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| Wall Street Uploaded by russavia, By Alex Proimos from Sydney, Australia |
En estricto sentido numérico, es
cierto que Hillary y Ted ganaron las primarias de Iowa, pero yo no veo motivos
para tener ni tantito del jactancioso optimismo que muestran muchos medios si
me atengo al paupérrimo margen en favor de Hillary, al perfil ideológico de
Bernie Sanders y a otros factores en la caso de Donald Trump y Ted Cruz. Así
que estimo que esa campaña de jactancioso optimismo de la falsimedia solo denota
el tremendo nerviosismo del establishment con los resultados de Iowa: se ha
empezado a cumplir la peor de sus pesadillas.
De las preferencias y aversiones electorales
del establishment norteamericano:
Hillary Clinton es una neoliberal
de pura cepa. Su noción de Estado incluye necesariamente la pasión por la
desregulación de la economía y la promoción preferencial de los intereses de
los grandes capitalistas y financieros. Esto no deja de ser paradójico porque,
aunque Hillary es demócrata por afiliación, se identifica completamente con la
orientación elitista y ultraconservadora del viejo partido Federalista de
Hamilton en la era de George Washington. Digamos que Hillary es una mezcla de
demócrata aparente y federalista por vocación y de tiempo completo.
Bernie Sanders, por su parte, es
un auténtico demócrata. Aunque la falsimedia insiste en calificar a Bernie
Sanders como "socialista" - y creo que con la intención de socavarlo
en la opinión de un electorado que tradicionalmente rechaza todo lo referente
al socialismo -, él se define a sí mismo como socialdemócrata. Para ponerle
contenido a ese término que suele ser confuso, digamos que Bernie es un
partidario del pensamiento de Thomas Jefferson y James Madison, es decir, aboga
por la democracia participativa en todos los órdenes de la vida social: libre
mercado, pero regulado en sus fallas y excesos negativos por el Estado; Estado
promotor de la menor brecha posible en los ingresos y la riqueza entre los
ciudadanos, así como de los derechos laborales, incluyendo a los sindicatos;
democratización del Welfare y etc. Por supuesto que esto ha convertido a
Sanders en un convencido oponente de muchos aspectos particulares del
neoliberalismo en EUA. De entrada, se ha opuesto siempre a las guerras de
intervención, a que Wall Street esté libre de regulaciones del Estado, y a los
tratados de libre comercio porque, en su opinión, éstos reportan pérdidas de
empleos y bienestar para los trabajadores norteamericanos.
Curiosamente, Donald Trump se ha
insertado en la misma corriente de Bernie Sanders; y digo
"curiosamente" porque no deja de ser extraño que un magnate
inmobiliario sea jeffersonista. Lo que distingue a Bernie y a Donald es el
método en la política: el primero es más dogmático y el segundo más pragmático.
Y aunque las motivaciones de Donald apuntan más a la oportunidad política,
parece tener bajo el brazo una propuesta de nuevo paradigma sobre los negocios
para EUA, un paradigma no tan corrosivo con el bienestar general como ha sido el
de la ganancia rápida y sin esfuerzo de Wall Street. Por supuesto que esto lo
inscribe en la corriente de Jefferson-Madison: trabajo que remunera con
justicia. Pero es en virtud de ese pragmatismo de Donald que vemos surgir en su
propuesta política aspectos que a veces parecen entrar en colisión con los
principios de la democracia participativa, como es el nacionalismo.
Ahí tiene usted las causas que
definen las preferencias y las aversiones electorales del establishment
norteamericano en este caso. Hillary Clinton es la candidata natural del
establishment, y en corroboración objetiva de que así la asumen y la tratan
tenemos la muy conocida y añeja relación de entendimiento y colaboración entre
las firmas de Wall Street y el matrimonio Clinton, lo cual incluye fondeos a
los proyectos políticos de éstos por firmas como: Citigroup, Goldman Sachs, JP
Morgan Chase & Co, Morgan Stanley, incluyendo a figuras de la burbuja
especulativa del 2007, como la extinta Lehman Brothers. Estoy cierto de que si
los padres fundadores de EUA, Thomas Jefferson y Madison, revivieran y vieran a
Hillary, la tomarían como prueba abrumadora de sus temores en lo que toca a la
perversión en la relación Estado-gran capital: colaboración y conspiración
contra el interés general. Por el contrario, y por diferentes circunstancias
personales, Bernie Sanders y Donald Trump constituyen una amenaza para el
establishment norteamericano porque no doblarían la cabeza y representan
corrientes antitéticas o completamente opuestas a los intereses del mismo. En
suma, Bernie y Donald están en vía segura de echar abajo muchos privilegios y
políticas del establishment norteamericano de llegar a la presidencia de los
EUA. Y de hecho, Donald ya puso jaque al establishment al adelantar un anteproyecto
de política orientada a la regulación de Wall Street y a la posible cancelación
de los tratados de libre comercio de EUA.
Acudimos al capítulo dos de una
vieja historia política en los EUA:
Lo cierto es que en estos tiempos
se está replicando en EUA aquel choque frontal entre el demócrata William Bryan
y el republicano William Mackinley por la presidencia de aquel país durante las
elecciones de 1896 y 1900. Bryan era un candidato muy popular que encabezaba
las preferencias por su dura oposición a los excesos del capitalismo. Una de
sus más importantes propuestas era la reinstalación del viejo ideal jeffersoniano:
un Estado regulador del gran capital y los financieros. Pero esto le concitó a
Bryan la furia de los grandes magnates del momento, especialmente de John D.
Rockefeller, J. P. Morgan y Carnegie, quienes compraron a McKinley como su
pelele y volcaron todo su poder económico y mediático contra Bryan. El
resultado fue el que cabría esperar en un contexto de escaso desarrollo
democrático y un poder ilimitado del gran capital y los financieros: McKinley
derrotó dos veces seguidas a Bryan. Sin embargo, poco les duró el gusto porque
el sucesor de McKinley, Teddy Roosevelt, sí metió finalmente en cintura a los
magnates de su tiempo.
Aunque ya ha pasado mucha agua
bajo los puentes desde entonces, hoy vemos la replicación de ese mismo
escenario político, aunque con diferentes personajes. El establishment de hoy
en día en EUA, y especialmente Wall Street, no quieren a un nuevo Bryan en campaña
por la presidencia del país, y menos a un nuevo Teddy Roosevelt como
presidente. Lo que quieren es a otro McKinley, a su presidente privado, a su
empleado.
De los resultados en Iowa: escalofriantes
y desalentadores para el establishment norteamericano.
Escalofriantes en el lado
Demócrata porque Hillary, luego de haber estado por mucho tiempo como favorita
por amplio margen, apenas le sacó ventaja a Sanders por tres décimas de un
punto porcentual: 49.9 % contra 49.6 %. Para efectos prácticos, se trata de un
empate. Pero lo cierto es que la situación para Hillary puede ser más grave de
lo que parece porque estamos hablando de Iowa, un estado muy conservador donde
existe una más arraigada tradición de rechazo a las ideas
"socialistas" que se le atribuyen a Sanders en la falsimedia. Esto me
permite suponer que Sanders le ganará a Hillary en New Hampshire porque estamos
hablando del este de los EUA, una zona más liberal y progresista, más crítica
con el sistema y, por ende, más afín a una ideología como la de Bernie. Y para colmo
de males, ya se asoma el fantasma del fraude en el lado demócrata toda vez que Bernie
está pidiendo una revisión de los votos
porque sospecha que el sistema del caucus estuvo amañado en favor de Hillary.
El riesgo que se cierne sobre el
establishment norteamericano en este caso lo describió implícitamente Bernie
Sanders cuando dijo lo siguiente al enterarse de los resultados preliminares en
Iowa: "Estábamos enfrentados a la organización política más poderosa de
Estados Unidos de América [...] lo que ha comenzado en Iowa esta noche es una
revolución política."
Desalentadores los resultados
para el establishment por el lado Republicano porque no logró derrumbar a la
otra amenaza populista que ven en el camino: Donald Trump. En efecto, le han
invertido demasiado dinero durante muchos meses a una campaña de desgaste en
medios contra Donald Trump, pero los resultados en Iowa son simplemente
ridículos por su insignificancia. Sinceramente, y a juzgar por esa larga,
agresiva y costosa campaña de desgaste en medios, cabría esperar que Donald hubiera
reportado una caída de escándalo, digamos a un 5 % de la votación total, pero
resulta que alcanzó 24 % de los votos, solo alrededor de 4 puntos por abajo de
lo que se esperaba para él en ese estado, y mismos que le sacó Ted Cruz de
diferencia en el resultado final con 28 %. Pero, según revelaciones que van
surgiendo recién, las cosas pueden ser todavía peores para el establishment en
el lado Republicano.
Resulta que Ted Cruz se dio a la
tarea de implementar un juego sucio durante el proceso de votación en Iowa
consistente en enviar un correo masivo para pedir el voto a los adherentes
evangélicos de Ben Carson asegurando que éste se iba a retirar de la competencia
republicana. La jugada tenía potencial porque el voto está muy polarizado entre
los republicanos, de tal forma que los que votan por Ben, no votarían por
Donald, y viceversa. El resultado fue que Carson se desplomó al 9 % porque muchos
de sus votos se transfirieron a Ted Cruz y a Marco Rubio. Ted aceptó al día
siguiente que sí existió el correo masivo aunque trató de diluirlo bajo el
concepto de "error", y pidió disculpas a su víctima más directa, Ben
Carson, lo cual no evitó que éste y su equipo de campaña calificaran a Ted Cruz
de tramposo por practicar juego sucio. Por su parte, Donald Trump también ha
calificado el juego sucio de Ted de "robo" y está exigiendo la
celebración de una nueva elección en Iowa o que se anulen los votos a Ted Cruz.
Así las cosas, ya va resultando de
alta probabilidad que el precario "triunfo" de Ted Cruz en Iowa fue
resultado, no de un efecto acumulado de la campaña negra en medios contra
Donald, sino de un acto desesperado de última hora: el juego sucio de Ted Cruz.
Ted Cruz y la irredenta
ilegalidad latina:
La de Ted Cruz fue una "victoria"
pírrica para el establishment: precaria en margen, sin socavar al enemigo -
Donald -, con un muy alto costo para el prestigio de Ted, y con un gravoso presagio
de derrota para él a la larga. En efecto, una vez que Ted Cruz aceptó públicamente
que recurrió al juego sucio para ganar votos a costa de un colega de partido -
Ben Carson -, prácticamente se puso solo en la mesa de Ben Carson y Donald a
modo de free lunch...y del que venga, si es que gana las primarias por una
combinación de juego sucio y suerte. Y vaya que el grado de vulnerabilidad de
Ted es muy alto porque no se trata de una falta menor, y menos en estos tiempos
de crisis y confusión que vive EUA. La percepción del pueblo norteamericano en
torno a lo que requiere EUA para salir de su decadencia y resurgir es lo mismo
que decía Obama en su más reciente discurso ante el congreso: una clase
política moral que permita transitar al país de un sistema amañado por los
apetitos de los hombres de poder a un sistema democrático y justo. Sin embargo,
Ted Cruz ya demostró con su juego sucio en Iowa que es un irredento, que no
está dispuesto a cumplir con esa exigencia democrática del pueblo
norteamericano ni aun tratándose de una competencia parcial en primarias que no
es significativa para el resultado final.
Pero el más beneficiado con el "error"
de Ted puede ser Donald Trump porque ya dio más poder persuasivo al discurso de
éste en torno a los latinos ilegales. Una de las grandes líneas de
argumentación de los antiinmigrantes en EUA apunta a la supuesta falta de
asimilación cultural de los inmigrantes, o la falta de
"americanización", lo cual implica que no tienen adhesión y lealtad a
las tradiciones y los valores fundamentales de los EUA, entre los que están su
celebrado respeto a las leyes. Es desde esta línea de argumentación que los
antiinmigrantes tratan de explicar los delitos entre los miembros de ciertos
grupos étnicos de inmigrantes, como son los latinos, para luego justificar su
oposición a la inmigración: "Si delinquen es porque no se asimilan a la
cultura norteamericana", dicen. Y le recuerdo que para efectos políticos
poco importa si esto es verdad o mentira, lo que importa es que ellos lo creen
y el poder persuasivo del argumento. Ahora bien, el problema es que Ted Cruz
nació en Canadá, es hijo de un inmigrante cubano, y en Iowa acaba de hacer un derroche
generoso de conductas incorrectas que deshonran las normas acordadas para una
competencia política que tiene la mayor importancia para el pueblo
norteamericano, y con los agravantes adicionales de que Ted Cruz es abogado de
profesión y senador por empleo, de tal forma que no puede aducir
"ignorancia" para disculparse. Listo, Ted Cruz ya está puesto en la
mesa como el free lunch de Donald y los antiinmigrantes. Es tal como si Ted se
hubiera propuesto reforzar con su ejemplo la creencia muy difundida en EUA sobre
la irredenta ilegalidad de los latinos.
En suma, detrás del aparente y
jactancioso optimismo de la falsimedia por el "triunfo" de Hillary
Clinton y Ted Cruz en Iowa, y detrás del juego sucio de Ted, solo veo una
realidad de fondo: el establishment norteamericano está muy nervioso por la
cada vez más cercana posibilidad de que Bernie Sanders le gane la carrera a
Hillary Clinton en el partido Demócrata, y de que Donald Trump se quede con la
candidatura republicana. Ese resultado combinado sería realmente catastrófico
para ellos, sería la peor de sus pesadillas: el adiós a sus buenos tiempos de
completa desregulación estatal y de ganancia rápida y sin esfuerzo. Para ellos,
esto sería el catastrófico retorno de Teddy Roosevelt al poder político en los
EUA.
Y eso es todo.
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