![]() |
De Viva Iquique |
Al volver a casa revisé las noticias y las redes sociales y
encontré la misma reacción: una manifestación masiva de tristeza y aflicción
por la muerte de Juan Gabriel que ya se convertía de golpe en uno de los TT
líderes en Twitter en México, en el mundo latino, en EUA, a nivel global...
He reflexionado sobre eso y creo entender los motivos de ese
afecto entrañable de muchos mexicanos y latinos al tremendo Juan Gabriel. De
eso hablaré enseguida.
Las reacciones de la gente ante este suceso, además de ser
muy bellas y esperanzadoras, se acercan mucho a las típicas reacciones
emocionales y sentimentales ante la muerte de un hombre excepcional, digamos
que hasta investido en la condición de héroe. Y de cierto que las gentes no
están equivocadas al asumir de esta forma a Juan Gabriel. Para ser sinceros, y
si nos atenemos a los hechos consumados, Juan Gabriel sí que fue un héroe de la
voluntad. Existen suficientes elementos en su vida para considerarlo de esta
forma: obra, talentos excepcionales, precedente histórico, y un personaje
excepcional con legitimidad moral y carismática.
La obra de Juan Gabriel es real, existe, es muy importante y
fecunda, y deja precedentes inscritos en la historia de la música popular en el
mundo latino. Aunque yo nunca fui un consumidor indiscriminado de las melodías
de Juan Gabriel, muchas de sus composiciones me parecen de bellas a realmente encantadoras,
especialmente aquellas que parece haber compuesto para la interpretación de
Isabel Pantoja, como "Así fue". Su obra, por sí misma, es prueba
documental de que fue un talentoso artista mexicano. Esa obra nos habla de una
persona dotada de una fina y sentimental percepción y comprensión del mundo,
así como de una notable y bella capacidad expresiva, que de consumo concretaron
piezas que con demasiada frecuencia tenían el poder de satisfacer el gusto de
casi todos.
Su vida es la historia de un ser humano de origen muy
humilde, inserto en sus orígenes y primeras alboradas en campos de experiencia
muy aflictivos por muy adversos, y que podrían doblar la voluntad del más
fuerte. Es la historia de un virtuoso en su vocación natural por la música
popular que estuvo confrontado a un mundo muy hostil en su conato por persistir
y triunfar, y que, pese a todo eso, conoció el mayor esplendor del éxito al que
puede aspirar un artista mexicano. Es así que la vida de Juan Gabriel es la
historia de una excepcional hazaña de la voluntad, y una demostración más de
que la voluntad, cuando tiene convicción en sus deliberaciones, es capaz de
realizar sus propios postulados. En mi opinión, esto es lo más importante de
Juan Gabriel: su excepcional hazaña de vida. Y creo que muchos mexicanos
estarán de acuerdo con esto.
Las reacciones masivas de tristeza y hasta de aflicción ante
la muerte de Juan Gabriel son prueba conductual de que este hombre era
considerado un personaje excepcional dotado de grande legitimidad moral y
carismática entre muchos mexicanos y latinos. En efecto, todas esas reacciones
nos dan prueba fehaciente de que muchos consideran a este hombre como una
persona con méritos sobresalientes porque hizo mucho más de lo que estaba
obligado a hacer en su vida - que es algo que dota de carácter heroico a las
personas -, que esencialmente hizo lo correcto en su vida, y que se ha
convertido en un modelo a seguir en muchos aspectos.
Ahí tiene usted ya al personaje excepcional, al héroe de la
voluntad cuya flama de vida se apagó hoy: Juan Gabriel. Y ahora que lo veo así,
honrado con esa oleada de reacciones emocionales y sentimentales por su muerte,
me digo a mí mismo:
- Diablos, en verdad muchos lo amaban.
Como decía hace rato, todas esas reacciones son bellas y
esperanzadoras. Son esperanzadoras porque nos dan nota de que los mexicanos,
pese a todos los males que nos aquejan, no hemos perdido la capacidad de
apreciar las cosas buenas de la vida, de distinguirlas del mal radical, y de
lamentarnos cuando se extinguen, como se extinguió hoy la flama de vida de Juan
Gabriel. Esa señal de esperanza se la agradezco a Juan Gabriel de manera
póstuma.
Si existe otra vida después de la muerte, entonces Juan
Gabriel debe estar recargado en la cerca viendo hacia acá, hacia este lado, el
de nosotros, y muy feliz. Feliz, porque ya sabe que su hazaña de vida ha dejado
larga y fecunda progenie en el corazón y el gusto de los mexicanos y latinos,
que es algo que la garantiza a él una dote de inmortalidad. Pero también está feliz
porque, al ver toda esa masiva muestra de afecto, tristeza y aflicción, seguramente
se dirá en su adentros algo como lo siguiente:
- Diablos, cómo me amaban.
Y eso es todo.
Puede leer este artículo también en el diario digital mexicano SDP, donde regularmente publico los trabajos o artículos que usted ve en el acervo de este blog.
También le doy enlace a mi página
de Facebook:
0 Comentarios