![]() |
Ali Shaker/VOA y Dominio Público |
Nada de excepcional tiene el triunfo de AMLO desde el punto
de vista estadístico. Como dije en un artículo anterior, publicado el 15 de
junio, si nos ateníamos a los hechos consumados en el proceso electoral todo
apostador razonable tendría que apostar por AMLO. Así que no creo que exista un
mexicano sensato que se haya dado por sorprendido con el resultado.
Pero el triunfo de AMLO sí que adquiere un carácter insólito cuando
lo analizamos en el campo de la historia política, toda vez que por fin en este
país no se ha obstruido o impedido el triunfo de un candidato antisistema en
las elecciones presidenciales. En efecto, es lo insólito, una violación al
orden acostumbrado en este país. Y supongo que es por esto que mucho se ha
escrito y comentado en los medios en torno a los factores que hicieron posible el
triunfo de AMLO. Después de todo, no hay nada más emocionante que resolver o
explicar hechos insólitos.
He seguido con mucho interés la información que se ha
difundido en los medios sobre este punto, fundada normalmente en opiniones de
presuntos expertos, pero confieso que los argumentos me parecen erróneos,
inexactos o simulados. A eso voy en el presente artículo.
Moderación y el voto de castigo:
Casi todos los presuntos expertos coinciden en que uno de los
factores fundamentales para el triunfo de AMLO fue la moderación de su programa
político. De acuerdo, seguramente esa moderación le llevó a captar una gama más
amplia de grupos humanos según ideas políticas. Sin embargo, creo que este
factor no fue tan relevante como se cree porque el mexicano promedio es más
emocional que intelectual. Sacrifica fácilmente convicción por persuasión.
Algo que socava este argumento de la moderación es el
pronunciamiento de AMLO en el sentido de otorgar amnistía a ciertos grupos de
personas ocupadas en el narcotráfico. Este posicionamiento no tiene nada de
moderado, es harto extremista. No por otra cosa ocupó gran parte de la agenda
de AMLO como controversia. Pero pese a eso, sabemos que no afectó las
percepciones sobre AMLO. Definitivamente la presunta moderación de AMLO no fue
factor significativo en su triunfo. Si ese factor incidió, seguramente lo hizo
en grupos especiales y minoritarios de mexicanos.
Otro factor del triunfo de AMLO, en opinión de los presuntos
expertos, fue el voto de castigo al sistema político mexicano. De acuerdo, pero
no fue un factor extraordinario. Que yo recuerde, el mexicano promedio siempre
ha sido infeliz con sus gobiernos, incluso con los que elige.
El meritorio esfuerzo personal de AMLO:
Pero parece que los presuntos expertos tienden a olvidar que
la causa fundamental del triunfo de AMLO fue su esfuerzo personal. Es algo que
podría sonar tautológico, porque en esta vida nada nos viene gratuitamente,
pero hay que decirlo por las razones que explico enseguida.
Para quienes hemos seguido la trayectoria de AMLO desde
muchos años atrás nos queda claro que la política se convirtió para este hombre
en una pasión que controla o gobierna su personalidad, y por la cual terminó
enfrascado en un conato político, un instinto o tendencia a conservarse en la
política en vista de ciertos fines, y que parecen apuntar a ser presidente de
este país para perfeccionarlo, según se juzga por el contenido de su discurso. Y
no es sino por esto que el testimonio que nos ha dado de su vida es de una intensa
actividad dirigida casi exclusivamente a la política. Esto se llama apetito intenso
por la política y voluntad resuelta, algo que yo no he visto en otro político
en este país.
Creo que esa tenaz persistencia de AMLO en su conato político
terminó por persuadir a muchos mexicanos, sobre todo a los indecisos, de que
era la mejor apuesta para la presidencia de este país. Yo le llamo persuasión
por insistencia, y me atrevo a decir que fue uno de los factores más
determinante en su triunfo.
La falla del sistema político mexicano:
Suponer que era imposible que el sistema político mexicano le
escamoteara el triunfo a AMLO solo por su amplio margen de ventaja en las
encuestas es una ingenuidad o una torpe presunción de invencibilidad. Nuestra
historia ha demostrado que el sistema político mexicano es letal y sinvergüenza
cuando se trata de obstaculizar a la democracia. Para atestiguar esto, basta
con echar un vistazo a la caída del sistema en el 88, al fraude electoral del
2006 o al atascadero electoral que ocurrió en Puebla. El mismo AMLO reconoció tácitamente
esa posibilidad cuando agradeció a sus opositores el que hayan respetado el
proceso electoral.
Siendo así, tiene fondo lo que afirman los presuntos
expertos: que otro factor que coadyuvó en el triunfo de AMLO fue la inoperancia
del sistema político mexicano. De acuerdo. Y creo que, luego del esfuerzo de
AMLO, fue el factor más determinante en su triunfo. En lo que no estoy de
acuerdo es en las causas que aducen los presuntos expertos para explicar la
falla del sistema político mexicano. Enseguida explico esto tomando como
ejemplo una nota de la BBC del día 2 de julio, que me parece muy
representativa, y que lleva por título: “3 claves que llevaron a AMLO a arrasar
en las presidenciales.”
Dice la BBC lo siguiente: “Los expertos – se refiere a Roger
Bartra y a José Luis Berlanga - coinciden en que AMLO fue beneficiado por la
guerra entre el PRI y el PAN. Aunque no está claro por qué comenzó esta lucha.”
Aunque la nota deja la cuestión como un misterio – problema que no postula
datos -, los dos presuntos expertos se ponen a especular un tanto sobre las
causas de esa guerra entre el PRI y el PAN. Para Berlanga, la guerra derivó de un
choque de intereses en la elección de Coahuila, y que luego se agravó con una disputa
grupal entre Anaya y EPN, y que también es para Bartra la causa de esa guerra.
Me parecen argumentos muy inexactos e inverosímiles los de
Bartra y Berlanga. Inexactos, porque se olvidan que la guerra también alcanzó a
la élite empresarial. Y no es una inexactitud menor, ya que la élite
empresarial era hasta antes de AMLO el sustrato real del sistema político
mexicano. Inverosímiles, porque los comportamientos que describen en los
políticos del sistema no están conformes a su comportamiento conocido, de tal
forma que nos obligan a suponer que son una partida de idiotas, incapaces de
ser razonables, en virtud de que se dejan controlar por emociones desordenadas.
Y tan idiotas, que pueden romper las reglas de la posibilidad lógica como es eso
de sacrificar el valor mayor por el menor: México por Coahuila.
Muy por el contrario de lo que afirman estos dos presuntos
expertos, la exitosa historia de la clase dirigente mexicana – políticos
orgánicos y élite empresarial - nos demuestra que si algo saben hacer es ser
razonables, comportarse al menos con las reglas de la posibilidad lógica. Y
esta elección no fue la excepción, porque con demasiada frecuencia vimos a
miembros de la clase dirigente, como el Jefe Diego, apelando a la urgente
necesidad de la unidad para intentar frenar a AMLO. Por fuentes personales sé
que la élite empresarial se ocupó durante muchas semanas en tratar de acordar
un candidato de unidad. Y desde luego que la unidad tenía fondo lógico, puesto
que les hubiera dado más posibilidades de frenar a AMLO.
Enseguida hablaré de las causas del fallo de la clase
dirigente mexicana que coadyuvó en el triunfo de AMLO, toda vez que los
presuntos expertos han sido incapaces en esto, como ya se ha visto. Y de una
buena vez anticipo el resultado de mi argumentación: La clase dirigente mexicana falló porque ya
no contó con el apoyo del gobierno de los EUA, que es el metapoder que le da la
unidad y la fortaleza acostumbradas; y este vacío anuló posibles barreras
ilegítimas a la que sería finalmente la apuesta de Donald Trump en las elecciones en
México: AMLO.
En lo que sigue me estaré valiendo en ocasiones de
un artículo pasado donde abordé este tema, sin ir a lo granular: "Si
no ocurre un milagro, AMLO será presidente a pesar de la élite
empresarial" – ver nota de pie al final -.
Donald Trump y la demolición del orden neoliberal:
EUA interviene en la vida política de cada país que cae en su
eje de influencia. Cuando lo hace indirectamente, es actuando al menos como la
sanción que valida candidatos presidenciales o el resultado de procesos
electivos, así sean fraudulentos – ver nota de pie al final -.
Las corporaciones privadas
multinacionales – CPM en lo sucesivo – y el UNIPARTY de EUA – republicanos y
demócratas orgánicos, o el PRIAN de EUA – perdieron el control del Estado
norteamericano con el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales.
Donald Trump está demoliendo al viejo orden neoliberal en el mundo y
construyendo en su lugar el nacionalismo, y valiéndose para esto de la colosal
palanca militar, financiera y política del Estado norteamericano. Así ha sido
reconocido por los afectados – ver nota de pie al final -.
Como buen pragmatista, la técnica
de demolición de Trump depende de las circunstancias de cada país inserto en el
eje de influencia de EUA. En el ámbito político, la técnica de demolición depende
de la situación electoral de los partidos afines al America First –
nacionalistas, populistas, etc. -. Si esos partidos tienen posibilidades de
alcanzar el poder, entonces EUA se abstiene de intervenir para hacer posible la
isonomía política y la democracia. A esto se debe el avance de los partidos
nacionalistas en Europa: Alemania, Italia, Europa del Este. Y a resultas de
esto, las élites empresariales y sus partidos orgánicos en cada país están
perdiendo el control del Estado, que no es sino el mismo destino trágico de sus
matrices en EUA: las CPM y el UNIPARTY.
Este cambio político ya ocurrió en
México. Se ha hecho del poder un hombre con inclinaciones nacionalistas, AMLO,
y la élite empresarial nativa, PRI y PAN han perdido el control del Estado
mexicano.
AMLO se convirtió en la apuesta de Donald Trump:
La invitación de EPN a Trump para
visitar México durante las elecciones de EUA no fue la ruinosa ingenuidad que
nos pintan los medios. En realidad, se trató de una apuesta de EPN por Trump y
su programa con la intención de introducir a Luis Videgaray como el candidato
que necesitaba Trump en México para su programa nacionalista. Sin embargo, esta
acción de EPN puso bajo seria amenaza los trillonarios intereses - en dólares -
de la élite empresarial mexicana y su matriz multinacional dada la posición
belicosa de Trump con respecto al TLC, lo cual dio lugar a la fractura y
posterior guerra interna en la clase dirigente mexicana. EPN queda del lado de
Trump y la élite empresarial del lado de la continuidad del programa neoliberal
con Hillary Clinton, pero ya sin el control del Estado mexicano.
El primer capítulo de esa guerra
interna fue el prolongado bombardeo mediático contra EPN, y que a la postre lo
mandó al sótano de las calificaciones y destruyó las posibilidades de Videgaray
para la presidencia. José Antonio Meade fue una acción desesperada de EPN para
sostener su apuesta en pleno derrumbe. Seguramente EPN supuso que el carácter
híbrido de Meade le ayudaría a conseguir una unidad partidista informal, no
acordada, robándole voto al PAN. Pero como ya sabemos, tampoco esta jugada le
funcionó.
Mientras eso ocurría en el PRI, el
grueso de la élite empresarial optó por apoyar a Ricardo Anaya. Como esa
sociedad canceló en automático toda posibilidad de que Donald Trump apoyara a
Anaya, la élite buscó alinear a Anaya con Angela Merkel, Hillary Clinton y
Obama, tres importantes agentes al servicio de las CPM – corporaciones privadas
multinacionales –. Fue a raíz de esto que Anaya se reúne dos veces con Angela
Merkel entre febrero y marzo de 2018, y una vez con Janet Napolitano en marzo
de este año. Y por supuesto que su propósito era que estos agentes cabildearan
con el UNIPARTY de EUA a fin de conseguir el apoyo de Washington, DC, o por lo
menos hacer contrapeso a Donald Trump.
El problema es que Merkel y las
gentes de Hillary Clinton y Obama podían hacer muy poco o nada para apoyar a
Anaya. Para esos momentos Merkel ya estaba siendo destrozada y avasallada por
los partidos populistas y nacionalistas en Alemania, además de arrasada por
Trump en política internacional, y el UNIPARTY no tenía ya ningún poder de
gestión en Washington, DC.
Margarita Zavala corrió igual
suerte trágica que Anaya en lo que toca a la búsqueda del apoyo de Washington,
DC. El 6 de marzo acudió en busca de ayuda con un viejo amigo de su marido,
John McCain, integrante del UNIPARTY y del clan Bush, grupo que avaló desde la
Casa Blanca su fraude electoral del 2006. Sin embargo, para ese entonces McCain
ya no podía hacer nada por Margarita porque, como todo UNIPARTY, había perdido
todo poder de gestión en la Casa Blanca. Al final, lo único en que McCain pudo
ayudar a Margarita fue sacándole a John Kelly, el Secretario de Seguridad
Interna de Trump, una declaración forzada contra AMLO en el sentido de que éste
era un peligro para EUA y México dado su carácter izquierdista y
antiestadounidense. Esto ocurrió durante una comparecencia de Kelly en el
Senado.
Fue así como Trump terminó
apostando por AMLO. Todo ocurrió por descarte. EPN fue incapaz de ofrecer un
buen candidato a Washington, DC, y Anaya y Margarita estaban descartados por
definición. Y de cierto que AMLO habrá sido una apuesta atractiva para Trump:
no controlado por la élite empresarial mexicana, afín a su programa
nacionalista y con una excelente ventaja en preferencias electorales. Y
definida la apuesta, empieza el trabajo de demolición de Trump, que consistió
en soltar a la clase dirigente mexicana, dejarla por su cuenta, y a merced de
AMLO. A raíz de esto, retiran a la exembajadora de EUA en México, Roberta
Jacobson, quien es parte del 7th Floor de Hillary Clinton y Obama, y la
embajada se queda sin titular.
La salida de EUA del escenario
electoral de México anuló cualquier tentativa de fraude contra AMLO. Sin el
apoyo de EUA, un fraude electoral contra AMLO era ya una apuesta inviable por
el altísimo riesgo implicado para la clase dirigente mexicana. Si lo hacían, era
de máxima probabilidad que Trump desconocería un triunfo fraudulento, y vendría
una crisis política de proporciones épicas que le habría dado a Trump razones
suficientes para destrozarnos echando abajo el TLC y hasta imponiendo sanciones
a México.
¿Y qué ocurrió con EPN? Bueno, yo
creo que EPN, al comprender que ya no podría parar a AMLO, terminó apostando
por el menor de los costos: colaborar con el triunfo de AMLO no metiendo las
manos en el proceso electoral, tal como ocurrió. Fue por eso que en esta
elección vimos a un PRI muy inocuo en lo que atañe a la “operación electoral”.
Y si así ocurrieron las cosas, creo que EPN fue astuto porque el resultado del
proceso le garantiza que la élite empresarial no cobrara venganza contra
él.
Mi precepción a este momento es
que Trump sigue teniendo a AMLO como su apuesta. Así me lo indican los hechos
que han ido ocurriendo en sus interacciones, especialmente en el intercambio
epistolar. Pero eso será materia para otro artículo.
Finalmente, aclaro que con lo
apuntado no he querido insinuar que Trump haya ayudado a AMLO a través de un
acuerdo o algo parecido. No, solo fueron ocurriendo algunos hechos
contingentes, excepcionales y afortunados, que terminaron por anular barreras
ilegítimas para el logro de un resultado que sí parece insólito en el orden acostumbrado
de las cosas en este país: el triunfo de AMLO. Y gracias a eso, por fin hemos
conocido la isonomía política y la democracia.
Le deseo lo mejor a mi presidente AMLO. Sé que logrará
grandes y maravillosas cosas para todos.
Nota de pie:
También le doy enlace a mi página de Facebook:
0 Comentarios