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Deseable sería que este episodio quedara como un caso único en
la crónica de los errores de AMLO que fueron corregidos y superados.
Desgraciadamente, me temo que no será así porque parece que AMLO tiene una
inclinación a falsificar la historia. Digo esto porque no es la primera vez que
ocurre. Enseguida vamos a ver otro caso que ocurrió recién.
El 17 de marzo pasado AMLO declaró "abolida" la
política neoliberal en México. Cito sus palabras: "es el momento de
expresar, aprovechando este foro, que para nosotros ya se terminó con esa
pesadilla que fue la política neoliberal, declaramos formalmente desde palacio
nacional el fin de la política neoliberal...Quedan abolidas las dos
cosas". Y como no podemos quedar en el vacío histórico, AMLO decretó la
apertura de la etapa "posneoliberal" o el modelo que postula su programa
político, y que no es sino el Estado de bienestar.
Ese día AMLO decretó la existencia de un hecho histórico significativo
que manaba de su voluntad: el final de una etapa de “pesadilla” en la historia
económica de México – el neoliberalismo – gracias al inicio de una nueva y
mejor etapa – el “posneoliberalismo” o Estado de Bienestar –. Pero ¿es cierto
este "decreto de AMLO"? ¿Su decreto es un hecho histórico, un suceso
que ha cambiado la historia económica de México?
Es fácil deliberar sobre esto. Sólo tenemos que hacer lo que
hice en mi anterior artículo, es decir, referirnos a los caracteres
fundamentales que deben poseer los objetos - hechos - en la moderna ciencia de
la historia. En este caso nos interesan dos caracteres: la correlación y
significancia del hecho en cuestión - el decreto de AMLO -. Explicó a
continuación estos dos caracteres.
Un hecho histórico es explicado o comprendido cuando se le
pone en correlación con los demás hechos, sin pretender jamás derivar de dicha
correlación una relación causal en virtud de que la ciencia de la historia ha desechado
la explicación causal desde finales del siglo XIX. A su vez, la significancia
de un hecho consiste en la capacidad que haya demostrado para condicionar a los
otros hechos de un modo cualquiera, esto es, de producir en su curso
variaciones que pueden ser atribuidas al hecho en cuestión. En suma, el hecho
histórico se distingue por su capacidad para determinar de manera significativa
la historia de una sociedad humana. Aclarado esto, ya estamos listos para
insertar el decreto de AMLO - el hecho de interés - en este contexto de
análisis.
AMLO, por el solo hecho de ser presidente de México, tiene
por definición un cierto grado de correlación con casi toda nuestra realidad como
sociedad. Dada esa correlación, sus acciones de gobierno podrían tener un
efecto significativo al grado de convertirse en un hecho histórico que encamine
la historia de este país por nuevas rutas. Pero esto no ocurre necesariamente. Esto
queda en lo posible, en lo que puede ser o no ser. De ahí que he usado el término
“podrían”. Y ocurre que el decreto de AMLO no es ese hecho histórico
significativo porque tiene serias limitaciones de correlación y significancia,
como veremos enseguida.
Al momento en que escribo este artículo es 4 de abril de
2019. En este presente me consta factualmente que nuestras relaciones
económicas siguen siendo las mismas que antes del decreto de AMLO, y que son
las que han imperado durante toda la etapa neoliberal. Las corporaciones privadas
multinacionales - empresas y bancos – y su sucursal nativa llamada élite
económica, siguen controlando las relaciones económicas en este país. Los
mercados siguen siendo controlados por esas entidades, con todas sus
distorsiones monopólicas, lo cual nos aleja mucho del ideal de libre mercado. Y
lo más importante: AMLO gestiona un Estado que, por no poseer riqueza
subyacente, continúa subordinado al poder económico, financiero y político de
esos agentes.
Para corroborar esa subordinación basta con poner la vista en
ciertos aspectos del gobierno de AMLO. Su programa político, especialmente en
su capítulo económico, sigue determinado por los archimandritas y sicarios de
Wall Street: el Banco de México, las calificadoras, FMI, OCDE, etc. Se ha comprometido
a no inquietar con sus acciones a Monsieur Le Capital y a Madame La Terre, lo
cual incluye no aplicar nuevos impuestos, y mucho menos progresivos. Se insertó
en un TLC que, además de ser la joya de la corona del neoliberalismo, se tradujo
con su renegociación en una reparación de daños a EUA – ver enlace a uno de
varios artículos que escribí sobre el tema al final -. Y para cerrar, AMLO ha
instalado a notables de la élite económica nativa a modo de sus asesores y privados,
un privilegio principesco que nos estaciona en el ancien régime.
En suma, el modelo neoliberal sigue encaminado como antes del
decreto de AMLO y no veo algún elemento de política económica en el gobierno
actual que vaya a cambiar esta inercia de las cosas. Y siendo así, puedo
concluir que el decreto de AMLO que dio por terminado el modelo neoliberal se
trató de otra falsificación de la historia de México, en este caso en su campo económico.
Mi conclusión no cambia así alguien diga que el gobierno de
AMLO apenas arranca. El decreto de abolición del modelo neoliberal que AMLO
anunció el 17 de marzo es probadamente otra falsificación de la historia. Y es
de tontos controvertir eso porque solo los tontos se atreven a controvertir los
hechos consumados.
Para ser sincero, digo que AMLO jamás logrará anular por sí
mismo al modelo neoliberal. Si nos atenemos al más crudo realismo tenemos que
aceptar que las acciones de AMLO no tienen ni correlación ni significancia con
respecto al modelo neoliberal. Con esto quiero decir que él no tiene el poder
para determinar de manera significativa el presente y el futuro de ese modelo
en México. Prueba de esto es la relación de subordinación mencionada antes.
AMLO, como todos los mexicanos, está determinado en este
campo por factores más allá de nuestras posibilidades, digamos por un metapoder
localizado en los centros de poder económico en los EUA y Europa. Siendo así, el
desafío al modelo neoliberal sólo está reservado por el momento para otro
metapoder, como podría ser el presidente de los EUA. Y curiosamente eso está ocurriendo
desde hace dos años en EUA, donde Donald Trump está librando una batalla encarnizada
contra esos centros de poder económico, no para acabar con el modelo
neoliberal, sino para atenuar su carácter predador en beneficio de los
trabajadores norteamericanos. En realidad, a eso se reduce la batalla política
que vemos en aquel país entre Trump y el Establishment desde que asumió el
poder ese hombre. Todo se trata de los trillones de dólares que hay en juego. Este
asunto lo abordé en una saga de artículos que publiqué sobre el Spygate – ver enlace
al último capítulo de la saga al final -.
Afortunadamente los resultados del gobierno de Trump son
bastante alentadores. Parece que va ganando esa batalla. Y esperemos que logre
quebrar al Establishment porque sólo desde ahí podría decantarse ese cambio de
modelo económico que pretende AMLO. Recordemos que la élite empresarial nativa
solo es una sucursal de Wall Street. Si estos caen, aquellos también caen.
Como dije al inicio, no creo que AMLO tenga el más mínimo interés
en abandonar su inclinación a falsificar la historia. Tan sólo antier volvió a
las andadas con su reacción ante las proyecciones económicas para el 2019 y
2020 que publicó la SHCP. Abordaré esto usando como marco de referencia algunas
de las enseñanzas de Maquiavelo, el padre de la política moderna, y que siguen
vigentes por su probada eficacia.
Para Maquiavelo la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras
acciones, pero nos deja gobernar la otra mitad, o más o menos, a nosotros".
Dicho más formalmente, la fortuna es el conjunto de condiciones que limitan,
obstaculizan o frustran la acción del hombre en la historia, pero no es la
totalidad de la historia, porque hay algo más que el hombre puede controlar. Y según
Maquiavelo, es esa parte de la experiencia que la fortuna no invade, la que podemos
controlar, la que hace posible la ciencia en la política, y con la cual el hombre
se puede prevenir contra los daños que pueda ocasionar la fortuna.
Es por lo anterior que Maquiavelo acudía en “Príncipe” a una
alegoría famosa donde compara a la fortuna - el azar - con un río que cuando se
enfurece arrebata todo, pero cuyo ímpetu no resulta dañoso o resulta menos
ruinoso cuando el hombre provee en tiempo oportuno reparaciones o diques.
Evidentemente, para Maquiavelo el hombre puede controlar en cierto grado al río
para prevenirse contra él con la ciencia o el saber.
Dicho lo anterior, ahora contrastemos la posición de AMLO en
este caso contra estas enseñanzas de Maquiavelo.
Debemos suponer que el documento de la SHCP se elabora con un
método de investigación científica vigente en la materia. Siendo así, se trata
de la proyección del comportamiento más probable de algunas variables económicas
significativas en base a registros históricos y a través de un modelo
matemático cuya eficiencia relativa ha sido probada. Sin embargo, AMLO puso
objeción a esa proyección en los siguientes términos: "Yo considero, y a
las pruebas me remito…yo creo que se quedaron cortos en la proyección. Vamos a
crecer como se estima, cuando menos en 2% este año, ese es mi pronóstico. Y el
año próximo 3%. Apuesto, trato hecho".
Lo que significa que AMLO ha puesto objeción a los resultados
de una ciencia auxiliar de la política, como son las matemáticas, fundado solo
en corazonadas. De ahí el recurso de la apuesta. Y entonces concluimos que AMLO
ha saltado la cerca de lo razonable para adentrarse en el mundo del azar o la
fortuna, en el que sólo es posible andar como los ciegos, a varapalos y dando
de tumbos y confiados en acertar sólo por mera casualidad o milagro. Y todo,
sin que alguien le pidiera saltar la cerca.
Para Maquiavelo esto sería irresponsabilidad y falta de
seriedad, ejemplo muy bien logrado de lo que no debe hacerse en la política. Pero
la ironía es que, en ese mismo discurso, AMLO dijo que se trataba de un
estimado conservador "para no contradecir al Banco de México" –
muestra de subordinación - y porque se está "actuando con responsabilidad
y seriedad".
Esta objeción a la proyección de su propio gobierno es otra
falsificación, no de la historia económica en registro y la que se encamina – a
esta parte ya la falsificó con su decreto -, sino de la historia más probable a
futuro según es posible proyectar con las ciencias auxiliares de que dispone la
política moderna, como las matemáticas.
En fin, otro error político que lo ha puesto a merced de ese
río de la fortuna que, cuando se enfurece, destruye todo a su paso. Solo el tiempo
dirá si AMLO es arrastrado por el río por apostar temerariamente contra la
ciencia o si acertó por mera casualidad.
Notas de pie:
https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/03/09/hubo-un-intento-de-golpe-de-estado-contra-donald-trump-quienes-fueron
Puede leer este artículo también en el diario digital mexicano SDP, donde regularmente publico los trabajos o artículos que usted ve en el acervo de este blog
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