El error es el último refugio de los mentirosos -
máxima de mi hechura -.
Algunos, muchos o todos los electores estarán persuadidos de
que las encuestas electorales mienten. Motivos razonables hay de sobra para
esto porque nuestra experiencia acumulada nos habla de unas encuestas que se
"equivocan" en sus proyecciones con demasiada frecuencia.
Por definición, el muestreo probabilístico postula la
existencia de un error de muestreo inevitable en toda muestra. Esto constituye
una concesión a la realidad con respecto a la limitación y falibilidad humana.
Sin embargo, cuando los encuestadores cometen demasiados "errores"
humanos que no se pueden explicar con el error de muestreo inevitable, que es el
fracaso que vemos de ordinario, entonces tenemos una de dos explicaciones a
esas fallas recurrentes: o los encuestadores son una bola de ineptos en los
estudios por muestreo o de plano son una banda de mentirosos.
Los encuestadores siempre andan con muchas ínfulas de ser
unos sabihondos en estos menesteres. Pues bien, la buena noticia para ellos,
los encuestadores, es que la gente ordinaria compra sus ínfulas como ciertas, porque
atribuyen la causa de sus fallos recurrentes, no al error, que es algo
inadmisible en los sabios, sino a la mentira.
En este artículo le ofrezco al lector una serie de pruebas
para que se convenza de que algunas o todas las encuestas mienten. Pero antes
de entrar en materia, haré algunas aclaraciones conceptuales que serán de gran
ayuda al lector para entender a cabalidad lo que diré. Trataré de ser lo más
sencillo y ordinario que me sea posible considerando que el común de los lectores
no tiene conocimientos de estadística avanzada y menos de muestreo; un saber al
cual no están obligados.
Marco conceptual:
En todo momento del proceso electoral la población total de
electores - personas que pueden ejercer su voto - en Nuevo León está dividida
en diferentes grupos poblacionales según preferencias de candidatos a la
gubernatura. El porcentaje que cada uno de esos grupos poblacionales representa
dentro del total de electores es un parámetro poblacional al que llamaremos
"preferencia verdadera" de cada candidato. Y todos los candidatos
tienen solo una "preferencia verdadera" en cualquier momento del
tiempo y es desconocida durante las campañas porque es prácticamente imposible
calcularla por limitaciones técnicas y económicas. Así que las
"preferencias verdaderas" de la población de electores en Nuevo León
solo serán conocidas al final de la jornada electoral, cuando se publiquen los
resultados definitivos de las votaciones.
Afortunadamente, existen técnicas de investigación científica
que nos permiten cubrir ese vacío de conocimiento sobre las "preferencias
verdaderas" de la población de electores estimándolas en un momento
determinado del tiempo y con algún margen de error probable y un nivel de
confianza determinados. Una de esas técnicas es la aplicación de cuestionarios
de preferencias electorales a una muestra probabilística y representativa de
electores, y que es lo que en teoría pretenden hacer las encuestas electorales
que conocemos en nuestra experiencia ordinaria.
Cada encuesta electoral obtiene como resultado unos
estadísticos que llamaremos "preferencias estimadas" para los
candidatos. Éstas "preferencias estimadas" son los resultados que
ordinariamente vemos en las encuestas publicadas en los medios de información.
Y como su nombre lo indica, esas "preferencias estimadas" son
estimaciones de las "preferencias verdaderas" de la población total
de electores. Pero esas estimaciones no son exactas en virtud de que están
sujetas a un margen de error probable. Este margen de error probable es
inevitable porque toda encuesta está sujeta por definición a un error de
muestreo determinado.
Una encuesta de preferencias electorales que esté "bien
hecha" - que esté realizada conforme a los axiomas y reglas del muestreo y
la recopilación no sesgada de datos -, obtendrá como resultado
"preferencias estimadas" que estarán muy cerca de las
"preferencias verdaderas" de la población total de electores dentro
del margen de error que se haya propuesto en el diseño de la muestra. Esto
significa que las "preferencias verdaderas" de la población total de
electores estarán dentro del margen de error que se haya propuesto la encuesta
con un nivel de confianza determinado, que normalmente es de 95%. Bajo esta
premisa, podemos afirmar que todas las encuestas electorales que estén bien
hechas y que se hayan aplicado a la misma población en tiempos iguales o muy
semejantes, tenderán a ofrecer "preferencias estimadas" muy parecidas
o con diferencias no significativas entre sí. Esto tiene que ser así forzosamente
por lo que ya señalé arriba: cada candidato tiene solo una "preferencia
verdadera" en la población de electores bajo estudio.
Es por lo anterior que sabemos que hemos llegado a un
escenario anómalo o aberrante cuando varias encuestas obtienen "preferencias
estimadas" que son significativamente diferentes entre sí y no obstante
que se aplicaron a la misma población y en tiempos iguales o muy semejantes.
Esta aberración o anomalía nos obliga a concluir que algunas o todas las
encuestas están mintiendo.
Este escenario aberrante y absurdo es el que casi siempre se
presenta al final de los procesos electorales, cuando el público se entera de
que las "preferencias estimadas" de las encuestas fueron muy
diferentes de las "preferencias verdaderas" que resultaron al final
del día en las votaciones. Es en ese momento en que el público tiene la prueba
definitiva de que algunas o todas las encuestas mintieron. Y para nuestra
desgracia, este escenario aberrante y absurdo de las encuestas se ha vuelto
demasiado frecuente en nuestra experiencia, y no es sino por esto que las
encuestas han caído en un completo descrédito.
Vamos a las pruebas:
Me puse a recolectar los resultados de algunas de las
encuestas electorales más recientes para realizar pruebas estadísticas. Sólo
consideré a las encuestas más importantes. No estoy considerando a todas esas
encuestas que, en base a mi amplia experiencia, considero que son mentiras
descaradas. En este grupo de encuestas basura están, por ejemplo, las que está
inventando Samuel García para distribuirlas a granel en redes sociales y
cruceros de la ciudad.
La siguiente tabla, la imagen 1, resume algunas características de las encuestas que tomé en cuenta para este análisis. El lector puede ver fácilmente que las encuestas difieren entre sí en cuanto a las "preferencias estimadas" para los candidatos a la gubernatura de Nuevo León. Si juzgamos las diferencias a simple vista para determinar si son importantes o no, entraremos a una controversia sin solución porque estamos en el terreno subjetivo. Así que para evitar esto y poder llegar a conclusiones de común acuerdo sobre las diferencias, opté por desarrollar una prueba estadística que nos permita cumplir con el criterio de la objetividad.
La prueba consiste en comparar los resultados de dos
encuestas específicas para determinar si existen entre ambas diferencias
estadísticamente significativas. Para este efecto, calculamos un z-score y lo
comparamos con los valores críticos de Z para el 95% y el 99% de confianza. Si
el valor absoluto del z-score (valor absoluto significa que no tomemos en
cuenta el signo de los cálculos del z-core) es igual o mayor que el valor
crítico de Z, entonces podemos concluir que hay diferencias entre las
"preferencias estimadas" de las dos encuestas, y que dichas
diferencias son estadísticamente significativas. Finalmente, la comparación se
tiene que hacer entre encuestas que se hayan aplicado a la misma población en
tiempos iguales o al menos aproximadamente iguales.
Bien, la siguiente tabla, la imagen 2, nos da el resultado de
la prueba para la comparación entre la encuesta más reciente del periódico El
Norte y otra de Demotecnia. En este caso estamos usando la encuesta escandalosa
que El Norte sacó de imprevisto recientemente y donde disparó a Samuel García
hasta el 32% y castigó a Clara Luz Flores con un 16%.
En esa tabla los valores absolutos de los z-score o z-calculados (sin tomar en cuenta el signo del cálculo) para las "preferencias estimadas" de las dos encuestas superan los valores críticos de Z al 95% y el 99% en el caso de los tres candidatos principales para la gubernatura de Nuevo León: Clara Luz Flores, Adrián de la Garza y Samuel García. Sólo en el caso de Fernando Larrazábal el z-score es inferior al valor crítico de Z. Lo anterior nos permite afirmar, con el 99% de confianza, que las "preferencias estimadas" por las dos encuestas para los tres candidatos principales tienen diferencias estadísticamente significativas que no pueden ser explicadas con el error de muestreo ("Sí" en la tabla). Pero esto también nos obliga a concluir, con el 99% de confianza, que una de las dos encuestas o las dos están mintiendo. Y debemos concluir esto por lo que ya afirmamos antes en el marco conceptual: dos encuestas que son realizadas correctamente sobre la misma población y en el mismo tiempo deben dar resultados muy parecidos o con diferencias no significativas.
Desgraciadamente, no podemos determinar de manera concluyente
cuál de esas dos encuestas está mintiendo, o si las dos están mintiendo, porque
no conocemos en este momento las "preferencias verdaderas" de la
población electoral total en Nuevo León - nos referimos a este vacío de
conocimiento inevitable en el marco conceptual -.
El lector puede observar también que el caso de Clara Luz
Flores es donde el valor absoluto del z-score o calculado supera al valor
crítico de Z con más amplitud: 6.61 contra 2.575 para el 99% de confianza. Esto
se debe a que El Norte castigó demasiado a esta candidata en su encuesta
bajándola hasta el 16%, mientras que Demotecnia le da el 23% de las
preferencias. Pero como ya vimos en nuestra prueba estadística, esta diferencia
escandalosa entre las dos encuestas es prueba de que una de las dos o las dos
están mintiendo.
Pero este problema no es un caso único. Lo cierto es que,
como de costumbre, la mentira se está presentando con demasiada frecuencia en
las encuestas electorales en Nuevo León. La siguiente tabla, la imagen número
tres, es bastante elocuente al respecto.
En esa tabla estamos viendo comparativas para diferentes pares de encuestas. Aunque logré formar diez pares o comparativas, en estricto sentido técnico solo podemos hacer pruebas de hipótesis para tres comparativas porque son las que se empalman total o parcialmente en fechas de levantamiento. Me estoy refiriendo a la "Comparativa 1" (Enkoll - Demotecnia), la "Comparativa 2" (Enkoll - El Heraldo), y tal vez la "Comparativa 5" (Demotecnia - El Heraldo), y que son los renglones coloreados de amarillo.
Sobre esas tres comparativas se puede decir, con el 95% de
confianza, que todas tienen diferencias estadísticamente significativas en sus
"preferencias estimadas" para Clara Luz Flores y Samuel García
("Sí" en la tabla). Pero de nueva cuenta, este hallazgo nos permite
concluir, con el 95% de confianza, que algunas de estas encuestas están
mintiendo al menos en el caso de estos dos candidatos. Y todo indica que la
mentira se debe a que están inflando a Samuel García y castigando a Clara Luz Flores.
La "Comparativa 8" (El Heraldo - El Norte) es muy
interesante y digna de tomarse en cuenta. Aunque las dos encuestas fueron
realizadas en tiempos diferentes pero muy cercanos - El Heraldo entre el 27 y
el 28 de marzo y El Norte entre el 29 y el 31 de marzo -, sólo presentan una
diferencia estadísticamente significativa en el caso de Clara Luz Flores. Esta
diferencia se debe a algo que ya es recurrente en lo que hemos visto: El
Heraldo le dio a Clara Luz el 24% de las preferencias, y El Norte la castigó
con un 19%. Estamos hablando de la encuesta normal o protocolaria de El Norte,
la mensual, no de la encuesta escandalosa que este periódico sacó de imprevisto
recientemente y donde disparó a Samuel García hasta el 32% y castigó a Clara
Luz Flores con un 16% de las preferencias.
Ahora bien, como la prueba de hipótesis para la
"Comparativa 8" arroja "preferencias estimadas"
estadísticamente iguales para la mayoría de los candidatos, y pese a que las
dos encuestas fueron levantadas en tiempos diferentes, aunque muy cercanos,
entonces creo que resulta razonable suponer que todas las encuestas de la tabla
anterior podrían compararse con independencia de su fecha de levantamiento.
Esto tiene sentido porque todas esas encuestas fueron levantadas en un breve
período de tiempo que va del 25 de marzo al 1 de abril, tiempo en el cual las
condiciones políticas tal vez no variaron de manera significativa en la
percepción de las gentes.
Atenidos a lo anterior, si relajamos la condición de la fecha
de levantamiento y realizamos una prueba de hipótesis para las 10 comparativas
de la tabla, resulta que en 24 casos las "preferencias estimadas"
tienen diferencias estadísticamente significativas al 95% de confianza
("Sí" en la tabla), y sólo en 14 casos no hay diferencias estadísticamente
significativas ("No" en la tabla). Así que podemos decir con el 95%
de confianza que algunas o todas estas encuestas de la tabla están mintiendo
parcial o totalmente.
Creo que con lo anterior es suficiente para concluir que
algunas o todas las encuestas electorales de Nuevo León están mintiendo parcial
o totalmente. Desgraciadamente, no podemos determinar cuáles encuestas están
mintiendo, en qué y en cuánto están mintiendo, por lo que ya dije antes: todos
desconocemos las "preferencias verdaderas" de la población total
electoral de Nuevo León en las fechas en que se aplicaron estas encuestas.
Para que el lector entienda lo que está ocurriendo aquí lo
pongo en un escenario hipotético. Suponga el lector que las elecciones para
gobernador de Nuevo León se realizaron el 2 de abril pasado. Pues bien, podemos
asegurar con el 95% de confianza que los resultados de las votaciones hubieran
sido significativamente diferentes a las proyecciones de algunas o todas esas
encuestas que hemos analizado, y estaríamos de nuevo acusando a los
encuestadores de mentirosos.
Debo hacer una aclaración respecto la encuesta de El
Financiero. Resulta que este medio publicó sus encuestas el 6 de abril, pero su
metodología publicada es muy deficiente y pobre. Por ejemplo, no indican las
fechas de levantamiento para cada una de sus encuestas, lo cual hace imposible
cualquier análisis sobre las cifras reportadas. Días antes de publicar este
artículo hablé a ese periódico para pedir la fecha de levantamiento de la
encuesta para Nuevo León, pero no la pude obtener. Hasta donde sé, este
problema no se ha corregido. Desconozco el motivo por el cual no publicaron las
fechas de levantamiento, pero me resulta difícil atribuirlo a un error. Y fue
por este "error" de publicación que las pruebas de hipótesis para la
encuesta de este diario las tuve que hacer suponiendo que la levantaron entre
el 25 de marzo y el 1 de abril.
Algunas de las pruebas que ya hemos visto las presenté en una
serie de dos programas de televisión por Internet al que fui invitado como
opinador. Estoy hablando del programa "La Polémika con K" del medio
de información Antena X, y conducido por los periodistas Francisco Peña y Juan
José Coello.
Mi primera intervención en ese programa de televisión ocurrió
el 5 de abril pasado y detonó mucho ruido y polémica en torno a las encuestas.
Tengo entendido que esto motivó que el señor Mauricio Fernández, el candidato
del PAN a la alcaldía de San Pedro, lanzara un reto al periódico El Norte para
que probara que sus encuestas son verdaderas, y poniendo de por medio una
apuesta monetaria millonaria en su monto. Incluso el señor Mauricio Fernández
asistió al programa "La Polémika con K" a los siguientes días para
tratar este asunto de las encuestas y otros temas de su campaña política. A la
reacción crítica contra las encuestas del señor Mauricio Fernández, se sumaron
otros analistas y periodistas, como el arquitecto Héctor Benavides, de
Multimedios. Pocos días después, y en un evento que desconozco si esté
conectado o no con lo anterior, también el presidente de México, Andrés Manuel
López Obrador, se refirió al problema de las encuestas mentirosas y
propagandísticas en Nuevo León. En esa ocasión el presidente se refirió crítica
y específicamente a las encuestas del periódico El Norte, al cual calificó
prácticamente de un partido político informal que suele intervenir en las
elecciones de ese estado para tratar de imponer a sus peleles en los gobiernos
locales.
Sobre las encuestas mentirosas y la "profecía autorrealizada":
Ahora voy a relajar el rigorismo técnico para ofrecer mis
opiniones sobre lo que está ocurriendo en este asunto.
Como ya dije antes, por un razonable acto de prudencia debo
atribuir las fallas sistemáticas de las encuestas electorales a la mentira
deliberada, y no al error humano. Creo también que la mentira tiene una
intencionalidad política, donde no hay nada nuevo bajo el Sol si nos atenemos a
la experiencia acumulada. Tal como dije en el programa de televisión "La
Polémika con K", para nuestra desgracia las encuestas se han ido
pervirtiendo para convertirse de instrumentos de investigación científica en
instrumentos de propaganda política. Y como instrumentos de propaganda que son,
las encuestas se valen de la psiquiatría aplicada haciendo uso del truco de la
profecía autocumplida o autorrealizada, y soportada por la falacia de la
autoridad. Voy a explicar esto enseguida en términos de encuestas.
Una profecía autorrealizada se da al principio como una falsa
proyección estadística de "preferencias estimadas" para los
candidatos en una contienda - encuestas que mienten -. Pero gracias a falacias,
sesgos e ilusiones que imperan en el pensamiento instintivo de las personas, y
donde brilla por su poder de autoengaño la falacia de la autoridad - "Si
lo dijo El Norte, entonces es cierto", por ejemplo -, esa profecía falsa
genera un comportamiento social agregado que hace que aquellas falsas
"preferencias estimadas" se vuelvan realidad como "preferencias
verdaderas" de la población electoral total el día de las votaciones.
Mi opinión es que al menos la mayoría de las encuestas están
ocupadas en este trabajo de psiquiatría aplicada y de propaganda política, y
donde su objetivo es ya bastante claro hasta para el sentido común: inflar en
preferencias a Samuel García y derrumbar a Clara Luz Flores. Y desde luego que
estas encuestas pueden lograr su propósito a través de ese truco de la
"profecía autorrealizada" porque, desgraciadamente, las personas
suelen pensar instintivamente y no críticamente, con lo cual se dejan dominar
por falacias, ilusiones y sesgos y se hacen víctimas de manipulación mediática.
Vaya, me atrevería a decir que estas encuestas mentirosas que hemos analizado
sí han logrado su propósito en algún grado inflando a Samuel García en
preferencias y bajando a Clara Luz Flores.
Sobre el contenido de la intencionalidad política en estas
encuestas mentirosas, hablaré en el siguiente artículo.
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