By EneasMx |
En este artículo vamos a probar tres cosas. En primer lugar, que la política de “abrazos no balazos” de AMLO es eficaz y eficiente puesto que está logrando su fin propuesto con un alto nivel de eficiencia y sin precedentes en México, pero que podría mejorar algo más. En segundo lugar, que aun bajo esas condiciones de alta eficiencia, la pacificación del país solo es posible en el muy largo plazo, es decir, tras algunos 19 años de espera con política razonable. Y en tercer lugar, que la oposición en México miente cuando afirma que la política de “abrazos no balazos” es un fracaso.
Aclaraciones sobre los datos:
La mayoría de los estudios y artículos que se han
publicado en este tema (si no es que todos) cometen el error de usar las
estadísticas de homicidios según la fecha en que fueron oficialmente
registrados, que a veces es diferente de la fecha de ocurrencia del hecho. El
problema es que estas cifras implican un sesgo: aumentan artificialmente los
homicidios en los años más recientes, y disminuyen artificialmente los
homicidios en los años más atrás en la serie de tiempo. Para evitar este sesgo,
en mis análisis uso las estadísticas de homicidios por mes y año de ocurrencia
que publica el INEGI para el periodo de tiempo que va de 1990 a 2021, de tal
forma que las cifras que presento pueden diferir en alguna medida de las que
usted ve publicadas. Para el año 2022 acudí a las estadísticas que reporta mensualmente
el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública (SESNSP), puesto que el INEGI no presenta estadísticas completas para ese año.
Las estadísticas de homicidios por países que usé son de
la oficina de Crimen y Drogas de la ONU para los años de 1990 a 2021. Desgraciadamente,
las estadísticas de homicidios de la ONU son por fecha de registro, lo cual nos
carga el sesgo al que me referí antes.
Los homicidios en México por sexenio presidencial:
En la siguiente gráfica vemos los homicidios (línea
punteada azul) y la tendencia de los homicidios (línea roja) por mes para el
periodo de tiempo que va de enero de 1990 a diciembre de 2022. He dividido la
gráfica en secciones con líneas verticales punteadas de color negro para
indicar las fechas donde inicia cada sexenio presidencial en México. El sexenio
de Carlos Salinas de Gortari está incompleto.
La relación entre los homicidios y el tiempo (línea punteada azul) cambia con mucha frecuencia de manera abrupta mes tras mes. Este comportamiento oscilatorio se debe a un factor estacional de los homicidios (hay meses en que típicamente los homicidios son más altos que el promedio, y otros en que son más bajos) y sobre todo a un factor aleatorio. Sin embargo, a simple vista es claro que toda esa serie de tiempo de los homicidios (línea punteada azul) tiene una tendencia de crecimiento entre 1990 y 2022. Realicé una descomposición estacional de los datos mensuales de homicidios con el método del Censo I para eliminar los factores estacional y aleatorio y quedarnos solo con el componente de tendencia de la serie y poder visionarlo con claridad. El resultado es la línea roja en la gráfica llamada: “Tendencia de los homicidios”. Para confirmar que la tendencia es de crecimiento, solo tiene que contrastar los puntos inicial y final de la línea de tendencia (línea roja) contra el eje vertical de la gráfica, que mide la cantidad de homicidios por mes.
Esa tendencia de crecimiento (línea roja) tiene un comportamiento ondulatorio en el tiempo que se acentúa a partir del año 2007. Esto se debe a que dicha tendencia se ha ido construyendo con intervalos de tiempo de crecimiento y decrecimiento en los sucesivos sexenios presidenciales. En la gráfica le añado flechas negras con un rótulo amarillo que indican la dirección aproximada que la tendencia de los homicidios ha ido tomando en el tiempo, así como la tasa de cambio porcentual anual de los homicidios. Más adelante entenderá el significado de esas tasas.
Para calcular las tasas de cambio
porcentual en cada tramo de la tendencia ajusté a los datos mensuales de
homicidios un modelo de regresión logarítmica-lineal segmentada. A continuación
explicaré en un párrafo este modelo sin tecnicismos, de la manera más ordinaria
que me sea posible, para que el lector entienda lo que estamos haciendo.
El modelo matemático que implementé me
permite dividir la serie de tiempo de los homicidios en segmentos o partes
independientes. Dicha partición o división se hace en los puntos donde la serie
presenta cambios abruptos y significativos de tendencia. Esos puntos de
división se llaman “Breakpoints” o puntos de quiebre. Una vez que el modelo ha
particionado la serie de tiempo de los homicidios, procede a ajustar una
ecuación de regresión logarítmica-lineal a cada segmento. En mi caso, el modelo
dividió la serie de tiempo en diez segmentos o partes, que corresponden a las
diez flechas negras de dirección que añadí en la gráfica anterior.
Lo útil de este modelo es que uno de
sus resultados es un estadístico llamado “semielasticidad de los homicidios”,
que no es sino una tasa de cambio porcentual de los homicidios por unidad de
tiempo. En la siguiente imagen puede ver las tasas que resultaron de la
aplicación del modelo, ya transformadas a escala anual.
El lector puede verificar que las tasas de cambio
porcentual anual de esta tabla son las tasas que añadí a cada flecha de
dirección en la gráfica anterior. Cada tasa debe interpretarse de la siguiente
manera: cambio porcentual en los homicidios que resulta de un cambio en el
tiempo en un año. Si la tasa es positiva, significa que los homicidios aumentan
con el paso de los años, lo que equivale a una tendencia de crecimiento de los
homicidios (ver columna “Tendencia de los homicidios”); y si la tasa es
negativa, significa que los homicidios disminuyen con el paso de los años, lo
que equivale a una tendencia de decrecimiento de los homicidios.
Ahora sí podemos leer comprensivamente
la gráfica y la tabla. Carlos Salinas de Gortari (CSG) reportó solo tendencia
de crecimiento de los homicidios a una tasa anual de 6.6%. Ernesto Zedillo
(EZPL) reportó solo tendencia de decrecimiento a una tasa anual de 6.8%. Esa
tendencia de decrecimiento se desaceleró durante el gobierno de Vicente Fox
(VFQ) hasta caer a una tasa anual de 2.8%. A partir de agosto de 2004, Vicente
Fox revirtió la tendencia decreciente de los homicidios a creciente a una tasa
anual de 6.2%. Felipe Calderón Hinojosa (FCH) aceleró monstruosamente la
tendencia de crecimiento de los homicidios a una tasa anual de 36.8%. A partir
de julio de 2010, FCH revirtió la tendencia de crecimiento a decrecimiento a
una tasa anual de 4.9%. Enrique Peña Nieto (EPN) aceleró esa tendencia de
decrecimiento a una tasa anual de 6.9%. A partir de octubre de 2015, EPN
revirtió la tendencia de decrecimiento a crecimiento de los homicidios a una
tasa anual monstruosa de 21.1%. Finalmente, AMLO desaceleró esa tendencia de
crecimiento monstruosa hasta llegar a una tasa anual sin precedentes de solo
3.0%, y a partir de agosto de 2020 AMLO revirtió la tendencia de crecimiento de
los homicidios a decrecimiento con una tasa anual sin precedentes de 8.1%.
Aclaro que en mi texto no hay un error
de lectura de las tasas. Estoy prescindiendo de los signos negativos en algunas
de las tasas porque en esos casos declaro antes textualmente que es tendencia
decreciente.
La siguiente imagen nos muestra un
comparativo de las tasas de cada sexenio presidencial entre 1990 y 2022. Se
trata de dos gráficas de barras, una para las etapas de crecimiento de los
homicidios en cada sexenio, y otras para las etapas de decrecimiento de los
homicidios por sexenio. En la gráfica inferior, que corresponde a las etapas de
decrecimiento, estoy consignando las tasas en valor absoluto, es decir,
prescindiendo de los signos negativos de las tasas. Así que las cifras de esa
gráfica inferior se deben leer, no como tasas de cambio porcentual anual, sino
como tasas de decrecimiento o disminución porcentual anual.
En la gráfica superior, la
correspondiente a las etapas de crecimiento, vemos que Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto son los que más aportaron al crecimiento de los homicidios
en México, y con mucho: 36.8% y 21.1% de crecimiento en los homicidios por cada
año que ocurría, respectivamente. Entre ellos dos representan el 78.5% de la
suma de todas las tasas de crecimiento. Muy abajo quedan Carlos Salinas de
Gortari (6.6%), Vicente Fox (6.2%) y AMLO (3.0%), en orden de magnitud de la
tasa. Es destacable el hecho de que AMLO es el que menos aportó al crecimiento
de los homicidios, con una tasa anual de 3.0%
En la gráfica inferior, la que
corresponde a las etapas de decrecimiento, vemos que AMLO es el presidente que
más ha aportado al decrecimiento de los homicidios, con una tasa anual de 8.1%.
Le siguen en orden de importancia EPN (6.9%), EZPL (6.8%), FCH (4.9%) y en
último lugar Vicente Fox (2.8%)
La siguiente tabla presenta algunas
estadísticas descriptivas de las tasas de cambio porcentual de los homicidios
por año en valores absolutos.
En las etapas de crecimiento de los
homicidios, la media o promedio de la tasa es de 14.8%. La tasa de crecimiento
más alta que se ha dado en este caso es de 36.8%, que corresponde al gobierno
de Felipe Calderón (ver columna “Máximo”). A su vez, la tasa de crecimiento más
baja corresponde al gobierno de AMLO, con 3.0% (ver columna “Mínimo”). La suma
de todas las tasas de crecimiento es de 73.8%, que implica un 2.2% anual en
promedio. Sin embargo, el coeficiente de variación es muy alto, 96.1, lo que
indica que este grupo de tasas es muy heterogéneo y que la media o promedio no
es un buen indicador de la tendencia central porque está sesgado hacia arriba.
Un mejor indicador de la tendencia central de este grupo sería la mediana, que
es de apenas 6.6%. Eso nos indica que el sesgo hacia arriba de la media es
enorme, de 8.2 puntos porcentuales, y se debe a que en este grupo hay dos tasas
de crecimiento de homicidios muy altas, monstruosas: 36.8% de Felipe Calderón y
21.1% de Enrique Peña Nieto.
En las etapas de decrecimiento de los
homicidios, la media o el promedio de la tasa es muy baja, de apenas 5.9%. La
tasa de decrecimiento más alta que se ha logrado es la que está reportando el
gobierno de AMLO: 8.1% (ver columna “Máximo”). La suma de todas las tasas de
decrecimiento es de apenas 29.5% (ver columna “Total”), lo que significa una
tasa de apenas 0.9% al año en promedio. El coeficiente de variación de 35.0 nos
indica que la media o promedio es un buen indicador de la tendencia central de
este grupo de tasas.
A estas alturas ya podrá entender el
motivo por el cual los homicidios en México tienen una tendencia creciente
entre 1990 y 2022. En efecto, en el caso de México las tasas de cambio
porcentual de los homicidios en el tiempo tienden a ser bajas en las etapas de
decrecimiento o caída de los homicidios, pero en las etapas de crecimiento de
los homicidios dichas tasas tienden a ser altas o muy altas. Sin embargo, las
bajas tasas de decrecimiento de los homicidios no es un fenómeno exclusivo de
México. Esto también ocurre en todos los países del mundo, como veremos
enseguida.
El modelo que apliqué a México también
lo apliqué a todos los países del mundo que han presentado alguna tendencia
persistente de caída o decrecimiento de los homicidios en algún intervalo de
tiempo entre 1990 y 2021, o bien en todo ese intervalo de tiempo. En total, son
78 países los que han presentado esa característica, y son los que he incluido en
mi análisis.
Hay muy pocos países que presentan
algún intervalo de tiempo con decrecimiento de homicidios, pero dicho intervalo
es muy breve en tiempo, de 6 años o menos, y poseen una historia estadística de
altibajos abruptos en esa variable. Esos países no los consideré en mi análisis
numérico. Obviamente, no consideré en esta parte del análisis a México porque
su actual tendencia de decrecimiento es muy breve hasta el momento, de apenas 3
años. El Salvador también está en este pequeño grupo de países descartados.
Este país ha reportado una tasa de decrecimiento de homicidios muy alta en los
últimos 6 años, de aproximadamente 30.4%. Sin embargo, este resultado se debe
en parte a que el presidente Nayib Bukele ha suspendido la institucionalidad
democrática y los derechos constitucionales en su país como método de combate a
la criminalidad, y no es precisamente la forma en que se deben abatir los
homicidios en una sociedad civilizada.
Enseguida puede ver una tabla con
algunas estadísticas descriptivas de las tasas de decrecimiento porcentual
anual de esos 78 países en valores absolutos, es decir, prescindiendo de los
signos negativos de las tasas.
La media de la tasa es de apenas 4.9%,
muy parecida a la media de la tasa de decrecimiento en México: 5.9%. Sin
embargo, el coeficiente de variación es alto (50.0), lo cual indica que la
media no es un buen indicador de la tendencia central de este grupo de tasas. Así que un mejor indicador
de la tendencia central para este grupo de tasas es la “Mediana”, y que
asciende a 4.7%. Aunque la diferencia entre las dos medidas es técnicamente
irrelevante y podemos usarlas indistintamente. La tasa de decrecimiento más
grande que se ha logrado es de 12.7% (ver columna “Máximo”), y corresponde a
Bhutan (Bután, país asiático en el Himalaya); en tanto que la menor tasa es de
0.5% (ver columna “Mínimo”), y corresponde a la India.
La media es un buen indicador de la tendencia central de la variable
“duración de la tendencia en años”, y asciende a 24.5 años.
Es destacable el hecho de que la tasa de decrecimiento de los homicidios que está
logrando AMLO es notablemente mayor que el promedio mundial (8.1% contra 4.9%).
Pero además, la tasa de AMLO es la novena más alta del mundo cuando ordenamos a
los 78 países por magnitud de tasa, de mayor a menor. En la tabla siguiente le
presento solo a los 10 países con las tasas de decrecimiento de homicidios más
altas.
Los datos que hemos visto nos permiten
concluir lo siguiente a manera de regla general: A nivel mundial, los
homicidios tienden a disminuir a tasas muy bajas, de tal forma que, en
promedio, un país tarda 24.5 años en disminuir los homicidios a una tasa anual de
apenas 4.9%. Esto concuerda con nuestro hallazgo en el caso de México donde la
tasa de decrecimiento promedio es de 5.9% a lo largo de 33 años. Sin embargo, y
al menos en el caso de México, los homicidios pueden crecer a tasas muy altas
en poco tiempo, en cuestión de meses o de unos pocos años; y para ese efecto
solo se necesita darle a la población motivos suficientes para comenzar un baño
de sangre.
La política de “abrazos no balazos” de AMLO podría costar casi 200,000 vidas humanas:
Ahora vamos a pronosticar la cantidad
de homicidios que habrá de acumular el gobierno de AMLO hasta noviembre de
2024, fecha de su conclusión oficial. Para mis predicciones apliqué un modelo
ARIMA (Modelo Autorregresivo Integrado de Promedio Móvil) a la serie de tiempo
de los homicidios mensuales en México desde diciembre de 2018 a febrero de
2023. Explicaré en un solo y breve párrafo la mecánica de este modelo
matemático de la forma más ordinaria que me sea posible para que el lector
entienda lo que estamos haciendo.
Se trata de un modelo donde las
predicciones de homicidios a futuro son determinadas por los mismos datos de
homicidios que estamos usando, es decir, el pasado de la variable de homicidios
sirve para predecir su comportamiento futuro. Antes de realizar las
predicciones el modelo ARIMA transforma matemáticamente los datos para estimar
sus parámetros autorregresivos y de media móvil, con los cuales realiza las predicciones.
La gráfica siguiente muestra los homicidios observados (datos reales)
entre diciembre de 2018 y febrero de 2023, así como los homicidios
pronosticados por ARIMA para el periodo que va de marzo de 2023 a noviembre de
2024, que sería el último mes del gobierno de AMLO. La línea roja punteada
señala el inicio del gobierno de AMLO, y la línea verde punteada señala el
inicio de las pronósticos de homicidios.
El pronóstico nos da una tendencia decreciente de los homicidios hasta noviembre
de 2024. En torno a esa tendencia, habrá aumentos y disminuciones de los
homicidios mes tras mes por efecto de los factores estacional y aleatorio en la
serie de tiempo de los homicidios. Eso lo puede ver el lector en el
comportamiento oscilatorio de los pronósticos a partir de marzo de 2023 y hasta
noviembre de 2024.
En la siguiente tabla estadística se consignan los resultados numéricos
del modelo ARIMA.
Hasta febrero de 2023 el gobierno de AMLO acumulaba 145,609 homicidios.
El promedio mensual de homicidios en ese periodo es de 2,855, con un mínimo de
2,258 y un máximo de 3,223 homicidios al mes. Recuerde que estamos hablando de
homicidios por mes y año de ocurrencia, mismos que difieren de los que
normalmente se publican por mes y año de registro. A su vez, el modelo
pronostica que entre marzo de 2023 y noviembre de 2024 ocurrirán 51,633
homicidios, donde el promedio mensual de homicidios sería de 2,459, con un
mínimo de 2,101 y un máximo de 2,734 homicidios. En suma, el modelo pronostica
que AMLO terminaría su gobierno en noviembre de 2024 con 197,242 homicidios,
donde el promedio mensual sería de 2,739, con un mínimo de 2,101 y un máximo de
3,223 homicidios al mes.
La pacificación de México solo es posible en el muy largo plazo:
Los homicidios son una externalidad en
las sociedades humanas, como lo es la contaminación. Con esto quiero decir que
son un efecto negativo colateral e inevitable de las interacciones humanas, de
tal forma que es imposible pretender que una sociedad humana reporte cero homicidios
para siempre. La realidad es que solo podemos pretender controlar los
homicidios hasta llevarlos a un nivel máximo socialmente tolerable.
Desgraciadamente, nadie se ha puesto a investigar para determinar cuál sería
ese nivel socialmente tolerable de homicidios para el caso de México. No existe
entonces un criterio cuantitativo a ese respecto que permita dirimir disputas y
ponernos de acuerdo a todos los razonables sobre lo que es un nivel de
homicidios aceptable o no aceptable.
Dado ese vacío de criterios, me veo
precisado a establecer dos criterios por mi cuenta. Para nuestro caso,
consideraré que un nivel socialmente tolerable de homicidios es de 8,869 al año (739 homicidios
al mes), y que son los homicidios registrados en 2007, el mejor año de México
en la serie de tiempo bajo análisis. A su vez, asumiré que un óptimo en cuanto
a un nivel socialmente tolerable de homicidios es de 2,416 al año (201 al mes),
que es el promedio de homicidios de Europa Occidental en el periodo 1990-2021,
según datos de la ONU. Son criterios que estoy construyendo al vuelo pero que
son útiles para nuestro fin. Por supuesto que este tema debe ser objeto de una
sesuda investigación.
Enseguida vemos una tabla estadística con las predicciones del modelo
ARIMA para el logro de esos niveles de homicidios socialmente tolerables.
Solo hasta el año 2037 podríamos bajar a 776 homicidios al mes (9,316 al
año), que es muy cercano a nuestro nivel socialmente tolerable de 739
homicidios al mes (8,867 al año). Esto significa un tiempo de espera de 19
años. Y solo hasta el año 2041 podríamos bajar a 280 homicidios al mes (3,364
al año), que es muy cercano a nuestro óptimo social de 201 homicidios al mes
(2,416 al año); pero alcanzar este óptimo implicaría un tiempo de espera de 23
años. Estoy contando los años de espera a partir del año 2019.
Estos tiempos de espera (19 años y 23 años) se acercan mucho a la duración
promedio de las tendencias de decrecimiento de homicidios en los 78 países que
analizamos antes: 24.5 años. Esto refuerza nuestra confianza en las
predicciones del modelo ARIMA. Sin embargo, debo advertir al lector que las
predicciones del modelo ARIMA pierden exactitud gradualmente a medida que los
tiempos de predicción se extienden hacia el futuro, y en este caso estamos
yendo algo lejos con predicciones para 2037 y 2041. Para que esas predicciones
fueran de alta exactitud tendríamos que suponer que las actuales condiciones en
México se mantienen invariables en el futuro, lo cual es poco realista. Así que
la intención de mostrar estas predicciones es solo para formarnos una idea
aproximada del tiempo que podría tardar la política de “abrazos no balazos” en
alcanzar esos niveles de homicidios socialmente tolerables.
Los criterios correctos para juzgar a una política pública:
Una política debe juzgarse de manera razonable, o sea, conforme a la
razón y a las reglas que prescribe en un determinado campo de indagación o
actividad o bien en general. En un caso práctico como el que nos ocupa, el
juicio razonable se da a través de tres criterios que permiten dirimir disputas
y ponernos de acuerdo en torno a si una política determinada da resultados
satisfactorios o no: eficacia, eficiencia y realismo.
La eficacia consiste en la capacidad de la política para elegir los
medios que con el máximo de probabilidad harán posible la realización del fin
previsto. En el caso de una política de seguridad cuyo fin es el abatimiento de
los homicidios, la eficiencia consiste fundamentalmente en el logro de ese fin en
el menor tiempo posible. Y el realismo consiste en la aplicación de esos dos
criterios tomando noticia de las circunstancias del mundo real y de las
limitaciones que éstas implican, con la consecuente renuncia a toda actitud
absolutista en la teoría o la práctica.
El realismo es el más importante de los tres criterios porque es el que
nos permite definir los límites dentro de los cuales está nuestro espacio de
posibilidades de acción en cuanto a eficacia y eficiencia. Déjeme explicar
esto, porque es donde surgen los problemas políticos.
Todos los mexicanos de buena voluntad deseamos que los homicidios en
México se acaben de una vez y para siempre de un golpe. En el menos idóneo de
los casos, deseamos que los homicidios se vayan a un mínimo tolerable en
cuestión de meses, un año o un sexenio. Sin embargo, cuando entramos a esa
idoneidad estamos asumiendo una actitud absolutista que nos desconecta del
mundo real y sus limitaciones, y entonces estamos deseando un imposible.
La verdad cruda es que el mundo real nos impone la siguiente limitación
a nuestras posibilidades de abatir lo homicidios, y cuya existencia ya ha
probado nuestro análisis: “A
nivel mundial, los homicidios tienden a disminuir a tasas muy bajas, de tal
forma que, en promedio, un país tarda 24.5 años en disminuir los homicidios a
una tasa anual de apenas 4.9% al año. Esto concuerda con nuestro hallazgo en el
caso de México donde la tasa de decrecimiento promedio es de 5.9% a lo largo de
33 años”.
Solo podemos aventurar posibles
explicaciones a ese fenómeno. Por lo que a mí respecta, creo que esa muy baja
tasa de disminución en los homicidios en las sociedades humanas debe tener su
causa en factores emocionales y culturales, con lo cual quiero decir que los
comportamientos violentos son parte de la neurosis del hombre en un mundo como
el nuestro, y también un producto cultural o forma de vida que está muy
arraigada en ciertas personas y que difícilmente abandonan si no es tras un
largo periodo de tiempo de perfeccionamiento cultural por la vía de la
educación formal o informal.
Pero sea cual sea la causa de esos arraigados
comportamientos violentos, el hecho es que el mundo real nos impone un límite a
nuestra posibilidad de abatir los homicidios a solo una tasa anual de 4.9% en
promedio, o bien de 12.7% al año como máximo. El problema es que, en el caso de
México, donde los dos gobiernos anteriores nos heredaron una cifra
monstruosamente alta de homicidios (36,548 para el año 2018), esta limitación técnica en las tasas implica
que el abatimiento de los homicidios a un nivel socialmente tolerable habrá de
implicar un tiempo de espera largo, de alrededor de 19 y 23 años, como ya ha
pronosticado nuestro modelo ARIMA. Y un costo inevitable de esa larga espera
será la pérdida de vidas humanas a manos de la violencia.
En esas circunstancias del mundo real,
no podemos exigirle a AMLO, por ejemplo, que en un solo año o en un solo
sexenio disminuya los homicidios a un nivel socialmente tolerable, como 8,867
al año (739 al mes), porque esa demanda implicaría disminuir los homicidios a
una tasa anual de 141.7% y 23.7%, respectivamente. Eso es imposible, en tanto
esas tasas están muy por arriba de las posibilidades que nos ha mostrado el
mundo real: una tasa anual promedio de 4.9%
y una tasa anual máxima de 12.7%.
La razón también nos prescribe una limitación en cuanto a nuestras
posibilidades en materia política, y que es la siguiente: toda política debe
preservar la institucionalidad democrática y los derechos individuales. Esto
significa que el fenómeno de la criminalidad no debe asumirse como razón de
Estado, o sea, como medio oportuno y apto para establecer un gobierno
autoritario que pretende un control absoluto sobre los ciudadanos y su
anulación.
Dadas esas limitaciones que nos imponen el mundo real y la razón, no
debemos pretender apresurar las cosas y demandar que el gobierno establezca una
política de “mano dura” con un “régimen de excepción” donde se suspendan la
institucionalidad democrática y los derechos constitucionales de los individuos
a fin de que se abatan los homicidios a un nivel socialmente tolerable, por
ejemplo, en un año y a una tasa de 23.7%. Rebasar los límites de esta forma nos
condenaría a un deterioro abrupto y rápido en el bienestar general de la
población, de donde resultaría una irracionalidad donde el remedio resulta peor
que la enfermedad.
En suma, cualquier política razonable de seguridad debe visionarse como debe
ser, dadas las circunstancias de nuestro mundo real: un proceso de disminución
gradual de los homicidios hacia un nivel socialmente tolerable en el muy largo
plazo (estimamos que entre 19 y 23 años), y al costo inevitable de una
determinada cantidad de vidas humanas perdidas a manos de la violencia. Y es
así como debe juzgarse también.
Bajo esas premisas de la realidad y la razón, el juicio sobre la
eficacia y eficiencia de una política determinada dependerá de si dicho proceso
gradual de muy largo plazo logra su fin o no (eficacia), y del tiempo de espera
para alcanzar los resultados satisfactorios (eficiencia), y donde el tiempo de
espera está en función indirecta de la magnitud de la tasa de decrecimiento
porcentual anual de los homicidios: a mayor tasa, menos tiempo de espera; y a
menor tasa, más tiempo de espera.
Cualquier partido o político que gobierne a este país en nuestras
circunstancias actuales, también estará constreñido por esas limitaciones del
mundo real y la razón de manera inevitable. Digo, a menos que surja por ahí
algún político orate que se jacte de tener una fórmula mágica para cambiar al
mundo a capricho y de golpe y porrazo.
La política de “abrazos no balazos” de AMLO es eficaz y eficiente:
En diciembre de 2018 asume la
presidencia AMLO. Para ese entonces ya era de conocimiento público que su gobierno
daría final a la política de “guerra contra el narco” y en su lugar
implementaría una política de pacificación que a la postre sería conocida como:
“abrazos no balazos”. El 30 de enero de 2019 AMLO anunció oficialmente ese
cambio radical de política de seguridad, subrayando que su prioridad era
atenuar los homicidios y mejorar la seguridad de los ciudadanos, no la
persecución de los capos del narco y la guerra contra ellos.
Pues bien, podemos decir que hasta el
momento la política de “abrazos no balazos” de AMLO es eficaz y eficiente
porque está logrando su propósito de disminuir los homicidios (eficacia) a una
tasa anual de decrecimiento de 8.1%, que es la más alta en México desde 1990 y la novena más alta en el
mundo (eficiencia).
Ya hemos visto que, dentro de las limitaciones de nuestras
circunstancias actuales, y pese a ese satisfactorio desempeño del gobierno de
AMLO, los niveles de homicidios socialmente tolerables no pueden ser alcanzados
en el corto plazo, es decir, en el término de un año, un sexenio presidencial y
menos en cuestión de meses, sino que solo serán posibles en el muy largo plazo,
en un término de 19 a 23 años a futuro contados a partir del año 2019, y al
costo de una determinada cantidad de vidas humanas perdidas a manos de la
violencia.
Ahora bien, aunque la política de “abrazos no balazos” de AMLO
es eficaz y eficiente, aun tiene un margen de posible mejora. Recuerde que en
nuestro análisis comparativo internacional de tasas detectamos 8 países que han
reportado tasas de decrecimiento ligeramente más altas que la de México en
algún intervalo de tiempo: Bhutan (12.7%), Ecuador (11.0%), etc. (Vea la tabla
estadística correspondiente más arriba) De igual forma, 45 países de los 78 que
analizamos presentan tasas de decrecimiento de homicidios respetables y una
persistente tendencia de decrecimiento de homicidios con duración de entre 24 y
32 años. El hecho de que esas tasas y duraciones hayan ocurrido o estén
ocurriendo, significa que son posibles para México. Así que no estaría de más
que el gobierno de AMLO se acercara a esos países para conocer sus técnicas y
con ello tal vez adquirir nuevos conocimientos que podrían permitir aumentar la
tasa de decrecimiento de homicidios en México y consolidarla como tendencia de
largo plazo, con lo cual se podría atenuar en algo el sacrificio inevitable de
vidas humanas que implicaría la implementación y continuidad de la política
“abrazos no balazos”.
A estas alturas ya quedará claro que el título de mi artículo es coherente,
es decir, no contiene contradicciones y es verdadero. En efecto, la política de
“abrazos no balazos” de AMLO es eficaz y eficiente, la mejor que se haya
instrumentado en los últimos 33 años en este país, pero inevitablemente
reportará costos en la forma de pérdida de vidas humanas: aproximadamente
197,242 homicidios solo en el gobierno de AMLO.
Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son la causa del baño de sangre en México:
Veremos ahora si algunos eventos políticos importantes afectaron o no al
comportamiento de los homicidios en el tiempo, así como la magnitud y la
significancia de los efectos si es que existieron. Para esto usé un modelo
ARIMA Interrumpido y consideré solo los siguientes eventos políticos: sucesión
presidencial y políticas sobre el narcotráfico. En la tabla estadística
siguiente le doy los resultados del análisis.
Antes de comentar la tabla, le explico la forma de interpretarla de la
manera más simple que me sea posible, en palabras ordinarias. Cada renglón o fila
en la tabla es un suceso político, con su fecha respectiva, y se considera una
“intervención” que posiblemente afecte en el comportamiento de los homicidios
de forma gradual en el tiempo. La columna “Cambio asintótico de los homicidios”
nos da la magnitud con que cada “intervención” o evento político afectó al
promedio mensual de los homicidios, donde el efecto se va dando gradualmente
durante varios meses o años después de la “intervención”. El parámetro “delta”
determina la gradualidad del efecto: si “delta” se aproxima a 0, entonces el
efecto se dio en pocos meses, y si “delta” es cercano a 1, entonces el efecto
se dio en una mayor cantidad de meses. Finalmente, cuando la cifra en la
columna “Cambio asintótico de los homicidios” es de color rojo, significa que
el impacto de la intervención en el promedio mensual de homicidios es
significativamente diferente de 0 y que no es resultado del azar; de otro modo,
si la cifra es de color negro, significa que el impacto no es
significativamente diferente de 0, es digamos irrelevante.
Según vemos en la tabla, desde 1990 casi todos los actos oficiales de
transmisión del poder ejecutivo en México tienen el efecto de disminuir
gradualmente el promedio de los homicidios en México. La excepción fue la
sucesión presidencial entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, cuyo impacto
fue aumentar gradualmente el promedio de los homicidios en 191 personas. Sin
embargo, todos esos efectos no fueron significativos. Algo semejante ocurre con
los anuncios o actos oficiales que han hecho algunos presidentes en torno a su
política de seguridad. Puede ver que el anuncio del inicio de la guerra contra
el narco por parte de FCH, el anuncio de su final por parte de AMLO y el
decreto de éste para la permanencia del ejército en tareas de seguridad,
también disminuyeron el promedio de los homicidios gradualmente, pero dichas
cifras tampoco son significativas.
Pero hubo dos eventos que sí afectaron el comportamiento de los
homicidios de manera muy significativa. El primer evento ocurre en noviembre de
2007, cuando se acelera la guerra contra el narco durante el gobierno de Felipe
Calderón. Este suceso añadió gradualmente 1,682 homicidios al promedio mensual
de los mismos, cifra que es muy significativa estadísticamente. Y el segundo
evento significativo ocurre con otra aceleración de la guerra contra el narco
en febrero de 2016 durante el gobierno de EPN. Este segundo evento añadió
gradualmente 1,712 homicidios al promedio mensual de los mismos, cifra que
también es muy significativa estadísticamente.
Es importante aclarar que esos dos incrementos significativos al
promedio mensual de homicidios no se deben sumar porque son estimaciones
independientes sobre el impacto de cada una de las dos intervenciones sobre el
promedio mensual de homicidios.
Esos dos eventos políticos de guerra en las calles son los que
incrementaron de manera muy significativa los homicidios en México. Y esto,
añadido a nuestros hallazgos anteriores, nos permite concluir con una confianza
de al menos el 95% que Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son las dos causas
del baño de sangre en que vive México desde hace poco más de 16 años. Estamos
hablando de un baño de sangre que, en el mejor escenario para nosotros, solo
podríamos abandonar en el año 2037 con la política de “abrazos no balazos” de
AMLO, según indican los pronósticos de nuestro modelo ARIMA.
Algo de culpa le cabe también a Vicente Fox, porque él fue el que interrumpió la tendencia decreciente
de los homicidios que venía prevaleciendo en México desde 1994, para cambiarla
a una tendencia de crecimiento con una tasa anual de 6.2%; tendencia que ya no
pararía de crecer explosivamente en el balance. Más culpa hay para Fox si
admitimos como cierta la creencia popular muy arraigada de que él colaboró en
un fraude electoral masivo en las elecciones de 2006 para que Felipe Calderón
usurpara el poder ejecutivo. Si esto es cierto, y que así lo creo, entonces Fox
es el padre del monstruo que detonó el baño de sangre en México, y entonces también
es culpable.
Los opositores de AMLO mienten:
Los opositores de
AMLO presentan una vasta gama de profesiones y nacionalidades: presuntos
políticos, presuntos intelectuales, presuntos periodistas, presuntos
empresarios, presuntos líderes religiosos, mexicanos, yanquis, latinos,
españoles y otros europeos. Asimismo, es vasta la gama en corporaciones
opositoras: empresas, organismos internacionales, ONG´s, gobiernos, medios de
información corporativos. Pero todos ellos comparten dos características en
común: están al servicio de los intereses del Foro Económico Mundial, el
sindicato de las multinacionales privadas, y afirman persistente y
categóricamente que la política de “abrazos no balazos” de AMLO es un rotundo
fracaso en virtud de que los homicidios siguen en cifras récord.
El lector solo tiene que atenerse a uno
de los resultados de nuestro análisis para saber que ese argumento de los
opositores es falso en redondo: Debido a limitaciones que nos imponen el mundo
real y la razón, la disminución de los homicidios a un nivel socialmente
tolerable solo es posible en el muy largo plazo (estimamos un plazo de entre 19 y 23 años), y a un
costo inevitable de vidas humanas que seguirán representando niveles récord de
homicidios mes tras mes, año tras año, aunque de manera decreciente en
magnitudes, mientras no se alcance el fin previsto. Y esto ocurrirá
necesariamente, o sea, independientemente del partido o el político que
gobierne a este país.
Bajo esas premisas de la realidad y la razón, concluimos que el juicio
sobre la eficacia y eficiencia de una política determinada dependerá de si
dicho proceso gradual de muy largo plazo logra su fin o no (eficacia), y del
tiempo de espera para alcanzar los resultados satisfactorios (eficiencia), y donde
el tiempo de espera está en función indirecta de la magnitud de la tasa de
decrecimiento porcentual anual de los homicidios: a mayor tasa, menos tiempo de
espera; y a menor tasa, más tiempo de espera.
Queda claro que los opositores incurren en una falsedad cuando afirman
que la política de “abrazos no balazos” es un fracaso solo porque los
homicidios siguen en niveles récord. Incurren en este enunciado falso porque no
son personas razonables, están desconectadas del mundo real y sus limitaciones,
así como de la razón y sus reglas, y asumen una actitud de absolutismo teórico
en este tema. Es por eso que juzgan en base a los homicidios absolutos por
unidad de tiempo, no en base a los criterios correctos: eficacia, eficiencia y
sobre todo realismo.
Pero la falsedad de los opositores no
se debe a que sean una partida de estúpidos cometiendo errores de juicio, es
decir, personas incapaces de analizar la realidad como lo hemos hecho nosotros.
La prueba de que no son estúpidos es su exitosa carrera en la política como
negocio privado. Digo, nadie que se haya enriquecido con la política puede ser
calificado de estúpido. Así que podemos apostar a máxima probabilidad que su
enunciado falso es otra de sus acostumbradas mentiras.
En efecto, ellos están intentando
persuadirlo a usted de que lo imposible es posible, como sería disminuir la
cifra monstruosa de homicidios al año que ellos mismos heredaron a México, a un
nivel socialmente tolerable en un mes, en un año o en un sexenio. Y su móvil
oculto en esta tentativa de engaño masivo es seguir socavando políticamente a
AMLO si es que logran persuadirlo a usted y al resto de los mexicanos de que un
imposibles es posible.
De usted depende creerle o no a una
partida de mentirosos.
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