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Presidencia de la República Mexicana |
Como ya sabemos, el 27 de agosto pasado se logró concretar un
acuerdo comercial bilateral entre EUA y México, al cual Trump ya bautizó provisionalmente
como "United States-Mexico Agreement Trade – USMAT. Tal como decía en mi
anterior artículo, el gran ganador con este acuerdo bilateral es EUA porque
logró atenuar en grado significativo el tema fundamental de su controversia en
el TLC: la puerta trasera de acceso desleal al mercado norteamericano para
terceros países - no incluidos en el TLC- vía México y Canadá. Es previsible
que esto le reportará a EUA un crecimiento significativo en planta industrial -
nuevas inversiones y retorno de alguna parte de su planta industrial en México
y Canadá -. Pierden las corporaciones privadas y los países que utilizaban esa
puerta trasera de acceso desleal en el TLC: Europa, Asia - especialmente China
-, Canadá y México. Pierde el gobierno de EPN porque su posicionamiento en el
tema se degradó horriblemente a través del tiempo, pasando de pugnar por el
sostenimiento del status quo a las condiciones del USMAT.
Pero AMLO queda fecundo en posibilidades en virtud de que el
USMAT le deja los fundamentos para lograr algunas cosas muy importantes. Aunque
es muy previsible que México perderá parte de su base industrial con el acuerdo
bilateral, el gobierno de AMLO podrá retener una parte de la misma y las nuevas
reglas de origen seguramente aumentarán las inversiones en México. La
posibilidad de compensar las pérdidas y hasta de superarlas dependerá de la
capacidad de AMLO para concretar con EUA un bloque y alianza para el desarrollo
industrial. Esto es de tremenda importancia si consideramos que nuestro país
carece de riqueza subyacente para ese efecto. El capítulo laboral del acuerdo
bilateral le da a AMLO las herramientas necesarias para diseñar una política
laboral que impulse de manera significativa las condiciones de vida de la clase
trabajadora mexicana – salarios y derechos laborales. Y finalmente, AMLO
gobernará en una relación comercial bilateral que se acerca bastante al ideal
de libre comercio, eliminando barreras, aranceles y subsidios. Sin embargo, el
resultado en todo esto dependerá de la capacidad de gestión de AMLO y el
espíritu empresarial de los mexicanos.
Abordé este tema del balance de ganadores y perdedores en el
acuerdo bilateral en mi anterior artículo. Si el lector desea ir a lo granular
en este tema, le dejó enlace al mismo al final de este escrito.
La tragedia de Justin Trudeau:
Justin Trudeau se apunta hasta el momento como uno de los
grandes perdedores en toda esta trama. Su situación califica como tragedia,
puesto que las salidas que le restan implican costos o beneficios muy
improbables a muy alto riesgo. Tan alto ese riesgo, que es apto solo para
temerarios. Y he creído por ello que vale la pena darle tratamiento especial en
un artículo. A eso voy enseguida.
Las negociaciones del TLC empiezan oficialmente el 16 de
agosto de 2017. El tema principal fue y sigue siendo el mismo que llevó a EUA a
convocar a estas negociaciones: la puerta trasera de acceso desleal al mercado
norteamericano para terceros países - no insertos en el TLC - vía México y
Canadá. Pero como decía en mi anterior artículo, durante la ronda 6, en enero
de 2018, Chrystia Freeland, la representante comercial de Canadá, arruinó las
negociaciones al exigir que a su país se le permitiera establecer unilateralmente
sus reglas de origen en la fabricación de productos de exportación a EUA y
México. Curiosamente, Freeland demandó esto poco después de que Justin Trudeau
había firmado el TPP. Evidentemente, la estrategia oculta de Freeland apuntaba
a que Canadá siguiera fungiendo como bróker ensamblador, facilitador de acceso por
puerta trasera desleal al mercado norteamericano para terceros países, pero
ahora incluyendo en su cartera canadiense a los países del TPP.
La ingenua demanda de Chrystia Freeland generó una reacción
muy previsible en la contraparte yanqui, que está muy curtida en los lados
sombríos de los negocios: ruptura. En efecto, fue a partir de aquí que el
gobierno de Donald Trump canceló el futuro de la vía trilateral y se empezó
meter en la ruta bilateral con México para el desgaste del capital político de
negociación de Justin Trudeau. Lo que viene a continuación es una historia
cuyos contenidos se resuelven en pláticas atoradas, impasse, guerra de tarifas
y sobre todo intenso golpeteo político, especialmente entre Trudeau y Freeland,
por un lado, y Trump y su equipo de negociadores por el otro lado.
El matiz belicoso de la situación cambia hasta el 18 de julio
de 2018, cuando ya estaba en operación la sinergia política entre Donald Trump
y el presidente electo AMLO. Ese día Trump elogió a AMLO y declaró que EUA
estaba cerca de concretar un acuerdo comercial con México, y que luego
abordaría un acuerdo posible con Canadá. En los días siguientes, el Secretario
de Comercio, Wilbur Ross, y el Representante Comercial de los EUA, Robert
Lighthizer, lanzan declaraciones en un tono muy semejante al de Trump. Para ese
momento quedaba claro que AMLO había cambiado de manera constructiva la
dinámica de las negociaciones del TLC. Y si esto se hizo posible no fue sino porque
existe un espíritu amistoso entre los programas de AMLO y Donald Trump en
varios campos, como: comercio exterior, industria, política laboral y
agricultura - ver mi artículo anterior en enlace al final -.
Fue así que el 2 de agosto se reanudan oficialmente las
conversaciones entre México y EUA, pero esta vez sin Canadá, y el 27 de agosto
Trump anuncia oficialmente el acuerdo bilateral entre ambos países. Dos días
después, el 29 agosto, AMLO refuerza de manera muy oportuna la sinergia con EUA
al anunciar un acuerdo con 22 países latinoamericanos - GRULAC - para impulsar
la migración ordenada y la inversión para el desarrollo de la región.
El 31 de agosto Donald Trump notificó al Congreso por escrito
su "intención de celebrar un acuerdo comercial con México, y con Canadá si
está dispuesto, de manera oportuna, a cumplir con los altos estándares de
libertad, justicia y reciprocidad contenidos en el mismo." Esta es la
notificación de modificación del TLC que exige la sección 2202 del capítulo 22
de la ley de implementación. Los dos países, México y EUA, pueden proceder a firmar
los nuevos términos del acuerdo 90 días después de la fecha de notificación -
31 de agosto -, tiempo durante el cual Canadá puede unirse al acuerdo de
modificación del TLC.
Si Canadá se niega a unirse a este acuerdo de modificación,
entonces viene la notificación que disuelve el acuerdo comercial con Canadá,
según la sección 2205 del capítulo 22 de la ley de implementación, y que dice
al texto lo siguiente: "Una parte puede retirarse de este acuerdo seis
meses después de que notifique por escrito su retiro a las otras partes. Si una parte se retira, el acuerdo seguirá en
vigor para las partes restantes ". Como ya queda claro, la disolución del
acuerdo con Canadá entraría en vigor seis meses después de la fecha de
notificación. Sin embargo, durante esos seis meses Canadá y EUA pueden entrar a
nuevas negociaciones para un acuerdo bilateral. Y si ese segundo intento de
negociación no fructifica, entonces las relaciones comerciales entre los dos
países se regirían según un acuerdo comercial bilateral anterior al TLC, del
año 1973.
En teoría, este miércoles que viene Canadá decidirá si se
adhiere o no al acuerdo de modificación del TLC alcanzado por México y EUA.
Pero, según vimos arriba, Canadá está enfrentada a una dura disyuntiva, como la
siguiente.
Si Canadá se une al acuerdo de modificación del TLC - sección
2202 -, tendría que aceptar los términos de la modificación acordados por las
otras dos partes - EUA y México -, lo cual implicaría hacer ajustes
significativos en su política comercial que le significarían perder muchos de
los beneficios que le otorgaba el TLC tal como lo conocíamos, como: cerrar la
puerta trasera de acceso desleal al mercado norteamericano para terceros
países, abrir su sector de telecomunicaciones y banca, convenir con los términos de arbitraje y
resolución de disputas acordados por EUA y México, y anular los subsidios a la
madera blanda y a la aeronáutica y los aranceles a productos lácteos y
agrícolas.
Si Canadá no se une al acuerdo de modificación del TLC,
entonces sostendría su actual política comercial - aranceles, subsidios y barreras
-, con sus beneficios añadidos, pero enfrentaría una muy agresiva política
proteccionista por parte de EUA que podría tener consecuencias desastrosas para
la economía canadiense. Sólo la aplicación del arancel del 25% por parte de EUA
contra la industria automotriz de Canadá destruiría por completo a ese sector,
en tanto obligaría a las empresas automotrices de Canadá a trasladarse a EUA o
México para construir y ensamblar.
Hay un tanto de controversia en torno a la facultad presidencial
de Donald Trump para restablecer aranceles. En el libro, Donald Trump tiene la autoridad
para emitir una orden ejecutiva que restablezca los aranceles de EUA contra
cualquier país. Pero algunos creen que Canadá podría litigar contra los
aranceles de Donald Trump valiéndose de un acuerdo bilateral anterior al TLC.
Otros creen que las corporaciones privadas radicadas en EUA y la Chamber of
Commerce - principal lobbysta de las corporaciones privadas multinacionales -
podrían litigar contra el gobierno de Donald Trump valiéndose de los opositores
de Trump en el Congreso, y argumentando que la constitución de los EUA otorga
autoridad al Congreso en materia de comercio internacional. De cualquier forma,
es evidente que si Donald Trump decide restablecer aranceles contra Canadá
enfrentará litigios por parte del gobierno de Canadá, las corporaciones
privadas afectadas y su lobbysta: Tom Donohue, el chair de la Chamber of
Commerce de los EUA.
Difícil saber si Canadá se unirá o no al acuerdo de
modificación del TLC alcanzado por EUA y México. Afortunadamente, tenemos
algunos datos que nos permiten inferir la resolución que tomará Justin Trudeau
con más probabilidad.
Desde el 29 de agosto, fecha en que Chrystia Freeland empezó
la negociación bilateral con el representante comercial de EUA, Robert
Lighthizer, ella y Justin Trudeau han manifestado que sólo aceptarán un acuerdo
comercial que sea bueno para Canadá. El 31 de agosto Justin Trudeau declaró que
un desacuerdo es siempre mejor que un mal acuerdo, y que tenía líneas rojas
impasables en agricultura y lácteos. Esto de las líneas rojas se corrobora ese
mismo día con un dato extraoficial que emerge desde la oficina de
Representación Comercial de los EUA: que Canadá no ha hecho concesiones a EUA
en materia de agricultura. Estos datos parecen indicar que, para ellos dos, un
buen acuerdo es el sostenimiento del status quo en el tema. Pero hay un dato
más que creo debemos considerar.
En noviembre de este año hay elecciones intermedias en los EUA,
y siempre es posible que Donald Trump pierda la mayoría en alguna de las
cámaras o en las dos. Si eso ocurre, Justin Trudeau tendría un excelente
apalancamiento político en un Congreso con mayoría demócrata en los EUA. De
esta forma, para Justin Trudeau hay un premio posible en la puesta por no
sumarse al acuerdo de modificación del TLC y pasar a una extensión de
negociación con el gobierno de Donald Trump por los siguientes seis meses. Sin
embargo, se trata de una apuesta de muy alto riesgo para Trudeau toda vez que
también siempre es posible que el partido Republicano sostenga o hasta amplifique
su mayoría en ambas cámaras del Congreso. Y si eso ocurre, entonces el
escenario para Justin Trudeau y los canadienses puede ser entre malo y ruinoso.
Si Justin opta por no adherirse al acuerdo de modificación y el
Republicano sostiene su mayoría en el Congreso de los EUA, entonces hay dos
escenarios para Justin. El mejor escenario es que, luego de seis meses más de
negociaciones tortuosas, en medio de amenazas de aranceles, llegue al punto de
partida: tener que adherirse al acuerdo de modificación del TLC acordado por
México y EUA - un mal resultado -. El peor escenario es que termine sin acuerdo
y enfrentando políticas comerciales muy agresivas por parte de EUA - un
resultado ruinoso -.
Así pues, creo que la decisión que tome Justin Trudeau
dependerá de su actitud ante el riesgo. Si Justin Trudeau tiene una alta
tolerancia al riesgo optará por no adherirse al acuerdo de modificación del TLC
y se jugará la apuesta de una siguiente ronda de negociaciones con Donald Trump
y apalancado con un Congreso norteamericano de mayoría demócrata. Pero si
Justin Trudeau tiene aversión razonable al riesgo se adherirá al acuerdo de
modificación del TLC.
Si yo tuviera que apostar a lo que hará Justin Trudeau, diría
que se adherirá al acuerdo de modificación del TLC. Digo, a menos que sea un
loco temerario que no conoce el miedo. En este caso, creo que sus
pronunciamientos en torno a las líneas rojas y el sostenimiento del status quo
son solo los últimos lances de una batalla perdida. Sin embargo, no veo muy
improbable la ruptura.
Ocurra lo que ocurra con la deliberación de Justin Trudeau,
los resultados hasta el momento nos dejan claro lo que ya dije en mi anterior
artículo, que Donald Trump diseñó una estrategia de negociación muy astuta y
eficaz en el marco del TLC. Optó por construir acuerdos bilaterales en las
entrañas de un acuerdo trilateral para ahorrarse tiempo y problemas. La
eficacia es visible en el logro del acuerdo bilateral con México y la
neutralización de uno de los problemas de Trump: Justin Trudeau. En efecto, con
esta estrategia Trump dejó a Justin Trudeau sin apalancamiento de negociación,
en una situación donde sólo tiene dos opciones: tómalo o déjalo. Y lo peor es
que en esta disyuntiva solo hay costos o beneficios muy improbables y a muy
alto riesgo.
El "tómalo" implicaría para Canadá la pérdida de
muchos de los beneficios que el TLC le había reportado y el desgaste del poco
prestigio político que le resta a Justin Trudeau. De cualquier modo, es una
alternativa que deja a Canadá con algunos beneficios del TLC y en condiciones
de seguir adelante en buenos términos con EUA. Pero el "déjalo" es
una alternativa extrema, una apuesta entre la gloria y el infierno. Si la
apuesta por el “déjalo” funciona, retiene los beneficios del TLC y su prestigio
político se va a las nubes. Sin embargo, esto se ve muy complicado, y más
porque se trata de una apuesta condicionada porque las escasas posibilidades de
Justin de vencer a Trump en una siguiente ronda de negociaciones dependen,
además, de un resultado favorable para el Demócrata en las elecciones
intermedias en los EUA. Pero si la apuesta por el "déjalo" falla,
entonces Canadá enfrentaría un escenario económico ruinoso y Justin Trudeau
vería su más completa ruina política.
En fin, hay que agarrar asiento y preparar palomitas y
chescos porque a partir del miércoles veremos el desenlace o la continuación de
la tragedia política de Justin Trudeau y Chrystia Freeland.
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