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| By Emiglex |
Estoy asombrado con las cartas que AMLO envió al Papa
Francisco y al rey de España, Felipe VI. Mi asombro se debe, no a las cartas en
sí mismas, no a la respuesta indignada de los españoles y los vaticanos, sino a
los errores imperdonables de AMLO y su equipo en este episodio epistolar. Me
ahorro la crónica detallada de este escándalo político porque supongo que el
lector ya está enterado del mismo. Así pues, me refiero solo a lo que interesa
a mi artículo y que creo es lo sustancial.
Ya sabemos que AMLO envió misivas al Papa Francisco y al rey
de España, Felipe VI, donde los pone al tanto de los planes de su gobierno para
realizar en el año 2021 festejos conmemorativos por los 500 años de la
conquista de España en México y los 200 años de la independencia nacional.
AMLO, haciendo gala de fina diplomacia, les extiende invitación a dichos
festejos. Pero la diplomacia de AMLO palideció por completo hasta convertirse
en agravio cuando les hace saber el precio de entrada a los festejos: deben
pedir perdón púbicamente por los agravios que cometieron la Iglesia Católica y
los españoles contra los pueblos originarios de México durante la conquista y la
etapa colonial.
Nos quedó claro que el precio de entrada es irrenunciable
para AMLO. Y supongo que tampoco está dispuesto a otorgar descuentos y créditos,
como podría ser eso de pedir perdón en privado y nomás tantito. Digo esto
porque AMLO ha dicho que los festejos de la conquista no tienen sentido sin el
arrepentimiento verbal del Papa y el rey español, porque sería tanto como
festejar la masacre y el saqueo de la conquista. Pero pese a su inflexibilidad
en el precio, hay que reconocer que el mismo no es tan gravoso puesto que no
está pidiendo reparaciones económicas por lo que él llama saqueo y masacre
colonialista. Su precio sólo tiene contenido político, según sus palabras...y
claro, con su cuota implícita de humillación pública para ambos personajes.
Pero dejemos de lado la ironía socrática y digamos la verdad:
AMLO está equivocado en redondo en este suceso. Su equívoco se debe a fallos intelectuales
que se reflejan en automático en errores políticos. Vamos a explicar esto.
Se sabe que AMLO es lector asiduo de historia nacional. Al
menos eso es lo que él nos dice con mucha frecuencia. No hay razón para
dudarlo. Prueba de ello es su inclinación a cuajar todos sus discursos con su
sabiduría en el tema. Bueno, pero pese a eso, con este suceso AMLO nos da una
prueba irrefutable de su ignorancia en la historiografía, o eso que Tomás Campanella
llamaba: la forma correcta de escribir - y entender - la historia.
Nuestra actual noción de ciencia de la historia corresponde a
la historiografía pluralista. Esta noción se empieza a gestar con el Humanismo
del Renacimiento y alcanza su cima sólo hasta el siglo XIX gracias a los
pensadores alemanes, como Dilthey. Aunque debe advertirse que en la antigüedad
clásica existieron casos excepcionales de historiadores que podrían encuadrarse
en la moderna historiografía pluralista, como Tucídides y Polibio.
En esta visión de la historia el objeto histórico se interpreta
como objeto definible o comprobable a través de los instrumentos de
investigación de que dispone dicha ciencia. A su vez, se reconoce la pluralidad
de las formas del conocimiento histórico y sus objetos. Todo esto ha llevado al
rechazo de antiguos conceptos absolutos en el saber histórico como: mundo
histórico, historia universal, ley, progreso, decadencia, etc.
Para la actual ciencia de la historia toda investigación o
interpretación científica de la misma debe cumplir al menos seis condiciones. Pero
las que interesan al objeto de este artículo son dos: el perspectivismo y el
desinterés. El perspectivismo exige al estudioso de la historia su alejamiento
del pasado para entenderlo o comprenderlo en su tiempo y espacio, no asimilarlo
y reducirlo al presente. Esta exigencia se debe al reconocimiento de la
alteridad o diferencia entre el sujeto - investigador - y el objeto histórico,
entre el presente del sujeto y el pasado del objeto histórico.
En cuanto al desinterés del conocimiento histórico, creo que
nadie lo dijo mejor que el pensador de la ilustración Pierre Bayle en su
Diccionario histórico y crítico. Cito una de sus expresiones que sirve como
guía: "El historiador debe olvidar que es oriundo de un determinado país,
que ha sido criado en una determinada comunidad, que debe su éxito a esto o
aquello y que estos o aquellos son sus parientes o sus amigos. Un historiador,
en cuanto tal, carece, como Melquisedec, de padre, madre o genealogía."
Aunque se reconoce que es muy difícil, si no es que
imposible, conseguir el ideal del desinterés propuesto por Bayle, también es
cierto que la metodología historiográfica actual busca descarnar al
investigador al menos limitando y disciplinando la intervención de sus
intereses personales en la investigación o interpretación de la historia.
Bien, pues en este suceso AMLO está pasando por alto esos dos
criterios fundamentales del conocimiento histórico moderno. Está empeñado arbitrariamente
en revivir el pasado, en asimilarlo al presente. Y si hace esto es porque no
sabe ser un Melquisedec y está interpretando el hecho histórico movido sobre
todo por sus intereses, sus emociones y sus sentimientos. Obviamente, el
resultado inevitable de esto es: contradicciones, absurdos, falsificaciones y
agravios involuntarios de AMLO contra españoles y vaticanos. Enseguida vamos a
ver algo de esto.
La ausencia de perspectivismo la deja ver AMLO en toda su
actuación en este episodio. Eso nos queda evidente sobre todo cuando juzga a la
conquista y a la etapa colonial con nociones contemporáneas como los llamados
derechos humanos. Pero al anular la perspectiva del conocimiento histórico por sus
exigencias emocionales y sentimentales, al desear revivir el pasado, al querer
hacer retornar el pasado al presente, está falsificando ese capítulo de la
historia. Es tan falsificadora esta postura como lo fue la exigencia de los filósofos
románticos italianos en voz de Croce, para el cual toda historia debe ser entendida
como historia contemporánea o presente; tan falsificadora de la historia como
lo fue la exigencia de Hegel, para el cual toda historia se reduce a la
historia de la idea y no de los hechos; tan falsificadora de la historia como
lo fue la exigencia de los filósofos marxistas, para los cuales toda historia
se reduce a la historia de la relaciones económicas de producción. Y la
consecuencia de esto es que AMLO ha quedado expuesto como un falsificador de la
Historia, no solo de México, sino de América y de España. Y desde aquí emergen los
absurdos.
Primer absurdo. Al pasar por alto el perspectivismo en el
conocimiento histórico, AMLO se asimila por completo con los historiadores de la
Edad Media, quienes ignoraban al perspectivismo y hacían pasar todo hecho
histórico antiguo como hecho contemporáneo o presente. Siendo así, resulta que
AMLO está haciendo una crítica de instituciones medievales - el hecho histórico
de interés – asumiendo una postura medieval en el conocimiento histórico.
Segundo absurdo. Dice AMLO que los neoliberales, movidos por
sus intereses, han incurrido en el absurdo de decretar el fin de la historia.
Algo hay de cierto en esto. Pero ocurre que él, movido por sus intereses, también
ha decretado el fin de la historia, porque a eso equivale la asimilación o reducción
de todo pasado al presente.
Tercer absurdo. AMLO está afirmando implícitamente que
México, España y el Vaticano no están conciliados, que seguimos trenzados en un
conflicto que debe resolverse en el 2021 con su propuesta de perdón y
reconciliación. Sin embargo, y gracias al menos al sentido común, todos los
mexicanos sabemos que no existe tal conflicto. Dicho conflicto podrá existir en
la mente de aquellos que se ocupan en juegos especulativos medievales sobre la
historia, pero no en la experiencia de los mexicanos ordinarios. Existe solo
una relación que plantea problemas, como ocurre con toda relación entre los
hombres.
Cuarto absurdo. AMLO le está pidiendo a dos vivos inocentes -
Felipe VI y el Papa Francisco - que pidan perdón por los agravios que una banda
de camorreros muertos - Hernán Cortés y sus guerreros españoles - infligió a
otra multitud de muertos - pueblos originarios -. Y nótese que todo ha ocurrido
varias centurias atrás.
Quinto absurdo. Como bien dijo un político español, a AMLO se
le olvida que él tiene herencia genética española dominante, lo cual ocurre con
la mayoría de mexicanos. Siendo así, él y esa mayoría también son cómplices del
genocidio, suponiendo que la visión de AMLO de este hecho histórico sea válida,
aunque sabemos que no lo es. Pero ocurre que AMLO no se incluyó entre los que
tienen que pedir perdón a los pueblos originarios, es decir, eligió
arbitrariamente a dos candidatos a la humillación pública.
Visto lo anterior, no es extraño que las misivas de AMLO
hayan detonado la reacción de indignación y hasta de furia que vimos por parte
de los más afectados, lo cual se ha traducido ya en una derrota en política
internacional para el gobierno de AMLO a manos de España y el Vaticano. En efecto,
los errores intelectuales se han traducido en errores políticos. Ni AMLO ni su
equipo fueron razonables, porque pareciera que se aplicaron a buscar los medios
que con mayor probabilidad llevarían al más rotundo fracaso.
Basta un ligero repaso a las reacciones que ocasionaron las
misivas de AMLO para estimar el tamaño de la derrota y sus costos. De entrada,
el gobierno español respondió con un rechazo firme a la demanda de AMLO. Por su
parte, prácticamente toda la clase política española reaccionó con indignación enviando
al bote de la basura la demanda de AMLO. Solamente la fracción izquierdista y
minoritaria de "Podemos" en España le dio apoyo.
Las cosas llegaron a tal grado de indignación con los
españoles que nos dijeron algunas verdades que podrían ser incómodas para
algunos - me excluyo -, como fue el caso de Rafael Hernando del Partido Popular,
quien dijo lo siguiente en su cuenta de Twitter: "Habrá que recordarle a
este señor - AMLO - que los españoles fuimos allí y acabamos con el poder de tribus
que asesinaban con crueldad y saña a sus vecinos...Se conquistó y civilizó esa
tierra. Que estudie un poco."
No estoy de acuerdo en todo lo que dijo Hernando. Ni antes ni
ahora ha existido justificación moral completa para masacrar grupos humanos a nombre
de la civilización. Pero no se puede ocultar que gracias a la conquista
española, y pese a su lado siniestro, advino un mayor perfeccionamiento moral y
material de la población nativa. Tampoco se puede ocultar que algunas culturas
indígenas de aquellos tiempos, como los aztecas y mayas, también presentaban
lados muy siniestros y hasta espeluznantes: guerras de conquista, imperialismo,
esclavitud, sacrificios humanos multitudinarios, canibalismo, brutalidad
extrema, etc. Y menos se puede ocultar que AMLO necesita estudiar más historia
y con espíritu científico.
Pero desde luego que no estoy de acuerdo con la reacción
furiosa de algunos españoles. Me refiero, por ejemplo, al caso de
Pérez-Reverte, quien pasó a los insultos vulgares contra AMLO, a quien llamó:
imbécil o sinverguenza. Pésima postura en alguien que se asume como
intelectual.
Y para cerrar con broche de oro, el Vaticano también rechazó
con firmeza la petición de AMLO y de paso canceló toda posibilidad de que el
Papa visite México en algunos años más, incluyendo el 2021, año de los
planificados festejos de AMLO.
Vaya, tan ruinoso el resultado de esto, que ya somos objeto
de sátira política por parte de algunos medios españoles, como ocurrió recién
en un canal de televisión llamado TV3. Pero bueno, lo cierto es que no tenemos
manera de defendernos en esta ocasión porque se cometió un error político que,
con razón de sobra, se convirtió en agravio para el Vaticano y los españoles.
Indudable que esta derrota le habrá de costar mucho al
gobierno de AMLO. Perderá una buena cuota de apalancamiento en política
internacional, especialmente con España y el Vaticano. Aunque no puedo estimar
los costos políticos, al menos imagino por lo ya visto que serán bastante
grandes. Si AMLO quiere restablecer su apalancamiento tendrá que ceder muchas
cosas desde el manantial del Estado a España y al Vaticano. Y a medida que AMLO
mantenga este asunto como está en la agenda política, y mientras sostenga la
misma posición, los costos serán cada vez mayores.
Pero creo que AMLO y su equipo de trabajo deben asumir este
fracaso con optimismo. Hay mucho por aprender de los errores, los golpes y aun
de la sátira política. Solo la respuesta del gobierno español les puede resultar
muy aleccionadora sobre la forma correcta en que se tratan estos asuntos. Es
una respuesta sesuda, muy razonable. Dice esa respuesta, por ejemplo, que la
conquista española no puede juzgarse a la luz de las consideraciones
contemporáneas, lo que es una apelación al perspectivismo del conocimiento histórico.
Luego dice que "nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro
pasado compartido sin ira - apelación al desinterés del sujeto -, y con una
perspectiva constructiva."
El constructivismo al que hace referencia esta expresión es
muy importante. Es la apelación pluralista al encuentro, la discusión y la colaboración
con nuestras diferencias, no para crear, sino para construir con lo que está
dado en el presente. Esto evoca a la historia crítica de Nietzsche, y que este
pensador entendía como el abandono del pasado y el encaminamiento del presente
por nuevas rutas y que, por cierto, constituye una de las grandes enseñanzas de
la historia.
Aun la sátira política que resulta de este escándalo es de
gran utilidad. Decía Voltaire, haciendo eco de Aristófanes, que la sátira
política es uno de los mejores correctores sociales para los tontos. Bueno, yo
espero que las palabras de Voltaire se hagan realidad en esta ocasión.
Al final AMLO queda en un dilema. Al falsificar este hecho
histórico - y supongo que es por ignorancia -, AMLO ha perdido fuerza de
persuasión, de tal forma que es ya impensable que el rey Felipe VI y el Papa
Francisco pidan perdón a los pueblos originarios. Ya no lo harán ni aun cuando
AMLO les ponga un arcabuz en la espalda. Siendo así, los festejos de la conquista
y la independencia planeados para el 2021 han perdido todo sentido desde la posición
de AMLO. Él dijo que festejar así, sin el arrepentimiento verbal de esos dos
personajes, sería como festejar la masacre y el saqueo de la conquista
española, según es su errónea visión de la historia.
Así pues, si esta descompostura trilateral se sostiene hasta
el 2021, la pregunta que resta es: ¿qué hará AMLO: suspender los festejos o
festejará la masacre y el saqueo de la conquista?
Adelanto la solución más eficaz: si AMLO abandona su errónea
pretensión de asimilar el pasado con el presente, de revivir el pasado, de
retornar el pasado al presente, todo está resuelto porque habremos abandonado
el pasado para encaminar el presente hacia un futuro abierto. Luego habrá
festejos de la Conquista y la Independencia como lo que son: hechos
significativos del pasado que cumplen un ciclo centenario más y estén o no
estén presentes el rey Felipe VI y el Papa.
Seamos un Melquisedec y pongamos al pasado con el pasado, el
presente con el presente y construyamos un futuro compartido con el Vaticano, nuestros
hermanos españoles y los que se sumen.
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