra de bonos del tesoro de EUA por parte de China; y por supuesto que
estos préstamos de China aseguraban el consumo de sus mercancías en EUA. El
resultado acumulado de esto fue el rápido e inusitado crecimiento en los
precios de las viviendas y el endeudamiento de los norteamericanos. Hacia el
año 2008 el ingreso familiar promedio anual era de $50,000 dólares, en tanto
que la familia promedio poseía créditos por $117,000 dólares - préstamos
hipotecarios, para autos y estudios, así como tarjetas de crédito -. Y ni que
decir sobre el ruinoso estado de los ahorros de la familia promedio
norteamericana: solo alcanzaban la ridícula cifra de $400 dólares al año.
Como hasta antes de 2006 los
bancos asumían que los precios de las viviendas seguirían aumentando hasta el
infinito por la fiebre imparable de consumo de viviendas, no veían problemas
con eso de expansionar el crédito hipotecario sin freno, incluso para seguir concediendo
crédito hasta al que no tuviera capacidad de pago. Su lógica absurda era la
siguiente: si los precios de las viviendas seguirán subiendo, entonces no hay
problema si alguien entra en default o mora definitiva porque puedo ejecutar la
hipoteca y revenderla con un beneficio. Fue así como se expansionó
escandalosamente el fenómeno de las hipotecas subrpime, o préstamos de alto
riesgo dirigidos a personas sin los ingresos suficientes para cubrir sus pagos
mensuales por créditos, con lo cual se daba plena satisfacción a las política
de Clinton y Bush. Pero en esto había una trampa deliberada porque, si bien es
cierto que estos créditos iniciaban con intereses muy bajos, los mismos aumentaban
de manera espectacular a partir del segundo año. A su vez, los banqueros de
Wall Street diseñaron una fórmula tramposa a fin de poder vender esas hipotecas
de alto riesgo o chatarra al público inversionista: lograron que las compañías
de seguros aseguraran estos "activos" - hipotecas chatarra - contra
riesgos de default por parte del consumidor, y que las agencias calificadoras
de créditos les otorgaran las más altas calificaciones. ¿Algún norteamericano
ingenuo podía resistirse a comprar esos activos chatarra camuflados de activos
sólidos para la ganancia fácil y rápida? No, ninguno. Muchos mordieron el
anzuelo.
Fue así como se estuvo inflando
una hiperburbuja especulativa desde la era Bill Clinton y que estaba reportando
ganancias extraordinarias tremendas a bancos, empresas de crédito y
aseguradoras, pero que también había reportado extraordinarios dividendos
políticos a los gobiernos de Clinton y Bush Jr. Hablamos de ganancias económicas
que se cifraban en billones de dólares a base de pura conspiración y especulación.
Pero como siempre sucede en estos casos, la burbuja tenía que reventar
escandalosamente de un momento a otro.
Hacia el año 2007, que marca el inicio
de una recesión, el exceso de oferta de construcción de viviendas había
empezado a bajar los precios de viviendas, de tal forma que cada vez más
norteamericanos estaban en situación de deberle más al banco por una hipoteca
que lo que en realidad valía su casa. A su vez, los reajustes anuales en tasas
hipotecarias, sobre todo en el caso de las subprime, dejaban también a cada vez
más norteamericanos en default o mora definitiva en el pago de sus créditos. A
la larga, y como consecuencia de esto, los activos chatarra que había inventado
los banqueros de Wall Street fueron cayendo en su valor estrepitosamente, de
tal forma que se fueron encontrando en su libros contables con billones de
dólares invertidos en activos chatarra, papeles sin valor. La crisis llega en
el 2008 cuando estalla la hiperburbuja y el mercado de valores se derrumba a un
nivel sin precedentes desde 1931. Para eso momento los inversionistas timados
con los activos chatarra perdieron cerca de 7 trillones de dólares, con la
firma defraudadora Lehman Brothers a la cabeza de los "perdedores"
con cerca de 2.3 billones de dólares en pérdidas. Evidentemente, el resultado
de todo esto fue también una caída dramática en el consumo, el cierre de muchas
empresas y el crecimiento en el desempleo. Sólo entre el último trimestre de
2008 y el primero de 2009 el PIB se derrumbó en 6%. Estábamos hablando de una
recesión que se venía extendiendo desde 2007, que ya era la más larga desde
tiempos de la Gran Depresión, y que amenazaba con convertirse en una depresión
sin precedentes en la historia moderna.
Millones de norteamericanos
ordinarios perdieron mucho al reventar esta burbuja: muchos perdieron sus
viviendas o terminaron debiendo mucho más de lo que valían sus casas, otros muchos
perdieron sus ahorros de vida cuando éstos fueron invertidos por sus bancos o
empresas de inversión en los activos chatarra, y otros perdieron sus empleos y
empresas. Pero frente a la gran tragedia del pueblo de EUA estaban las
extraordinarias ganancias de los bancos y firmas especuladoras de Wall Street.
A finales de 2008, éstas habían pagado casi 20 billones de dólares en bonos a
sus altos ejecutivos y corredores. Solo la defraudadora Lehman Brothers recibió
5.7 billones en bonificaciones, con lo cual se pone en duda si esta empresa realmente
"quebró". Solo el "genio de las inversiones", Bernard Madoff,
logró generar pérdidas a muchos norteamericanos ingenuos por un valor de 50 billones
de dólares. Y todo esto ocurrió de principio a fin sin que el gobierno de los
EUA moviera un dedo regulador contra los especuladores. En efecto, los
gobiernos de los EUA solo se limitaron a ver cómo se inflaba la burbuja y cómo
reventaba en perjuicio de los norteamericanos ordinarios.
Por lo que respecta al gobierno
de Barack Obama, se ha limitado básicamente a tratar de rescatar a los
especuladores de Wall Street de su problema con los activos chatarra y a tratar de revivir a la economía
norteamericana con la tasa cero de la FED, que recién empezó a abandonar. Sin
embargo, sabemos que eso no ha dado los resultados esperados y que incluso se
reportan actos de corrupción empresarial con los fondos de rescate: no se
aplican a la actividad económica, sino a las cuentas de banco personales de los
beneficiados.
Como ya es evidente para el
lector, en la raíz de todo este problema están tres causas. En primer lugar, el
fundamentalismo del libre mercado que impera en los gobiernos norteamericanos
desde Ronald Reagan. Se trata de un dogma absurdo compartido por los políticos
y economistas neoliberales consistente en creer que los mercados se pueden
autorregular por sí solos para producir resultados eficientes para todos, pero
que la misma crisis del 2008 ya demostró como falso. En segundo lugar, una
clase empresarial cuya nueva ética apunta a un solo fin: la ganancia rápida y
sin esfuerzo. Y en tercer lugar, una clase política populista y corrompida.
La mentira de Barack Obama sobre
la crisis de 2008:
Barack Obama nos dijo en su
discurso sobre el estado de la Unión lo siguiente: "La crisis financiera
no la causaron las personas que reciben cupones de alimentos; la provocó la
imprudencia de Wall Street". Por lo apuntado en el apartado anterior,
supongo que al lector ya le queda claro que Obama está mintiendo o, en el mejor
de los casos para él, está diciendo verdades a medias, diciendo lo que le
conviene y omitiendo lo que no le conviene, lo
cual sigue equivaliendo a una mentira. Lo cierto es que la crisis del
2008 es una responsabilidad compartida de políticos y Wall Street, los primeros
por su deseo irracional de maximizar dividendos políticos, y los segundos por
su voracidad con las ganancias rápidas y sin esfuerzo. Y si somos rigorosos,
podríamos afirmar que los norteamericanos ordinarios también tienen su cuota de
responsabilidad porque obraron imprudentemente aceptando los cebos crediticios de
Wall Street y la Casa Blanca sin pensar en las consecuencias que se seguirían a
futuro con esa locura de consumo: no conocían el tamaño real de sus
posibilidades, y eso es una irresponsabilidad culpable.
La mentira de Barack Obama sobre
la inmigración:
Obama también nos dijo lo
siguiente en su discurso sobre el estado de la Unión: "Los inmigrantes no
son la razón por la que los salarios no han aumentado lo suficiente; esas
decisiones se toman en consejos directivos que suelen dar prioridad con
demasiada frecuencia a los beneficios trimestrales en vez de a los ingresos a
largo plazo." El análisis detallado de este asunto de la inmigración en
EUA lo dejaré para la continuación de una serie de artículos que estoy
escribiendo en este diario sobre Donald Trump, pero adelanto algunas
observaciones generales que sirven para poner al descubierto la mentira de
Obama en este punto.
En primer lugar, en las
investigaciones científicas que se han realizado en los EUA no hay acuerdo ni
nada concluyente en lo que toca a los efectos de la inmigración sobre las
"earnings" y salarios de los trabajadores. Algunos dicen que no
afecta, otros que sí pero no significativamente, y otros que sí y
significativamente. En mi opinión, las conclusiones suelen estar sesgadas por
las inclinaciones políticas de los investigadores. Sin embargo, y no obstante
lo anterior, parece que sí tiende a existir un acuerdo en que la inmigración sí
afecta por lo menos a los trabajadores norteamericanos de menor calificación
laboral, que suelen ser parte de los trabajadores más pobres y de grupos
sociales especiales que regularmente han sufrido discriminación laboral:
mujeres, afroamericanos, latinos, jóvenes, etc.
En segundo lugar, la caída o
crecimiento insuficiente en salarios reales que viene reportando EUA desde
finales de la década de los 70 del siglo pasado, es producto de varios factores
que operan al mismo tiempo: cambio tecnológico que sustituye trabajo, giro
creciente de EUA desde la manufactura a los servicios, globalización - las
importaciones del tercer mundo en EUA deprimen los salarios de los trabajadores
norteamericanos -, aumento en la participación laboral de las mujeres, declive
de la sindicalización, declive de las horas trabajadas a la semana y, por
supuesto, el aumento de la inmigración. Ahora bien, todas esas variables, con
excepción de la participación de la mujer, son a su vez efecto del sempiterno
interés de los empresario por minimizar costos. Y la inmigración no escapa de
esta situación porque es una manera en que los empresarios disminuyen costos
vía saturación de mercados de trabajo y vía sustitución de mano de obra cara ( norteamericanos
) por mano de obra más barata y más manipulable ( inmigrantes, y sobre todo si
son ilegales )
De esta forma, cuando Obama nos dice que
"los inmigrantes no son la razón por la que los salarios no han aumentado
lo suficiente", está mintiendo. En el mejor de los casos para él, se puede
decir que está haciendo una afirmación categórica y concluyente sin tener bases
empíricas concluyentes, lo cual sigue equivaliendo a una gran mentira.
Barack Obama y la democracia
secuestrada:
Hacia la parte final de su
discurso Obama nos dice lo siguiente sobre la democracia en los EUA: "Ante
todo, la democracia deja de funcionar cuando las personas sienten que sus
opiniones no son importantes; que el sistema está amañado a favor de los ricos
y poderosos o de algún interés específico." Obama ha dicho una gran verdad
aquí. Su noción de democracia es correcta, razonable.
Si nos atenemos a esa noción de
democracia y a las causas que motivaron la crisis del 2008, y que siguen vigentes
en ese país, es forzoso concluir que la democracia en EUA ha dejado de
funcionar porque ha sido secuestrada por las grandes corporaciones privadas de Wall
Street. Y esto es así porque se regulan por sí solas en detrimento del
bienestar del pueblo norteamericano, como el mismo Obama ha reconocido en su
propio discurso: "las familias trabajadoras no van a conseguir más
oportunidades ni sueldos más altos si dejamos que los grandes bancos o las
grandes empresas petroleras o los fondos de cobertura se autorregulen a costa
de todos." En efecto, la democracia norteamericana está secuestrada por
Wall Street porque el sistema está amañado a favor de los ricos y poderosos.
El fracaso de Barack Obama:
También hacia el final de su
discurso Obama reconoce que la crisis del 2008 ha generado una división y
confrontación entre el pueblo norteamericano y sus élites gobernantes que se ha
reflejado en una fractura entre los dos partidos en el congreso. A su vez, reconoce
que no ha podido resolver esa fractura y se excusa con dos pretextos: un
presidente no puede lograr eso solo, y no tengo los dones de un Lincoln ni de
un Roosevelt, quienes tal vez sí habrían reparado la fractura.
Creo que Obama comete dos graves
errores aquí: olvida que como presidente de los EUA tiene la responsabilidad de
persuadir al menos a los congresistas de la necesidad de transitar a la unidad
nacional y, a menos que Lincoln y Roosevelt hayan sido semidioses, su misma
alusión a estos dos personajes presupone que ese reto es asequible a un ser
humano ocupado en la política con honestidad y devoción hacia su patria. Es por
esto que, para mí, estas palabras finales de Obama son el reconocimiento
implícito de su fracaso como presidente de los EUA. Y lo peor es que este
fracaso nos permite suponer que también él está secuestrado por Wall Street.
Como dije al principio de este
artículo, todo esto nos deja la agenda política norteamericana con tres
problemas gravísimos: el secuestro de la democracia norteamericana por parte de
Wall Street, la fractura política entre el pueblo norteamericano y sus élites
gobernantes, y la incapacidad culpable de Barack Obama para resolver estos dos
problemas.
Creo que Donald Trump tiene razón
cuando dice que Barack Obama ha sido un mal presidente de los EUA.
Y eso es todo.
Puede leer este artículo también en el diario digital mexicano SDP, donde regularmente publico los trabajos o artículos que usted ve en el acervo de este blog
También le doy enlace a mi página de Facebook:
0 Comentarios